El maravilloso texto escrito por Antonio Vázquez recientemente en estos lares me hizo reflexionar acerca de algo que ocurrió la semana pasada. Me encontraba viendo el derbi del pasado domingo con mi familia cuando, llegados al descanso del mismo, escuché a uno de los comentaristas lamentarse del resultado, pues según su criterio ese 0-2 que se llevó el Madrid al vestuario era inmerecido, ya que el Atlético “había jugado mucho mejor”. Si no levanté mi cabeza y mis cejas en señal de extrañeza fue meramente por la fuerza de la costumbre, que ya ha echado raíces en el fondo de mi mente a base de no sorprenderme semana tras semana de las barbaridades que tenemos que escuchar por parte de algunos de los que están detrás del micro. No lo critico. Entiendo que es una profesión difícil en la que uno tiene que comentar y opinar en el momento sobre todo lo que ve o cree ver en el campo, independientemente de si se está intentando o no ocultar la bufanda de cada uno (también lícitas ambas posturas, en mi humilde opinión). Sin embargo, esta cuestión en concreto me retrotrajo a otros comentarios referidos al partido que tuvo lugar en el Santiago Bernabéu frente al RB Leipzig el pasado miércoles, el cual tuve la fortuna de presenciar en el estadio. También en esa ocasión se dijo que el Madrid no jugó bien y hasta que recibió un baño del equipo alemán. Y en ese momento surgió en mi cerebro esa pregunta que nos trae al texto que están leyendo: ¿Qué diantres es jugar bien entonces si no es lo que hace el Madrid?
Antes de exponer mis argumentos, debo puntualizar que, con la bufanda fuera, disfruté enormemente del Real Madrid – RB Leipzig. Lejos de ver aquel baño que se nos impone desde la prensa, yo vi un partido muy igualado en el que los dos equipos se notaban muy bien trabajados. Imagino que esa sensación de superioridad alemana que se nos vende se debe a que la buena presión del Leipzig dificultaba e impedía en no pocas ocasiones una salida de balón limpia de los nuestros. Pero tampoco el Leipzig salía fácilmente de su zona de confort. Los dos equipos se encontraron frente a otro al que le costaba hincar el diente para gozar de ocasiones de gol. A pesar de la buena movilidad en ataque de ambos, la solidez y el trabajo (y talento) defensivo se imponían jugada tras jugada (mención especial a la capacidad de anticipación de Nacho en este partido). Esto hizo que el partido fuera tosco y las ocasiones poco claras hasta que llegaron los tardíos goles, pero de ahí a poder aseverar de manera categórica que alguno de los dos equipos jugara mal hay un océano o dos de distancia.
Porque, ¿qué es jugar bien? Durante unos años, desde la prensa española se instauró la idea de que la excelencia del juego iba ligada de manera directamente proporcional al número de pases dados por un equipo o a su porcentaje de posesión de balón. Si atendemos a este dogma, el baño del Leipzig al Madrid no pudo haber sido tal, ya que el Real Madrid superó al equipo alemán con un 53% de posesión. Sólo un deporte tan precioso y complejo como el fútbol puede, en tan sólo unos años, hacer cambiar de opinión acerca de sus cánones de belleza a una prensa tan vehemente y segura de sí misma como la española.
Si no es la posesión lo que permite dictaminar el buen juego de un equipo, quizá lo haga el número de tiros por partido. Si un equipo realiza más disparos que su rival, es presumible pensar que está más cerca de conseguir el objetivo de este deporte: marcar gol. De nuevo, vemos que esta estadística también favoreció al Madrid: 12 tiros por 9 del RB Leipzig. Sin embargo, esta estadística no habla de si esos tiros estuvieron cerca de ser gol o vinieron precedidos de una buena jugada colectiva del equipo. Se contabiliza de igual manera un mano a mano frente al portero que un tiro realizado desde 40 metros o uno realizado en una posición o ángulo que hace improbable que vaya siquiera a puerta.
Por suerte, también existe la estadística referida a ocasiones clara creadas, que sí que puede ayudar a dilucidar el anterior punto. En este caso, fueron dos las ocasiones claras creadas por ambos equipos, dato que sí que denota la igualdad de la que comencé hablando sobre este encuentro. Sin embargo, aunque creo que el big data y su tropelía de estadísticas puede acercarnos a comprobar si el funcionamiento de un equipo está siendo bueno, malo u óptimo en un partido, poco puede decir sobre el juego en sí mismo de un equipo.
Repito la pregunta: ¿qué es jugar bien?, ¿existe una sola forma de hacerlo o varias?, ¿juega mejor un equipo que da más de 1.000 pases en un partido frente a otro que apenas da 100 pero le gana el encuentro?, ¿juega mejor un equipo que domina un estilo o aquel que es capaz de adaptarse al que más le conviene en cualquier tipo de partido o contexto?
