Decíamos ayer en un tuit lanzado durante el Real Madrid-Levante que si bien hay otras razones para ser capitán, esa de bailar la samba como lo hace Marcelo no nos parece la menos importante. Por supuesto, no se nos escapan las veleidades defensivas del brasileño, ni tampoco su trote, a veces demasiado despreocupado, hacia el área propia, cuando debía haberse afanado un poco más en tapar su zona de defensa. No se nos escapan estas cosas y, ante ellas, casi nos atrevemos a decir ¿y qué? Marcelo es un jugador especial, diferente, difícilmente clasificable, tal vez algo díscolo tácticamente, causa de algunas manos a la cabeza, pero vivaz, ligero, festivo y, por si hay alguna duda, efectivo en muchas más ocasiones de las que resulta perjudicial. De aquí que veamos con muy buenos ojos el reconocimiento que recibe desde las portadas de los periódicos deportivos madrileños (más o menos).
Pese a que, por la foto elegida, parezcan casi idénticas las portadas de Marca y de As, basta una mirada tan solo un pelín atenta para percibir sus diferencias. Si Marca opta por un titular metafóricamente militar, aprovechando el saludo marcial que se dedican Marcelo y Cristiano en la celebración de uno de los goles, As se nos presenta más prosaico, aun reconociendo que los tres goles que le hizo ayer el Madrid al Levante alcanzan la categoría de golazos. Justo cuando comenzamos a agradecer tal valoración de As y a respirar aliviados porque por fin hoy evitamos esta cosa demasiado frecuente de afearle algún gesto a Relaño, bajamos la mirada, leemos los destacados que As dedica al partido y, oh, sorpresa, nada dicen de líder provisional, nada de equipo más goleador, nada de equipo menos goleado, nada de nada que nos endulce el café esta mañana más que la cara de concentrada voluntad de Marcelo en la foto.
Si por el diario As fuera desayunaríamos siempre achicoria y un mendrugo de pan duro y reseco, porque ya saben ustedes que todo está mal, pero que muy mal, sobre todo cuando la percepción general sea que todo va razonablemente bien, que todo se va encauzando según el tiempo que precisan los trabajos a medio y largo plazo. Si quieren aguarle una fiesta a algún conocido, no lo duden, inviten de tapadillo a Relaño; él sabrá no reírle ningún chiste al homenajeado, él inspeccionará la casa al detalle para descubrir que en esa esquina, detrás de la mesita del teléfono, hay alguna mota de polvo que tal vez ya se trajo él mismo de casa, él aprovechará una furtiva visita al baño para dejar atascado el desagüe. En consonancia con este espíritu -algo maligno, pero reconocemos que hábil- Bale es el asunto destacado por el Diario de la Ouija, y todo por haber sido sustituido en el descanso tras venir de jugar con su Selección, es decir, todo porque alguna sombra hay que arrojar y, si procede, pintarla de negro negrísimo, que ya hasta a las sombras hay que pasarles el Photoshop para que sean sombras como Relaño manda. En definitiva, la alusión a Bale no viene a más cuento que la aviesa intención, similar a aquella que mantenía en activo al Joker, ese devoto del caos. Si el caos es madridista, la cosa a algunos parece darle para orgasmo.
Bien podría haber hablado Relaño del golazo de Jesé, con bicicleta grandiosa, bien del gol con escuadra y cartabón de Cristiano tras parada enorme (léase con varias oes) de Keylor, bien del formidable partido que hizo Marcelo al son de Chico Buarque, bien de los estupendos minutos de Lucas Vázquez, o del debut de Marcos Llorente... Pero no. Eso ya lo hace en parte Marca y es sabido que el diario As tiene un espíritu iconoclasta y transgresor, o tal vez simplemente muy poca vergüenza y poco rigor. Juzguen ustedes.
En Barcelona es Neymar el protagonista del día tras sus cuatro goles contra el Rayo de Paco Jémez. No negamos que la cifra goleadora del brasileño dé para portada y hasta nos alegramos de que Mundo Deportivo haya podido sacar por fin ese titular -"o Reimar"- que seguro tenía guardado en algún cajón cogiendo ya demasiado polvo. Dicho esto, avisamos de que uno de estos días la prensa catalana (o incluso el mismo Barcelona) va a tener que hacerle un homenaje al entrenador del Rayo Vallecano, un tipo que sale satisfecho cada temporada con un carro de goles en la maleta porque le ha disputado la posesión de balón al Barcelona, porque si quitamos el resultado (!) no se sabe quién es el equipo grande y quién el pequeño. Ya nos disculparás, Paco, si pensamos que tal vez el equipo grande es precisamente aquel que no quita el resultado y no el que justifica una goleada frecuentemente recibida porque el balón y tal, la valentía y cual, el tú a tú y a nosotros qué.
De todos modos, quiénes somos nosotros para decirle a nadie cómo debe jugar su equipo, cuáles deben ser sus prioridades, o cómo tal vez fuera bueno saber compaginar las virtudes de un sistema táctico con lo que refleje al final el marcador. No nos corresponde ese papel y asumimos que podemos estar equivocados, pero entendemos perfectamente que Luis Enrique haya elogiado otra vez a Paco Jémez por su planteamiento de ayer. Como se suele decir, así se las ponían a Felipe II, que también fue rey, aunque no alcanzó la categória de Reimar.
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Un comentario en: Quiero bailar la samba
Aún a riesgo de parecer tiquismiquis, alguien debería decirle a nuestros muchachos que sin gorra no se saluda