El próximo jueves 6 de julio, en la madrileña Fnac de Callao, estaré junto a Siro López y el propio autor presentando “Florentino”, el nuevo libro de mi amigo y socio galernauta Ramón Álvarez de Mon. Ya fui honrado colaborando en la presentación (y escribiendo el prólogo) de su primera incursión literaria cuando publicó —con el mismo sello que ahora: Córner— su excelente “Que baje Dios y lo explique”, un recuento de las hazañas europeas del Madrid de Ancelotti que fructificaron en el logro de la Catorce.
La nueva entrega de Ramón es un recorrido riguroso y analítico, compatible con su confesada pasión madridista, por el Madrid florentinista, desde que Pérez derrotó sorpresivamente a Sanz en 2000 (con Figo como as bajo la manga y el voto por correo jugando un papel esencial) hasta el Madrid de nuestros días, el del nuevo estadio, el que está aupando a lo más alto del estrellato a jóvenes emergentes con el apoyo de veteranos ilustrísimos mientras el Madrid sigue resistiendo con nobleza y abolengo en un fútbol tomado por el petrodólar a escala mundial, así como por el negreirato en la escena nacional.
Ramón es sencillamente el mejor para este tipo de empresas. Ha llegado el momento de recalcar que Ramón, más allá de su faceta de comunicador, es un gran escritor. Él, como se adorna poco, no lo cree. Tampoco Toni Kroos busca en su juego el ornamento vacuo, limitándose a poner el balón donde tiene que caer, sin estridencias, que es exactamente lo que hace Ramón con las palabras. El maestro Andrés Amorós suele desdeñar los caminos de la lírica para reseñar logros deportivos, y en ese sentido Ramón es profundamente amorosiano (de hecho, Andrés le admira), limitándose a contar con precisión y sobriedad lo acontecido. No hay lírica y casi no hay ni épica en este libro, ni falta que le hace, pues las cosas que cuenta ya traen la épica de serie.
No hay lírica y casi no hay ni épica en este libro, ni falta que le hace, pues las cosas que cuenta ya traen la épica de serie. En el libro las cosas están contadas como fueron
Precisión, decíamos, y precisión en este caso equivale a madridismo, por extraño que sea. Cuando la leyenda negra tergiversa todo, el simple culto a la verdad es defensa inevitable de los colores. Ramón no hace acuse de recibo de los malajes, pero les contesta haciendo como que habla al vacío. En el libro las cosas están contadas como fueron. El Madrid ganó la Undécima con un gol en fuera de juego milimétrico, pero de no haber sido gol de Ramos debería haber sido penalti a Ramos. Esta verdad se enuncia con naturalidad que hará volar cabezas, y no es la única bomba contra el lugar común anti que Ramón descerraja con el ademán más pacífico.
Con una capacidad de síntesis asombrosa, y con ese espíritu tan yanqui de contar exactamente lo que quiero contar sin perderme en meandros, con la escritura más límpida posible, Ramón perla de reflexiones de gran calado una narración inevitable y predominantemente elogiosa hacia Florentino, aun sin ahorrarse subrayar lo que para él fueron errores. Hay pasajes que revelan un poso magnífico de sensatez madurada en el tiempo, una inteligencia apasionada (no hay contradicción), como aquel en el que determina cuándo y cómo debe retirarse una estrella del Real Madrid.
Leedlo todos y, aquellos que podáis, acompañadnos el jueves.
Hora?
Ah, ya lo vi. Ahí, bien pequeñito, como los éxitos del Madrid de Baloncesto en las portadas...