No es sino por una digresión de lo realmente objetivo que uno tacha, a día de hoy, al Real Madrid como un proyecto fallido. Como español, reconozco bien lo que es dejarse llevar por la corriente cortoplacista, por el deseo inmediato de saciar el apetito de ahora, a expensas del hambre del mañana.
Me remonto al año primero después de la marcha del que haya sido la mayor figura del madridismo, al menos, en la era moderna. Llamaremos a esta época el Crack del 18, para los entusiastas de las crisis y de las catástrofes cíclicas. Como buenos humanos, al sentir el frío que deja el vacío más desolador, intentamos llenarlo con novedades, por más que sepamos a ciencia y conciencia que no son cosa digna de ocupar ese lugar en nuestra casa. Al Real Madrid, que también lo dirigen humanos, llega Julen Lopetegui; se le otorga el dorsal siete, el de los días de la semana, el de la suerte y, hasta ese mismo verano, el del autor de 451 tantos, a un joven Mariano Díaz. No se demora en llegar la primera gran derrota de este ciclo, contra el Atlético de Madrid, frente a los ojos juiciosos de toda Europa. Las derrotas en liga y la mala imagen en Champions despiden a Julen. «Pobre hombre», llegó a decir mi abuelo; «Dos despidos en cosa de tres meses es cosa seria», se preocupaba por él. El resto nos preocupábamos por motivos distintos y, en más de una ocasión, estoy seguro de ello, los madridistas se toparon con la pesquisa en sus mentes: «¿Se acabó todo esto? ¿Ya no va a haber más de lo que hemos visto?».
Pero el Real Madrid, si de algo se ha nutrido para salir adelante, es de nunca y bajo ningún concepto darse por vencido, de izar sus banderas y partir con sus pendones disimulados, sin llamar la atención de los piratas, confiando en los vientos alisios, en las mareas, en el oleaje, en la luna y, por encima de todo, en el tiempo. Quijotesco fue el presidente al confiar en el tiempo al mostrar su tranquilidad. No tardaron las chanzas de bufones velazqueños, con ansia por ver a la embarcación hundirse. Las mofas hacia los recién llegados, que en el presente son figuras que reflejan grandeza, no tardaron en pasarles factura y, al no fijar su atención en el espejo, en las señales, en la realidad, las barbas de los chanceros hoy se cortan sin haberlas puesto a remojo.
Hoy, el Real Madrid, tras varios años desde aquello, se puede meter en una final de Champions, en la segunda en tres años, habiendo vencido a gigantes por el camino, tras haber acallado a la opinión pública con actos heroicos, con el éxito llegado desde el silencio
Hoy, el Real Madrid, tras varios años desde aquello, se puede meter en una final de Champions, en la segunda en tres años, habiendo vencido a gigantes por el camino, tras haber acallado a la opinión pública con actos heroicos, con el éxito llegado desde el silencio. Hoy, el Real Madrid llega a puerto y trae consigo una tripulación de veteranos y noveles de la mar, de feligreses de la verdad, del sacrificio, de la libertad y de las ganancias ganadas por el trabajo durante años.
Por ello, querido Sancho, confía siempre en el tiempo, que suele dar dulces salidas a muchas amargas dificultades.
Getty Images.
También escribió Cervantes:
"¡Oh envidia, raíz de infinitos males y carcoma de las virtudes!."
Cuando emprendas tu viaje a Ítaca
pide que el camino sea largo,
lleno de aventuras, lleno de experiencias...