A lo largo de esta Eurocopa, y sobre todo con el éxito portugués en la final, numerosos periodistas y comentaristas han reabierto desde sus tribunas públicas el siniestro arcón de la abuela donde guardamos todos los fantasmas; lo han hecho con la desenvoltura habitual, poniendo sobre la mesa la cuestión de ser fútbol o no ser fútbol. Disyuntiva hamletiana que cabría llamar bizantinismo si hacerlo no fuese asumir automáticamente la falacia misma que supone creer que ganar de ésta o aquélla manera es fútbol, o no lo es.
Porque la falacia radica en sostener que el balompié, per se, puede dividirse como el Mar Rojo y ser abierto por la mitad golpeando el suelo con un cayado mágico, o ser despedazado cual atún en ronqueo. Esto es, esto no. Así sí, así no, así tampoco. Boskov decía, y se repite a modo de chanza, que el fútbol era fútbol. En la perogrullada queda encerrado todo el misterio y la naturaleza del asunto: el fútbol no es un mapa que pueda delimitarse ideológicamente, no acepta fronteras ni artificios que pretendan definirlo por más que el Grupo PRISA lleve sulfatando con esa idea a la opinión pública desde hace muchos años.
Los creadores de opinión que gobiernan la ínsula Barataria del periodismo deportivo han manufacturado un producto. Por nombre le dieron El Fútbol, en mayúsculas. Le atribuyeron también unas señas de identidad, arbitrarias, reconocibles a una legua de distancia: toque horizontal, caracoleo, postcruyffismo, adaptación del indoor al fútbol once, control de la posesión como espíritu de sometimiento del adversario, exhibición de eso que en balonmano se llamaría pasivo -estupendo recurso defensivo, con los jugadores adecuados- y en definitiva, lo que hace Iniesta. Cuando lo hace. Sin embargo, las dos acciones por las que Iniesta pasará a la Historia son dos pelotazos, esa herramienta tan reprobable del fascismo balompédico. El fútbol es más que un deporte, y también es más que un juego. Si sólo fuese lo que la definición clásica entiende por el sport británico, no tendría más relevancia que el hockey sobre hierba. Au contraire, si sólo fuese un juego no iría a ver sus partidos más gente de la que se congrega en la playa cada verano para ver jugar a la petanca. Al tener cierta naturaleza de tragedia griega, de drama, de relato épico y también de comedia, y desbordar los límites de la industria mercantil, el fútbol resulta ser un fenómeno exagerado y global cuya única meta identificable es la victoria.
Y se puede ganar de muchas formas, aunque esto se ha explicado tantas veces ya, que uno se siente estúpido regresando a este callejón que no tiene salida. En un tuit previo a la final de París, una periodista de Cuatro compartió la foto de Xavi Hernández portando el trofeo Henri Delaunay escribiendo que aquello era todo el fútbol que se iba a ver en la noche en que Francia y Portugal se jugaban la corona de Europa. Durante el partido, fue frecuente escuchar que sobre el césped había mucho esfuerzo, mucho tesón, mucho sacrificio y mucha tensión, pero poco fútbol. Como si el agón no fuese la esencia del fútbol mismo. Esta acepción sesgada y privativa del fútbol, amén de ser falaz y bastante simplona, resulta incluso soez. Nadie duda de que los hombres antiguos que trajeron el fútbol a España, los que lo elevaron a la altura que hoy ocupa, los padres fundadores de todos los clubes y del juego mismo, terminarían la discusión con una sonora risotada al escuchar eso tantas veces por nosotros oído y leído de “lo que importa es jugar bien". Lo que importa es ganar, como si Agamenón y sus aqueos se hubiesen contentado con ir hasta Troya para pasear sus carricoches bajo las murallas y organizar un picnic a la orilla del Escamandro.
Es todo de una simpleza que abruma.
Habría que diferenciar entre fútbol formativo y fútbol profesional. En el primero prima el aprender los fundamentos y aplicarlos en el terreno de juego de la mejor manera posible. Las victorias son importantes pero no fundamentales y debe primar el asimilar los conceptos , las diferentes maneras de jugar y el encaje de cada jugador en el rol que mejor aproveche sus facultades para sí y para el equipo.
El fútbol profesional de élite poco tiene que ver con lo anterior. Ahí sólo prima el resultado y el conseguir los objetivos marcados. No es ya un juego, es un trabajo. Como se consigan esos objetivos, dependerá del tipo de jugadores que se tengan en la plantilla y hay muchas maneras de conseguirlos.
Un antiguo jugador profesional, jugó muchos años e incluso fue internacional, me resumió en pocas palabras lo que es el profesionalismo: "Cuando se empieza a ganar dinero, se acaba la diversión". Muchos chicos se pierden por el camino por no aceptar esa realidad.
"Ganar y ganar y ganar y ganar y ganar...y volver a ganar. Eso es el fútbol" (Luis Aragonés pixit y dixit)
A mí ese supuesto purismo me parecería respetable, aunque no lo compartiera, si aplicasen su criterio futbolístico coherentemente. Pero he visto, leído y oído cómo a un equipo que en 240 minutos de dos finales de champions en los que crearon dos ocasiones y media (literal, no metafóricamente) lo aplaudían y pretendían considerarlo como una especie de vencedor moral. He oído cómo a jugadores históricos que han liderado equipos múltiples veces campeones de Europa y que han levado a sus selecciones a ganar el mundial les insultaban abiertamente por atreverse a criticar el tiki-tiki. He visto como llamaban "leyebda" a porteros amiguetes que eran un lastre insoportable para sus equipos y cómo a otros jugadores extraordinarios, ellos, en su suprema sabiduría, les afeaban el que "no entendiesen el juego".
Me tomaría un minuto de mi tiempo en explicar por qué en países con incluso más tradición futbolística que el nuestro está considerado de mal gusto tener el balón sólo para que no lo tenga el adversario. Pero no lo voy a hacer porque en realidad el tema no va de eso. Va de sinvergüenzas, caraduras y vendedores de crecepelo que ya no engañan a nadie.
Saludos.
Es que menuda tropa, los líricos menotistas y otros especímenes, todo más viejo que el hilo negro, por cierto.
Estupendo el artículo y majestuosos los dos comentarios.
El fútbol es ese deporte, en el que juegan 11 contra 11 y, afortunadamente, ya no gana siempre Alemania. Un deporte, que como todos sabemos inventó el Barça en 2009, y en el que no hay más Dios que Pep El Humilde y Xavi Hernández y Santiago Segurola son sus profetas en la Tierra....
Saludos
Por cierto, me gustaría llevar de las orejas a todos estos apologetas del "Jogo Bonito", los talibanes del fútbol de toque y que dicen que prefieren perder a jugar mal (?), a Oporto, Milán, Grecia o Portugal y vea la enorme "tristeza" de los seguidores del Porto, Inter o las citadas selecciones por ganar Champions o Eurocopas jugando tan "rematadamente mal".
Saludos
Al comentar todo este mal espectaculo que fue la Euro,es para resaltar,que el equipo que mejor jugo,fue España.Pero que pasa con este razonamiento?Pues sencillamente que si solo habia equipejos y España fue eliminada ¿que clase de buen juego,se practico?NINGUNO,se jugo al tran,tran y para casa.Baybay.....
Es como la patraña de que a Portugal le benefició ir por el lado fácil del cuadro. Pero olvidan que hace un mes se rasgaban las vestiduras porque España había perdido contra Croacia y perdía precisamente el beneficio de ir por la zona fácil. ¿En qué quedamos? La doble vara de medir de esta gentuza es oceánica...