Ramos en el escaparate

Estaba pensando que Ramos a lo mejor piensa que con todo este espectáculo se mantiene en el candelero. Y que incluso mejora su caché. Bueno, yo creo que esto lo debe de pensar más bien su representante, que debe de ser una lumbrera de la representación.

En realidad, llevan montando el número ni se sabe; el mismo que nunca han montado Benzema, Marcelo, Modric o Kroos... todos ellos ya leyendas, mitos del Real Madrid, como Ramos. Me da la impresión de que ya hemos hablado de todo esto, de que yo también ya he hablado ya de todo esto.

Sí, lo hice aquí. Pero bueno, es lo que tiene dar la tabarra con toda esta estrategia chusquera que ya más que en el candelero, le pone a Ramos en el escaparate como a las Mariquitas Pérez.

El gran Sergio Ramos va tomando el aspecto de una Mariquita Pérez (una Mariquita Ramos), esas muñecas que ansiaban nuestras madres a través del cristal con su tez brillante y sus peinados y sus vestidos de volantes.

Lo mismo que Ramos, el propio Sergio Ramos, que dice lo mismo, es decir: nada, que la Mariquita Pérez. Habría que ver si también se le cierran los ojos al ponerlo en horizontal. Esta imaginaria transformación me recuerda a la historia de Pinocho, pero al revés, pues es el ser real el que se convierte en muñeco. En el muñeco de la lumbrera, quien negocia con el mejor club del mundo a través de los periódicos y no en los despachos.

Luego sucede que a la lumbrera y su Mariquita Ramos van y las responden mayormente por los periódicos, claro. ¿Qué esperaban? Con lo elegante que es llevar estas cosas en privado y por lo bajinis, que no se entere nadie más que los que se tienen que enterar y luego ya si eso los demás, cuando ya está todo hablado y zanjado.

En realidad, llevan montando el número ni se sabe; el mismo que nunca han montado Benzema, Marcelo, Modric o Kroos... todos ellos ya leyendas, mitos del Real Madrid, como Ramos

Gracias a personajes como la lumbrera y los que picotean de su mano nos tenemos que enterar de lo que no nos teníamos que enterar porque era mentira. Luego lo mezclan todo y empiezan a hablar todos a la vez.

Uno especula, el otro inventa, aquel filosofa, el de más allá taconea, el penúltimo canta y al final sacan un cajón y todo el mundo termina juzgando un berenjenal de patinillo que no se merecía juzgar, pero en el fondo se lo merece por meterse, aunque sólo sea por curiosidad, en esta clase de asuntos desagradables y vulgares e impropios de la grandeza del Real Madrid.

Una grandeza que nunca se gasta, al contrario que la de todos los demás. Como la de Ramos, ya ven: convertido en una muñeca clásica, un poco antigua. Con lo bonito que hubiera sido nada más que seguir jugando al fútbol hasta el final.

Fotografías Imago.