Un equipo juega bien cuando sobre el campo pasa lo que al equipo le interesA que pase. Tan simple como eso
Uno de los primeros axiomas que se suelen enseñar en los cursos de entrenador es que el mejor entrenador no es el que consigue hacer que su equipo juegue mejor, sino el que es capaz de conocer las cualidades de sus jugadores y actuar en consecuencia para explotar las virtudes de los mismos. A partir de estos dos últimos puntos he creado mi propia y humilde definición de lo que considero que es jugar bien. Y ahí va: un equipo juega bien cuando sobre el campo pasa lo que al equipo le interesa que pase. Tan simple como eso. Y está relacionado tanto con el estilo que se quiera utilizar como con las cualidades de los jugadores del equipo y la forma de aprovecharlas. Y es aquí donde enlazo con lo que escribió mi estimado Antonio, porque resulta que Carlo Ancelotti de esto sabe un rato.
El Real Madrid del entrenador italiano es un equipo que efectivamente merece ser comparado en términos de versatilidad con la actriz Tilda Swinton, porque ya no es que sea capaz de adaptarse a cualquier contexto o sobrevivir a él, sino que es capaz de dominar en casi cualquiera de ellos y encontrar la forma de darle, si no a todos sus jugadores, sí a los más importantes contextos favorables para que puedan brillar. Al Madrid le da igual defender en bloque bajo o medio y 10 minutos después salir a presionar alto al rival. Igual domina con la posesión del balón que espera al rival para matarle a la contra con la velocidad de los Valverde, Rodrygo o Vinicius. De la misma forma que es capaz de gobernar con templanza un encuentro a través del criterio, la precisión y el orden de Kroos y Modric, puede reinar en el caos y la locura de las transiciones rápidas abriendo el campo y dejando que sean Valverde o Camavinga los que lancen a los de arriba cuando recuperan el balón. Este equipo domina una inmensa cantidad de contextos y quizá sea este y no la casualidad o la suerte el motivo por el que hasta el momento cuenta sus partidos por victorias (aprovecho esta línea para tocar madera y no ser el gafe que rompa esta racha inmediatamente después del parón).
Pero es que además de aunar esta amplia variedad de registros, el trabajo del cuerpo técnico está siendo magistral a la hora de tratar de aprovechar las cualidades de nuestras estrellas. Tomemos el ejemplo de un jugador para poder ser más específicos: Vinicius. Si el Madrid defiende en bloque bajo, los atacantes preparan el terreno para esperar el pase largo (especialmente de Alaba) buscando la velocidad y lo potencia de Vinicius. Si el ataque es posicional, se mueve el balón hasta que se busca y encuentra un “aclarado” para que Vinicius pueda encarar y nosotros disfrutar de su mejor virtud: el regate. En los últimos partidos, hemos podido ver como muchas veces Rodrygo se aleja de su compatriota para quitarle defensores y dotarle de espacio. Además, ante defensas cerradas también se nota la mano del cuerpo técnico a la hora de buscar automatismos en forma de combinaciones rápidas y a un solo toque para tratar de desarbolar las intricadas defensas de varios jugadores plantados en el área rival. Son triangulaciones difíciles, pero cuando empiecen a salir nos van a hacer disfrutar muchísimo a los aficionados merengues.
No sé si el Madrid es el equipo a batir en Europa, pero sí que aparenta ser uno de esos equipos que va a obligar al rival a hacer una verdadera proeza para poder derrotarlo
Y este tipo de explicaciones las podríamos contemplar con prácticamente cada jugador que entra en la rotación de Carletto. No es casualidad sino causalidad, por tanto, que este Real Madrid sea un equipo tan coral en el que Ancelotti se puede permitir el lujo de rotar tanto y seguir ganando; como tampoco lo es que mientras que en el Barcelona, por ejemplo, Lewandowski lleve la mayoría de los goles blaugranas, en el equipo blanco los goles y asistencias estén repartidos de una forma casi equitativa, lo cual ha acabado siendo una ventaja para un equipo que no está adoleciendo apenas la baja de nada menos que el próximo Balón de Oro. Todo esto está convirtiendo al equipo vikingo en una suerte de hidra de cien cabezas a la que si le cortas una, le aparecen tres más. Como ya escribí hace un tiempo, no sé si el Madrid es el equipo a batir en Europa, pero sí que aparenta ser uno de esos equipos que va a obligar al rival a hacer una verdadera proeza para poder derrotarlo (de nuevo vuelvo a tocar madera para alejar los males que yo mismo estoy generando).
No se dejen engañar por lo que puedan leer o escuchar en otros medios. Un equipo que es capaz tanto de marcar un gol tras casi dos minutos de juego posicional (Hazard vs Celtic) como de hacerlo en una transición rápida usando apenas 10 pases (Valverde vs Atlético) o mediante una combinación como la de Tchouaméni y Rodrygo ante una defensa cerrada como la del Atleti quizá no sepa jugar bien al fútbol según los eruditos de este deporte, pero yo personalmente les puedo asegurar que sabe perfectamente lo que hace.
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Impecable texto.
Los eruditos saben que el Real Madrid suele jugar de puta madre, mejor que nadie. Los "eruditos" ( sarcásticamente entrecomillado) que niegan la realidad son necios y distorsionan conscientemente la realidad. Desinformadores es lo que son.
Impecable texto.
Los eruditos saben que el Real Madrid suele jugar de puta madre, mejor que nadie. Los "eruditos" ( sarcásticamente entrecomillado) que niegan la realidad son necios y la distorsionan conscientemente. Desinformadores es lo que son.