Las razones de Harry Lime

¿Seguro? ¿Ya podemos salir? ¿Se ha confirmado de verdad por fin la confirmación de la firma? ¿Estamos seguros de que lo real es ya real, o EL COMUNICADO ha sido solo un sueño provocado por la imperiosa necesidad física de obtener descanso? Aunque el peso de la duda cartesiana es fuerte en nuestra cultura, no es menor la influencia de Santo Tomás, que solo creyó porque vio y tocó llaga. A falta del tacto, nos contentamos con ver las portadas deportivas de hoy para asegurar (aun con mano temblorosa) que sí, que esta vez sí, que a la enésima va la vencida, que el Santo comenzará a evangelizar en breve en Portugal (tierra también de conquistadores y de José Mourinho, valga la redundancia).

Sí. Como recuerda As, casi a la misma hora que el Real Madrid emitía su elogioso COMUNICADO, levantaba Casillas la Copa del Mundo hace cinco años. Siempre quiso As tratar al portero del Madrid más como el yerno ideal de España que precisamente como el portero del Madrid, dando por descontado que lo primero era una categoría tan virtuosa y abarcante, que se bastaba para que, por prescripción facultativa, fuera Iker titular sine die en el Madrid. Se equivocaba As mezclando churras y merinas, pero nos atrevemos a decir que más que error era capciosidad, pues conseguía con semejante estratagema violentar hasta donde fuera posible la paz social del madridismo. Haciendo suyo el histórico monólogo de Harry Lime en El tercer hombre, Relaño (y por supuesto no solo Relaño) asumió hace ya tiempo que esa paz no es productiva, que ella no contribuye a vender periódicos, que la burda lógica nada matizada del amigo-enemigo da de comer aunque deje desnutrido el rigor y, sobre todo, la inteligencia. Siendo así, no es nada extraño que el titular de As despida a Casillas llamándole amigo, y no tendríamos nada en contra de adiós tan emotivo si no se hubiera forjado a base de haber creado, paralelamente, un enemigo, llámese José Mourinho, Diego López o Florentino Pérez. Iker se va (y deseamos que le vaya bonito), pero As se queda y no creemos plausible que a estas alturas abandone esta pueril táctica perversa. Aquí nos quedamos también nosotros para comprobarlo o -no nos duelen prendas- ser desmentidos.

"Comienza la leyenda", titula Marca ante una portería vacía y unos guantes que, tirados sobre el césped, parecen buscar manos que sirvan de contenido. Resulta paradójico que lo que Marca ve ahora desierto y sin carne ni hueso, lo viera buena parte del madridismo justamente en los últimos años de Iker, cuando sus manos llenaban aún esos guantes y su cuerpo pisaba la línea de gol de la portería. Ve Marca ausencia en este momento de despedida y no la vio cuando el nivel deportivo de Casillas hacía temblar al madridismo en cada córner, cuando su defensa percibía el riesgo y se aculaba en torno al portero, cuando el talento (dicen que) innato del de Móstoles comenzó a menguar tal vez a causa de su poca exigencia en el esfuerzo diario, cuando era un escándalo nacional ver a Iker sentado en el banquillo, pero no, por supuesto, a Diego López ni menos aún a Keylor Navas. Ahí no vio Marca ausencia alguna; en esos momentos, prefirió el Diario de la Hernia mirar para otro lado, justamente el contrario que buena parte del madridismo. Seremos los raros nosotros, pero consideramos que el (justo y necesario) señorío en la despedida suena algo falsario si durante años se han alimentado tensiones, hostigamientos y tendenciosidades.

Y casi por justicia poética, aparece Mourinho hoy, justamente hoy, en una portada, esta vez para pretender el fichaje de Pedro. Es indudable que la sombra del portugués es alargada y que se cierne sobre el asunto de la portería del Madrid. Fue Mourinho el primero en sentar a Iker en el banquillo (después de aquel Del Bosque que, sí, optó por César antes de que Casillas fuera canonizado) y, en consecuencia, el de Setúbal fue también el primero en recibir las hostilidades de los que hoy despiden con merecidos honores al portero, a quien sospechosamente jamás han encontrado mácula alguna. Todas las máculas se las llevó Mourinho, todas las críticas, las maledicencias y las desconsideraciones. El yerno ideal de España era incuestionable, pese a que de hecho ya no lo fuera su rendimiento profesional. La canción se repetía hasta la saciedad y se hizo esperpento, casi como ahora la marcha de Casillas; una despedida plagada de vueltas de tuerca, de acuerdos que se rompían al minuto siguiente de parecer cerrados, de disparidades fiscales y de -ojalá que no, pero nos tememos que sí- implícito resentimiento por parte del portero. Solo esperamos que las aguas se calmen, que quien defienda a partir de ahora la portería del Madrid tenga en vigor la acreditación para tal efecto y que la lógica amigo-enemigo no siga insultando a la inteligencia. Válganos la impagable frase final de Tierras de penumbra para realizar el conjuro: "El dolor de ahora es parte de la felicidad de entonces".