Estadio Santiago Bernabéu.
Viernes, 13 de marzo. 21 horas.
Tiempo: frío. La rebequita y el calzoncillo largo que llevaba por debajo del pantalón no han evitado que me colgasen carámbanos de la nariz.
Número de espectadores: muchos. He intentado contarlos media docena de veces, pero no paraban de moverse, yo diría que entre 1.000 y 100.000.
Incidencias:
En el minuto 18 un espectador ha saltado desnudo al campo.
En el minuto 18 y 15 segundos una espectadora ha saltado desnuda al campo.
En el minuto 18 y 30 segundos han empezado a retozar despreocupadamente en el círculo central.
He hecho varias averiguaciones y ninguno de los dos es vasco. Fueron desalojados por la autoridad pertinente. Todavía nadie sabe qué reivindicaban, aunque todo indica que eran una nueva escisión de Chumino Democrátic.
Colegiados: Hernández Hernández, González González y Bengoetxea Bengoechea.
En la segunda parte, el colegiado Hernández Hernández, entre la cartulina roja número 187 mostrada a Ramos y la cartulina amarilla 346 mostrada a Juan Mercado, sufrió una luxación en el codo izquierdo y tuvo que ser sustituido por Bengoetxea y su primo.
Terreno de juego en excelentes condiciones, excepto la zona habilitada para pícnic (mantel de cuadros, servilletas a juego, cesta de mimbre, sándwich de pollo y jengibre, galletas, tetera y baraja de bridge) que había preparado con mucho mimo detrás de la portería del fondo sur, y que resultó, desgraciadamente, sin que mis gritos pudieran evitarlo, anegada al regar el campo antes del inicio del partido. (Mal, muy mal, Real Madrid).
Alineaciones:
Real Madrid: Courtois, Carvajal, Ramos, Varane, Marcelo, Casemiro, Valverde, Elaia (Modric, m. 9), Bale, Juan Mercado, Salpiquinho.
Eibar: Dmitrovic; Correa, Bigas (Burgos, m. 82), Arbilla, Cote; Sergio Álvarez (Charles, m. 66), Edu Expósito, Escalante; Inui (Quique González, m. 77), Kike García y Orellana.
Nadie olvidará jamás lo que se contempló ayer en el estadio Santiago Bernabéu. Lo que en un principio parecía un mero trámite, derivó en uno de los partidos más disputados de la historia del Real Madrid. El engañoso resultado (16-1) no debe empañar el excelente trabajo realizado por el Eibar, en especial el de su espigado guardameta, Marko, un prototipo de vasco, alto, formal y amante de sus raíces, que en un derroche de valentía y entusiasmo, logró parar 41 de los 55 tiros recibidos, evitando así una dolorosa goleada que no hubiese hecho justicia al apretado marcador final. Su extraordinaria actuación consiguió que al final del partido abandonara el campo a hombros de sus hinchas, recibiendo elogios, vítores y aplausos, tanto de sus aficionados, como del entendido público del Santiago Bernabéu.
El primer gol llegó temprano. En el minuto siete, Vinícius, después de driblar la botella de sidra y el chuletón de buey que se estaba zampando la defensa del Eibar, enfiló hacia el portero y chutó con fuerza. El rechace lo cazó mi sobrina, que de un disparo seco, ajustado al poste izquierdo, hizo el primer gol de la noche.
Fue una lástima que dos minutos después fuese expulsada por golpear repetidamente (entre diez y doce veces según la manipulada repetición del VAR) la espinilla de Hernández Hernández.
Según las tomas ofrecidas por las cámaras de Mediapro, Elaia le dijo a Hernández Hernández: “Te voy a dar la del pulpo", una frase que fue confirmada por el acta arbitral del colegiado:
"En el minuto ocho el jugador (11) Gwynne, Elaia, fue expulsada por el siguiente motivo: Dirigirse a mí en los siguientes términos: “Te voy a dar la del pulpo" mientras gesticulaba con sus brazos y me golpeaba con saña la pierna”
—Me resbalé, osaba, fue sin querer.
—Joder, Elaia, que tienes siete años, así no vamos a ningún lado.
A partir de este primer gol, y hasta la llegada del segundo, el Madrid acumulaba ocasiones y el Eibar minutos con el balón. Era un ir y venir continuo, de poder a poder, la única diferencia era que el Madrid podía y el Eibar no. Los siguientes siete goles del encuentro los marcó Lucas Vázquez en los minutos 16, 20, 23, 29, 38, 41 y 45. Llegaba a la línea de cal, centraba hacía atrás y como, desgraciadamente, andamos cortos de delanteros y mi sobrina había sido expulsada injustamente, se veía obligado a rematarlos él mismo. En el último gol, el octavo del Madrid, el séptimo de su marcador particular, no llegó a su propio remate y tuvo que centrar dos veces seguidas haciendo un doloroso spagat que hizo que medio campo se estremeciese de dolor.
