Primero hoy

¿Liga o Champions? ¿Dónde ponemos nuestra atención, dónde nuestro empuje, dónde la ilusión? Parece evidente que es la Champions lo prioritario, no solo por serlo casi por sí misma, sino porque, tras el resultado de la ida contra el Wolfsburgo, toca concentrar toda la energía posible para que explote el próximo martes en el Bernabéu. Y, sin embargo, tal vez no haya mejor manera de que tal cosa suceda que tomarse el partido liguero de hoy frente al Eibar como una especie de ensayo general del que vendrá. Así pues, Liga y Champions, o mejor, hoy Liga porque mañana Champions, no vaya a ser además que al Atlético y/o al Barcelona les dé por perder algún punto -tal vez mermados en medio de su batalla europea- y volvamos a tener que lamentar otra ocasión perdida de seguir estando donde debemos estar.

Marca se decanta por la inmediatez de lo que viene esta misma tarde, si bien cita que la tal vez decisiva jornada liguera tiene la no menor peculiaridad de quedar encajada entre dos cotas de primera magnitud. "A río revuelto, ganancia de pescadores", dice el refrán, y nosotros solo podemos desear que esos pescadores lleven camiseta blanca y puedan ser capaces de hacer una buena faena que les ponga en la mejor disposición para pescar el martes su particular Big fish. ¿Se imaginan recortar hoy algún punto y lograr remontar el martes para pasar a semifinales de Champions? No queremos soñar en balde, pero, qué demonios, sí queremos hacerlo, no solo porque de ilusión también se vive, sino sobre todo porque sin ilusión no se vive. A esto los realistas lo llaman ingenuidad, pero se nos ocurren pocas cosas más ingenuas que creer que existe una sola realidad y que, además, coincide justamente con la que los realistas defienden.

Es esto lo que no entiende (no quiere entender) la portada que hoy nos presenta el diario As. Llama obsesión a la ilusión, al empuje, a las ganas de enmendar un mal resultado, al estímulo extra que el partido de ida supone, a la atención plena que exigen las grandes citas, a la responsabilidad que tiene el Madrid con su afición y con su competición preferida.

Por fortuna, Zidane -el de la Novena ya entrenador- sabe bien de lo que habla y en apenas dos trazos enmienda el titular de Relaño. Sí, "el martes nos jugamos la temporada" y sí, "me gusta cuando las cosas se ponen difíciles, y a la afición también". Entendamos bien esta última declaración. Por supuesto que nos gustaría -y a Zidane también- que el resultado de Wolfsburgo hubiera sido bien distinto, pero una vez que se ha dado el tropiezo -Gianluca Rocchi mediante- se trata de erguirse del todo con mirada inyectada en sangre y de pisar fuerte hacia el objetivo, primero un paso y luego otro, primero un gol y luego otro. El Madrid sabe hacer tales cosas, y lo sabe precisamente porque cree que puede hacerlo y porque en realidad ya lo ha hecho otras veces. Si alguien cree que todo esto puede resumirse con la palabra obsesión, es que ya lo sentimos pero no ha entendido absolutamente nada.

Coincidimos con las palabras de Luis Enrique que recoge la portada de Mundo Deportivo: "Ahora viene lo bueno". Ocurre, claro, que esperamos que lo bueno le venga al Madrid y no al Barcelona, pero entendemos que el entrenador culé quiere decir que estamos ante las horas decisivas de la temporada, esas que separan sin matices el éxito del fracaso, esas que conducen a ganar títulos y el derecho a la continuidad de un proyecto deportivo, o a perderlos y que las voces se alcen exigiendo la enésima creación del mundo (sobre todo si ese mundo es blanco). En esta sección sabemos que hay cierta falacia en estos absolutos, pero mientras reflexionamos sobre ello, ahora nos queda no perder ni un mínimo de atención en estas horas decisivas, ya casi minutos.

El propio Mundo Deportivo nos da una razón para afilar cuchillos: la de que el Barcelona no gane en Anoeta desde el año 2007, ni siquiera con el ínclito Pep. Ojalá vuelva hoy a no hacerlo. Ojalá sea hoy el día de postponer la nueva refundación del Madrid. Eso significará que aún puede venir lo bueno aquí y ahora, casi ya, primero hoy y luego el martes.