Queremos tanto a Bale

Coincide la prensa madrileña del día en reconocer el postularse de Bale para la inminente final de Kiev tras su formidable actuación de ayer contra el Celta de Vigo, y bien que nos parece, o mejor, bien que nos parecería si: 1. Esa misma prensa le hubiera dado al galés el trato exigido por su profesionalidad, sus estadísticas y la sola observación atenta de sus  condiciones para esto del fútbol, tan inhabituales, tan difíciles de hallar en otros jugadores, tan contundentes y briosas; y 2. Dicho reconocimiento no fuera algo así como un acto de generosidad y epílogo (cuando no de falsa clemencia casi de emperador romano), sino de plena justicia, esto es, de asunción de la injusticia mediática que se ha venido cometiendo contra Bale desde que se atrevió a pisar el Bernabéu con afán trabajador y humilde, sin aspavientos ante los micrófonos, casi zen, ajeno a todo lo que no fuera ser un empleado modélico.

Por nuestra parte, queremos tanto a Bale, que no nos hace falta su partido de ayer, que no nos hacen falta sus dos golazos contra el Celta para entender que lleva años postulándose, no ya para jugar este o aquel partido, esta o aquella final, sino para seguir formando parte de la plantilla del Madrid del curso siguiente como una de sus figuras destacadas. Luego pasará lo que tenga que pasar, pero quede aquí nuestra opinión, no tanto como muestra de cariño, que es cosa más o menos veleidosa, sino como muestra de reciprocidad, como argumento bien asentado en datos y goles, en asistencias y presencias decisivas, en carreras para la gloria y compañerismo, en sacrificio y espacios abiertos por donde se escucha un galopar que se han empeñado en no escuchar los mismos de siempre, esos que día sí y día también dicen lo que los consumidores (somos eso para ellos, en el mejor de los casos) deben o no deben escuchar.

En Barcelona, en cambio, solo escuchan música celestial, solo comen sopa de pollo para el alma y solo beben la chispa de la vida. Allí Paulo Coelho tiene un filón, que canten los niños, que alcen la voz, que hagan al mundo escuchar... Allí, por ejemplo, no hay duelos ni quebrantos por intentar fichar a las estrellas de rivales directos, allí todo es concordia y buen hacer, fair play y respeto, pacto, diálogo, consenso, todas esas palabras decisivas que se convierten simplemente en fachada cuando se las pervierte, esto es, cuando por debajo habitan palabras contrarias. Mientras el Real Madrid tiene un pacto de no agresión con el Atlético de Madrid que solo beneficia al segundo, el Barcelona tiene un pacto consigo mismo para beneficiarse a sí mismo. Todo en orden. Valors en alza. Que toca la chochona.

P.D. Sobrecogidos estamos por el funerario sombreado que Mundo Deportivo le ha endilgado a Messi por quedar fuera de una convocatoria con la Liga ya ganada. No queremos ni pensar qué recursos gráficos usarán cuando el argentino deje el Barcelona. Tampoco queremos pensar en el volumen de estupefacientes, ansiolíticos, antidepresivos y bebidas espirituosas que no lograrán calmar el desconsuelo de su marcha. Les mandamos nuestro ánimo desde ya.