Tengo la sensación de que durante el tiempo en el que Zidane ha sido el entrenador del Real Madrid ha pasado algo sobrenatural. Si de jugador había momentos en los que daba la impresión de levitar sobre el césped, de entrenador su imagen se había ido volviendo etérea, sutil, transparente, hasta terminar por desaparecer.
En las ruedas de prensa llegaba primero su sonrisa y luego aparecía él, atravesando directamente la pared, como un espíritu…
Estaba en el sofá, con Altolaguirre, llorando a Zidane, abatido: “Era mi dolor tan alto que la puerta del Bernabéu de donde salí llorando me llegaba a la cintura”.
- ¿Te pasa algo?
Mi mujer llegó a casa a las tres, un par de horas después de la rueda de prensa, cuando todavía se me debía notar en el rostro la desolación.
- No, nada.
- No me mientas.
Durante un momento pensé en decirle la verdad y explicarle que durante dos años y medio había asistido a un milagro. Luego recapacité. ¿Cómo se cuenta el milagro de “It's a Wonderful Life”? ¿Cómo le explicas que estás convencido de que Zidane es Clarence Odbody?
- Que no, que no me pasa nada.
No me creyó, estoy seguro de que no me creyó (mi rostro no era capaz de ocultar lo que transmitían mis palabras) pero no me preguntó nada más. Mejor. Prefería guardar el secreto para mí. Zidane había venido a la tierra para evitar que el Real Madrid se convirtiese en Pottersville y todos habíamos asistido al milagro.
Dentro de cien años lo seguiremos contando una y mil veces, repetiremos borrachos, apoyados en la barra de un bar, con los ojos vidriosos, que nosotros vimos cómo los jugadores se multiplicaban como los panes y los peces para ganar una Liga como nunca antes nadie la había ganado. Tambaleantes, con la voz entrecortada, contaremos al camarero entre sollozos que sí, que fue verdad, que vimos a Zidane ganar tres Champions seguidas y desaparecer como un hombre cualquiera dejando la puerta entreabierta.
Nos mirarán como a los locos pero nos dará igual, sonreiremos cómplices porque nadie creerá que vimos la sonrisa de Zidane desnudar almas impuras en las ruedas de prensa. Vimos prodigios y maravillas. Vimos el auténtico señorío y al Real Madrid convertido en un ser humano.
Sonreíd. Hemos asistido a un milagro.
Qué bonito!!!
Amén.
¡Qué "potito" !
Me encanta todo: la peli, nuestro Zizou y el homenaje de este artículo.
Al principio de esta obra maestra escuchamos las plegarias de los habitantes del pueblo pidiendo a Dios que ayude a George Bailey (James Stewart): "Ayúdale, Señor", "George es muy bueno", "Dios mío, jamás ha pensado en sí mismo, por eso atraviesa ahora esta situación", "le quiero, Dios, le quiero".
Más que al ángel Clarence, me parece ver el espíritu de Zidane en la sonrisa de George Bailey, esa sonrisa que incluso en las peores situaciones consigue levantar el ánimo de todo un pueblo.
Y ahora a mirar hacia adelante.
Precioso artículo, sr. Gwynne.
Siguiendo con las analogías. Yo el pasado jueves, cuando escuché "Zidane se va" tuve las mismas sensaciones que hace treinta y muchos años, cuando escuché aquello de "Chanquete ha muerto". No es broma. Había construido un estado de felicidad alrededor de un personaje y unas aventuras de un grupo de muchachos, con los que me identificaba. El personaje aglutinador de la historia ya no está. Los muchachos (al menos alguno de ellos) parece que se separarán.
Yo esperaba sinceramente que Zinedine Zidane estuviese en el Real Madrid quince o veinte años y que cambiase cierta cultura autodestructiva de parte de la afición, incluso de parte de la entidad. Ahora Zidane ya no está, y no veo quien lo pueda sustituir.
Lo de Chanquete y Zidane me parece una genialidad, una de las comparaciones más originales que he visto. Me encanta.
Gracias a todos por leer La Galerna y por vuestros comentarios. Sois muy amables.
Genial.zinedine stewart tambien era el hombre que sabia demasiado y....el de vertigo.se dice poco estos 5 años en europa han sido un hito futbolistico.gracias por todo a zizou y a todos los artifices de estos grandes exitos que tanto nos han hecho disfrutar.a luchar por continuar ganando.Hala Madrid y nada más
¡Qué bello es vivir; qué bello es ser madridista!
It's a wonderful life, así que ¡Hala, Madrid!