Qué noche la de aquel día, qué partido el de aquella noche, qué jugador el de aquel partido, qué noche la de aquel jugador. Qué bendita maravilla es el Real Madrid.
Quizá no somos conscientes de la magnitud del encuentro frente al Nápoles, no ya por la importancia numérica, es decir, tres puntos europeos más con la consiguiente recompensa económica y el primer puesto del grupo de Champions, sino, entre otras cosas, por la inyección de madridismo general y la sobredosis de fútbol particular de Jude Bellingham.
La victoria significa muchas cosas. Supone, en primer lugar, la confirmación de que el Real Madrid sigue siendo el Real Madrid. Es decir, ante la adversidad, entrega lo mejor de sí. No importa si una vez cerrada la plantilla se pierde al mejor portero y al mejor central del mundo, y después se les suman el mediocentro más pujante de Europa, el delantero más desequilibrante y el camacampista más dotado e ilusionante del planeta, además del incesante y desesperante goteo de bajas en todas las zonas del campo. No importa porque el Madrid se presenta con lo puesto ante el Nápoles y en Champions y se marca uno de los mejores encuentros de los últimos tiempos.
Qué noche la de aquel día, qué partido el de aquella noche, qué jugador el de aquel partido, qué noche la de aquel jugador. Qué bendita maravilla es el Real Madrid
El triunfo también significa que el muchas veces denostado Ancelotti es versátil, una cualidad intrínsicamente madridista en tanto en cuanto huye del dogmatismo propio de otros lares, y es capaz de obtener resultados con los mimbres disponibles en cada momento sin poner excusas. A Carlo no le molesta el sol ni se justifica bajo decisiones arbitrales o de longitud herbácea. Estos tengo, con estos juego. Y punto. Y gano.
Por cierto, con el 4-2 al Nápoles, Ancelotti iguala en número de victorias en Copa de Europa a un tal Miguel Muñoz, no sé si les suena.
La remontada y media de ayer confirma la entronización de Bellingham como rey del fútbol mundial, sin exagerar ni un ápice. No existe nadie tan determinante como Jude. Su importancia en todas las facetas del juego y su ascendencia sobre la plantilla son absolutas.
Ayer le vimos jugar como los ángeles durante la primera parte, observamos con pánico cómo caía al torcerse el tobillo, cómo se apagaba durante unos minutos, tal vez maltrecho a causa de esta luxación o quizá renqueante de la anterior en el hombro, o a lo mejor solo cansado. Su eclipse momentáneo nos sumió a todos en ese periodo en el que todo thriller que se precie hace creer al espectador que no va a haber final feliz, pero entonces resurgió como se renace en el Real Madrid, por todo lo alto, y nos deleitó con una cátedra de juego: presión, robo, lucha, conducción, pase, elección, desmarque, jerarquía, espíritu, alma y victoria.
La remontada y media de ayer confirma la entronización de Bellingham como rey del fútbol mundial
El partido del inglés fue excelso. Se permitió, una vez más, ejercer de líder, apoyar a Joselu, hacer las declaraciones óptimas al finalizar el encuentro sin caer en la condescendencia, probablemente el mayor peligro que sobrevuela cualquier grupo de élite. No abundaban en junio quienes avisaban de que no éramos conscientes del jugador que habíamos fichado, y en noviembre ha batido récords goleadores de Cristiano Ronaldo, el máximo anotador de la historia del Real Madrid. Como escribió Jesús Bengoechea en su crónica de ayer, «es un delantero, sólo que lo es entre muchas otras cosas». Bellingham es el futbolista total.
Disfrutamos de un partido de culto, y ello significa que no solo deslumbró Jude, sino jugadores como Rodrygo o Kroos. La facilidad del brasileño para infiltrarse y chutar a la escuadra es epatante. Todo el mundo sabe lo que va a hacer Rodrygo y nadie puede evitar que marque de nuevo el mismo gol. Kroos merece capítulo aparte, lento y prejubilado para muchos no se cansa de instruirnos en la práctica del fútbol. Rüdiger, Carvajal y Fede también ayudaron a redondear la fiesta. Por si fuera poco, se estrenó como goleador Nico Paz, otro de los motivos que dotan de importancia al encuentro frente al Nápoles.
Qué felicidad la de anoche, qué partido tan feliz, qué noche la de aquel jugador.
Getty Images.
Creo que los madrdistas debemos estar agradecidos al club en particular a Florentino y Jos Angel Sánchez por la planificación del equipo a Ancelotti por regalarnos el disfrute de este Madrid. Estos días hemos tenido que soportar las quejas de algunos madridistas (piperos?) y en artículos de medios de comunicación que no hay planificación (!!!!!) Y que Ancelotti no es entrenador para el Madrid y que no tiene trabajado el equipo(!!!!!!!!!!!!).
En fin....