¿Querrá Dios?

En su mes y medio de existencia, La Galerna ha retransmitido (es un decir) 2/3 del Triplete del Barça, bota y media del fichaje de Arda Turan por el mismo club y toda la crisis ramista en tiempo real. Creednos si os decimos que estamos ansiosos por dar cuenta de una vez por todas de alguna buena noticia. ¿Será ahora, es decir, de manera inminente? ¿Querrá Dios? Y sobre todo, ¿qué aparentemente infalible visionario nos habría convencido en 2002 de que a fecha de hoy recibiríamos con alivio la hipotética marcha de Iker Casillas?

Decimos alivio y no alegría y decimos bien. No es que la posible noticia llegue siquiera a transmitirnos dicha, como nos disponemos a explicar. Una suerte de alivio lacónico: es el único resto de emoción que, escudriñando, llegamos a encontrar.

Hay un punto, más allá del hartazgo, a partir del cual nos está vedada incluso la alegría por la solución del problema. Dicen que Casillas se puede ir, que la situación está a punto de resolverse, y no somos capaces de sentir nada. Nos gustaría autozarandearnos, cogernos de las solapas a nosotros mismos y sacudirnos en busca de una reacción. Nos gustaría hacer como Edward Norton en el Club de la Lucha (nombre, ahora que lo pensamos, perfectamente aplicable al Real Madrid) y sacudirnos una paliza reflexiva -reflexiva en el sentido lingüístico, o sea, como el pronombre- a fin de despertar algún apunte de emoción, sea esta de carácter positivo o negativo.

Pero no hay nada, y cuando decimos nada excluimos también el exigible remordimiento por no sentir nada.

I don´t feel nothin'.

I just feel cold.

I don´t feel nothin'.

Just the scars toughening up

around my heart.

Elton John (o mejor su letrista, Bernie Taupin) lo dijo por nosotros hace tiempo, y eso que él no venía de este lugar tan negro en el que estamos. Cicatrices endurecidas, dice Taupin. Cicatriz endurecida es la resultante de haber asistido a la metamorfosis de un ídolo en maestro de lo cómodo, del cálculo y del tráfico de influencias. Esta cicatriz no es ya que no sangre, no es ya que no acuda la emoción a nublar nuestras pupilas ni ante una foto tan hermosa y sugestiva (porque lo es) como la que trae Marca a su portada. Esta foto, combinada con el anuncio de la marcha de un héroe, por mucho que sea héroe pretérito, debería servir para derrumbar la resistencia del alma más gélida pero no.

Nos temíamos, y parece que está aquí, que el proceso Iker -turbio y extenuante como el establishment y la corrección política (edulcoradísima) que lo han alimentado- acabaría por anestesiar el recuerdo de tanta gloria. Eso lo teníamos calculado. Lo que no teníamos calculado era la imposibilidad de alegrarse ante lo que objetivamente, de confirmarse, es una buena noticia para el Madrid, libre al fin del yugo de un problema causado por sus enemigos (entre los que no incluimos al propio Iker, acaso demasiado amigo de sí mismo como para ser enemigo de nadie). Queremos pensar que todo es verdad, que Dios va a quererlo. Queremos pensar que la solución final será una fórmula no excesivamente lesiva para los intereses económicos del Madrid. Pero queremos pensar, sobre todo y al fin, que el Madrid ha tomado buena nota y no va a permitir que renovaciones suicidas le lleven a callejones de difícil salida como los que, en materia de gestión de sus recursos humanos, sufre ahora mismo.

También, pero no lo hacemos constar por tratarse de algo todavía más incierto, queremos pensar que en el transcurso de los días, si se confirma la noticia, seremos capaces de trascender el pasado más reciente y vibrar con el recuerdo de las gestas de aquel a quien (hola, @quillobarrios) tanto quisimos. Queremos creerlo pero en este momento, la verdad, no lo creemos demasiado. El respeto, el reconocimiento y la gratitud siempre; el amor, si el corazón quiere. Y el corazón manda.

As se hace eco de la misma noticia que Marca pero desde una perspectiva pintoresca (¿y cuándo no lo es la óptica de Relanho e seus amigos?). Queriéndonos convencer de lo que tal vez ni ellos crean (a saber: que un portugués es un señor que no lee los periódicos y recibe todo lo que llega de España con solícita hospitalidad y nulo espíritu crítico), pretende que toda Portugal hierve de emoción ante la llegada de Iker. Nosotros, más bien, nos imaginamos al aficionado medio del Oporto preguntándose O qué caralho e isso, pa?, pero quiénes somos nosotros. Quiénes somos nosotros salvo gente que no es imbécil y por tanto sabe que el Oporto va a fichar un portero que, aun no teniendo interés por mejorar, ese es el menor de sus problemas, porque a estas alturas ya no podría mejorar ni aunque quisiera. Solo somos gente que sabe eso, es decir, exactamente lo mismo que sabe el portugués medio, exactamente lo mismo que sabe el aficionado medio del Oporto. No les tomes por tontos, Alfredo. Ni a nosotros pretendiendo que creeremos que lo son.

Consumado el desfiche, si es que se consuma, ¿fichará Florentino?

¿Existe alguna posibilidad, por pequeña que sea, de que Sport y Mundo Deportivo se abstengan algún día de poner la misma foto en sus portadas?

Dos inquietantes preguntas para empezar el día. Con ellas os dejamos. ¿Quién dijo que estábamos aquí únicamente para daros confort?