Real Madrid, 2 - Elche, 2: Sin gas, pero con Éder

En un partido que, por la categoría del rival, sólo puede contar como un tropiezo pese a sus buenas dosis de épica, el Madrid se dejó dos puntos que podría echar en falta en el último tramo del campeonato.

El que los prolegómenos del choque fueran un obligado (y muy bonito) homenaje a Paco Gento imponía el imperativo de la victoria con más intensidad aún que la propia aritmética resultante del empate del Sevilla, cifrado en términos de oportunidad de poner tierra por medio. Una jugada de orfebrería sobre la línea de fondo entre Benzema y Vinicius a los once minutos (el once de Gento) casi resulta en la primera piedra en el edificio de la honra eterna a La Galerna que el partido estaba obligado a ser, pero paró Badía a los pies del brasileño.

Se expresaba con soltura el Madrid en esos primeros compases y se intuía un partido bonito, con el Madrid encontrando más espacios, merced a su agilidad, de los que los choques ante rivales menores en el Bernabéu suelen deparar. Bullía Hazard por la derecha, apoyándose en un Lucas Vázquez peleado sin embargo con el concepto del centro atinado al área. Ninguno de los dos terminaría de completar un partido aceptable.

En un partido que sólo puede contar como un tropiezo pese a sus buenas dosis de épica, el Madrid se dejó dos puntos que podría echar en falta en el último tramo del campeonato

Sin prisa pero sin pausa, el Madrid se iba encaramando a una superioridad natural que primero propició un taconazo peligroso de Benzema. A los pocos minutos, el propio Karim estuvo a punto de marcar recogiendo y maniobrando a la perfección tras un pase largo de Alaba. El austriaco se está especializando en esos envíos, que ya fructificaron en el gol copero de Hazard ante el propio Elche, aunque ayer falló más de lo habitual (David, Eden falló lo habitual). También Casemiro puso a prueba la eficiencia de Badía.

En el minuto 32, el enésimo caracoleo de Vinicius en el área desembocó en un claro penalti que Benzema marró penosamente. Calculó que el guardameta ilicitano sabría su ángulo favorito y optó por cambiarlo, logrando solo ponerse nervioso a sí mismo. Una lástima porque la renuencia arbitral a pitarlos a favor de los blancos recomienda restringir al máximo los fallos desde los once metros. Once metros. Esta vez el once de D. Paco no resultó propicio. Chamartín aplaudió como muy pocas veces reacciona ante los errores, lo que viene a rubricar su idilio con el francés.

La pifia de Benzema enfrió en todo caso el ambiente y con ello se atoró el juego, antes fluido, impregnando el estadio de malas vibraciones que fructificaron en una gran jugada del Elche para que Boyé, de cabeza y demasiado libre de marca, adelantase a los suyos. Hubo exceso de vista de Alaba en la jugada, y aunque Mendy se internó con peligro, y Benzema volvió a chutar con amenaza, y Kroos obligó Badía a volver a lucirse en una falta, se llegó al descanso con el augurio de tropiezo ante el débil con que el Madrid viene estropeando su notable temporada. Así sería, y apunten: Edgar Badía, el enésimo portero que se consagra en el Bernabéu. Es irritante que, jugando bien, el Madrid carezca del instinto asesino para solventar primeros tiempos como este. En el Bernabéu, tan consuetudinario parece sufrir ante los equipos menores como consagrar a sus guardametas.

Es irritante que, jugando bien, el Madrid carezca del instinto asesino para solventar primeros tiempos como este

A la salida de la segunda parte, De Burgos Bengoetxea interpretó como penalti una caída de Hazard, pero el VAR lo corrigió con razón en medio de una atmósfera enrarecida. La pregunta que flotaba en el aire era: ¿qué tenemos que cambiar para ganar esta mierda? Afianzado por el marcador favorable, el Elche se había, además, crecido. Ancelotti puso a calentar a Jovic, y la mala noticia no fue tanto su entrada al campo como la razón de la misma: Karim se retiró con molestias. Negar la dependencia que el Madrid tiene respecto a su gran estrella sería ingenuo, por lo que los ánimos del aficionado decayeron más aún. Ni siquiera las filigranas de Vini por la izquierda, apoyándose en un activo Mendy, terminaban de levantar la moral. Viendo el percal, Carletto introdujo en el campo a Rodrygo... por Kroos.

Todo lo que sea no contar con Toni en el centro del campo es asumir un riesgo, máxime cuando de manera visible raleaban las fuerzas tras la prórroga copera ante el mismo equipo. El Madrid padece ante rivales menores si no se adelanta pronto, y si con el transcurso de una temporada demencialmente cargada se cargan también las piernas el efecto se agrava con el transcurrir de los minutos.

El riesgo asumido con el cambio de Kroos salió mal aunque salió bien, es decir, puro Real Madrid. Con esto queremos decir que salió mal desde la óptica del juego, pero todos sabemos que el Madrid trasciende eso. Se perdió el control, y aunque con la falta de fuerzas físicas se acortan las opciones de la épica, la épica reclamó su sitio y lo tuvo.

Una buena jugada del Elche, que tenía el partido donde quería, resultó en el segundo tanto de los ilicitanos, pero el Madrid no se rindió. Nunca lo hace, Don Paco le inoculó esa incapacidad. Modric acortó de penalti y ya en el descuento, cuando suena la hora de la legendaria reacción in extremis de los blancos, Militao vio que Vinicius centraba, se elevó a los cielos, dirimió con D. Paco por dónde tenía que entrar la pelota y un buen rato después, más o menos once minutos (claro), el balón llegó a su cabeza para matizar la decepción.

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