He de confesar que lo de ayer en Cataluña causó en mí una afectación mayor de la prevista. Cuando llegó el Madrid a las nueve menos cuarto yo ya estaba exhausto, aunque también deseoso de hallar consuelo o distracción. Cuarenta años de inexorable avance hacia el abismo han terminado por despeñarnos a todos. Ya no había espacio para nada más que caer.
Así estaba yo ayer (hoy estoy mejor) en realidad: despeñado. Estaba como retorcido en medio de la muchedumbre, lleno de polvo y desubicado. Y cada vez que intentaba salir del valle una nueva ignominia me devolvía a mi sitio. Casi rodando. Si así estaba yo, no imagino como debían estar mis amigos catalanes. Bueno, sí lo imagino porque me lo han contado: estaban, están, atrapados.
No sé si el Madrid los liberó un poco. El Madrid tiene eso. Al Madrid hay que verlo porque te saca de donde estés durante un rato. El Madrid es un poco como esos programas estadounidenses de los sesenta por los que se reunían las familias delante del televisor antes o después de cenar. El Madrid es como el programa de Ed Sullivan, donde un día podían presentarte a Los Beatles y otro día a Elvis.
El Madrid, como Ed Sullivan, nunca falla. Ayer no salió Elvis pero sí salió Isco, que viene a ser casi lo mismo. Isco es Elvis recorriendo la yerba del Bernabéu. Isco cantaba ayer Hound Dog y la gente se excitaba. Cómo mueve el malagueño las caderas. Mientras lo veía, yo pensaba que ese bamboleo era una alegría muy española que bien podría hasta enjugar el llanto de Piqué.
Yo entiendo a los independentistas, cómo no, y sé de donde vienen: vienen de la cantera financiada a fondo perdido por el rival y promovida por el golpismo paulatino que ayer, al fin, explotó. El Madrid jugó ayer a las nueve menos cuarto y nos refrescó un poco de todo el polvo del camino. Yo estoy tentado de hacerme madridista para todo, incluso como ideología.
Con esto uno se puede hacer también de diversas facciones sin problemas. O casi. Todas estupendas y compatibles: cristianista, modricista, benzemista... Yo creo que puede ser profundamente liberador que te hablen de separatismo, por ejemplo, y responder con el movimiento de cadera, un movimiento sexy, de Isco en el segundo gol. Que te venga, por ejemplo, Piqué con el derecho a decidir y hablarle del escorzo del de Benalmádena o de las irresistibles maneras de Cristiano como jugador total.
A Zidane le hubiera puesto yo ayer, para que vean, a coordinar a los Mossos. Seguro que alguno se hubiese quedado en el banquillo. Buenas rotaciones habría hecho. Y todo en ese plan. En el Madrid se hallan casi todas las respuestas de este mundo como para no usarlo para casi todo. Y más en días como estos. El Madrid como el programa de Ed Sullivan: entrevistas, actuaciones en directo, humor, noticias. El Madrid.
Yo le daría mucho Madrid a Piqué, por ejemplo, que ayer derramaba lágrimas junquerianas, de chaval adoctrinado y perdido. Y rico. Pobre niño rico y consentido lleno de odio y de complejos inoculados. Yo le daría Madrid en vena para que despertara con otros ojos. Madrid después de cenar como Ed Sullivan, bien apretadito con la familia en el sofá de casa para ver el espectáculo más grande contrapuesto por orden natural al espectáculo grotesco del Barcelona.
Yo ayer veía al Madrid y de pronto mi hija se acurrucó a mi lado y me preguntó que quién era ese, refiriéndose a Cristiano. ¿Y ése, y ése, y ése?, repetía sin parar cada vez que aparecía un jugador blanco mientras yo no daba abasto. Pocas cosas me han producido últimamente una felicidad tan intensa y efímera, que es lo que yo quería en realidad decir aquí. Ese momento con Candela después de todo, viendo por primera vez juntos al Madrid. En el sofá, como si estuviéramos viendo a Elvis en el programa de Ed Sullivan.
A mí también me liberó el Madrid un poco de esa tarde tan agotadora, porque entre la pila de ropa que planché y lo que estaba pasando en Cataluña estaba ya exhausta física y psicológicamente minutos antes del partido. Así es que a las 20.30 guardé la tabla de la plancha, cambié de canal y me senté a ver a mi Madrid. Esto me desconectó de todo lo demás y me relajó todo lo que me puedo yo relajar cuando en el 2º tiempo Ramos, en modo Canelita, me mete esos sustos con ese marcador tan corto jeje.
Saludos
Qué grande eres Mario, casi tanto como el Madrid!