La segunda parte (excepto más o menos desde el minuto 54 hasta el 63, en el que di una cabezadita involuntaria y no tengo ni idea de lo que sucedió) fue más o menos un calco de la primera. Lucha, lucha y más lucha. Una gran batalla. El Eibar, buscando la remontada a la heroica, no se daba por vencido, y el Madrid resistía buscando un contraataque que desnivelase el encuentro. Hubo dos ocasiones muy claras de cada equipo: Orellana estuvo a punto de marcar en el minuto 49 al pillar a Courtois despistado comiendo los mojados restos de mi sándwich de pollo y jengibre, y Benzema estrelló un tiró en el larguero después de una gran asistencia de Valverde.
Los cuatro goles siguientes los marcaron varios jugadores del Madrid. Tampoco es cuestión de ponernos tiquismiquis con los nombres. Somos un equipo, ¿no? Pues eso. Fueron cuatro (o cinco, no sé si llevo bien la cuenta) goles como cuatro soles.
El gol número ¿14?, una impresionante volea desde el centro del campo, posiblemente uno de los mejores goles del año, fue anulado. Lo marcó mi sobrina, que aprovechando que Hernández Hernández se había acercado al banquillo del Madrid y estaba muy entretenido sacando cuatro tarjetas rojas consecutivas a Zizou, se había vuelto a colar en el campo.
Es sobrina mía, pero no me duelen prendas en reconocer que su comportamiento, haciendo esos indecorosos gestos dedicados al trencilla cuando fue expulsada por segunda vez por protestar el gol anulado, dejó mucho que desear.
El gol número 15, todo sea dicho, fue un churro que marcó Courtois en el minuto 84 con más fortuna que talento. Había invitado al portero rival al pícnic (a MI pícnic) detrás de su portería y al sacar fuerte para disponer de más tiempo para disfrutarlo, quiso la buena suerte que el balón atravesase todo el campo y se introdujese, sin oposición alguna, en la desguarnecida portería del vasco Marko Dmitrović, ya que este, en ese preciso instante, se encontraba tranquilamente disfrutando de unas riquísimas galletas danesas y un té Orange & Cinnamon.
Y aquí se complicó todo. A falta de cinco minutos, el equipo se relajó y el Eibar consiguió su objetivo de meterse en el partido con un precioso gol marcado por Escalante en el minuto 86.
A partir de este momento el Madrid cometió el error de recular para proteger el resultado. El bombardeo del Eibar era constante y faltaban todavía cuatro minutos más el añadido para que el partido finalizase.
Courtois, todavía con una galleta danesa en la boca, se vio obligado a recoger el pícnic y emplearse a fondo.
Afortunadamente, un contraataque en el minuto 94 terminó con la resistencia del Eibar. Mi sobrina volvió a colarse en el campo y remató de cabeza un medido centro de Marcelo. A estas alturas del encuentro, la expulsión por celebrar el gol en los mismos morros de Hernández Hernández fue lo de menos.
El objetivo ya estaba cumplido. ¡LÍDERES!
NOTAS:
Courtois (10): Inmenso, excepto por un pequeño despiste con el sándwich de pollo y jengibre que casi nos cuesta un gol.
Carvajal (10): Impecable, sin alardes, perdió un balón en el minuto 41 y se compró otro.
Ramos (10): ¡Viva el hijo de la Paqui!
Varane (10): Pa’ hacerle un francés.
Marcelo (10): Es un pistón de camión, percute y percute como en una peli porno.
Casemiro (10): El mejor del equipo un día más. Sus rezos al inicio de cada partido nos protegen.
Valverde (10): (sin palabras).
Bale (10): Se fue del campo en el minuto 27, volvió y marco un par de goles. Está más expreso que nunca.
Salpiquinho (10): Desde que se casó con una vasca (Ane Arregi) se ha vuelto un goleador. Será Balón de Oro el año que viene.
Juan Mercado (10): Como patrocinador es un desastre, pero como jugador, un titán.
Elaia (10): Dos horas después de finalizar el encuentro, fue expulsada por cuarta o quinta vez de una de las salas VOR de Las Rozas, sin que hasta estos momentos haya trascendido lo sucedido en su interior.
—No lo pude evitar, osaba.
—Anda, anda, tira pa’ casa.
Jjajajajajaja, muy bueno. Imperdonable despiste de Courtois con el sándwich.
Tu sobrina, tu sobrina...eso sí que es obstinación y defensa del Madrid. Ahí hay madera...y de la mejor calidad. Enhorabuena.