Milán no es una plaza que traiga buenos recuerdos al Real Madrid cuando se ha enfrentado a sus equipos locales: el AC Milan o el Inter de Milán. A lo largo de la historia futbolística, únicamente ha conseguido ganar en encuentros amistosos, nunca en choques oficiales. El primer triunfo y la primera visita a la capital lombarda fue en el lejano 1931, en la última parada de la gira madridista por Europa central.
El verano del 31 fue uno de los más importantes y trascendentes del club blanco. Desde la presidencia con Luis Usera se buscó reunir a los mejores futbolistas y la parcela técnica del equipo se puso manos a la obra. El secretario técnico Pablo Hernández Coronado logró el gran traspaso del trío del Alavés formado por Ciriaco, Quincoces y Olivares por los que se desembolsó 60.000 pesetas (25.000 los dos primeros y 10.000 el tercero). Además, Santiago Bernabéu consiguió el fichaje de Luis Regueiro, la estrella del Real Unión a la que tuvo que mentir para obtener su sí. También en esos meses llegaron al cuadro merengue Hilario Marrero, Mandalúniz, Tomás Bestit o Ateca.
El secretario técnico Pablo Hernández Coronado logró el gran traspaso del trío del Alavés formado por Ciriaco, Quincoces y Olivares por los que se desembolsó 60.000 pesetas
El Madrid F.C. de la República estaba reuniendo una plantilla asombrosa que daría frutos muy pronto y que en los siguientes cuatro años levantaría dos Ligas de forma consecutiva y también dos Copas, la de 1934 y la de 1936. Para conseguir dinero y más popularidad, a mediados de agosto embarcaron en un tren en la Estación del Norte de Madrid rumbo a una expedición por Centroeuropa que los llevaría a Budapest, Praga, Berlín, Leipzig, Zagreb y, por último, a Milán.
Entre los expedicionarios estaban los nuevos fichajes, miembros de la plantilla del curso anterior como Leoncito, Bonet, Eugenio, Prats o Quesada, el jugador Luis Marín del Athletic de Madrid a prueba, el dirigente de la Federación Centro (y antiguo jugador madridista) José María Castell y el masajista Pedro Llorente ‘Peris’, junto al técnico magiar Lippo Hertzka. Durante el viaje se comprobó que Ricardo Zamora era un futbolista que traspasaba fronteras y era de los más conocidos del mundo. El arquero, toda una celebridad, era requerido en cada terreno de juego por los medios de comunicación, fotógrafos y jóvenes aficionados en busca de su autógrafo. Además, la gira ayudó a que los nuevos se integraran con rapidez en el grupo e incluso alguno de los nuevos, como Quincoces, sufrió una novatada de manos de ‘Pachuco’ Prats. Así se recogía en la Revista Época: “cuando se fue a acostar, se encontró la cama hecha un museo marítimo. El bueno de Quincoces procedió a quitar las almejas, besugos y demás especies marinas sin que nadie se enterara. Pero al acostarse comprobó con desesperación que le habían llenado el colchón de agua y estaba empapado. No pudo dormir en toda la noche ni abrió la boca en el desayuno. Entonces, llegó la camarera y espetó en voz alta ‘Señorito, anoche debió usted beber demasiado porque la cama está muy húmeda’. Quincoces, claro está, se quería comer a la camarera y hubo que sujetarle, mientras sus compañeros se morían de risa”.
Entonces, llegó la camarera y espetó a Quincoces ‘Señorito, anoche debió usted beber demasiado porque la cama está muy húmeda’. Quincoces, claro está, se quería comer a la camarera y hubo que sujetarle, mientras sus compañeros se morían de risa”
Tras sumar dos triunfos ante la selección de Budapest y el Borussia Berlin, un empate contra la selección de Praga y dos derrotas frente a la selección de Leipzig y Yugoslavia, el Real Madrid arribó en Milán tras seis largas horas de viaje en tren. Allí, el 6 de septiembre, esperaba la Associazione Sportiva Ambrosiana (nombre por entonces del Inter de Milán y que no gusta en el fascismo, por lo que se echó mano de Ambrosio, santo de la ciudad). El estadio donde se jugó el partido fue el Arena Cívica, el campo local de los nerazzurri hasta que en 1947 se trasladaron definitivamente en San Siro. El cuadro transalpino era un conjunto de gran reputación que fue campeón de la Serie A en el curso 1929-1930 y había participado en dos ocasiones en la Copa Mitropa, un germen de la Copa de Europa que disputaban clubes de la Europa Central. El verano de 1931 en la Ambrosiana fue de cambios y el célebre entrenador húngaro Árpád Weisz se marchó al Bari y dejó su lugar a su compatriota István Toth que dirigía a la Triestina. Los nerazurri eran un equipo que llevaba en su filosofía la escuela danubiana, un estilo de juego que priorizaba la fluidez, el buen trato de balón, los pases cortos y la habilidad individual. Pronto en Italia, y por la influencia del seleccionador Vittorio Pozzo, fueron dejando atrás ese método e incorporaron la fuerza, el vigor físico y la disciplina a su librillo, cualidades fundamentales junto a la incorporación de los oriundos para que se coronasen campeones del mundo en 1934 y 1938.
En la presidencia milanesa aún aguantaba Oreste Simonotti, que en diciembre dejaría su puesto a Ferdinando Pozzani. El mandatario hizo un gran esfuerzo económico para reforzar el equipo con dos jugadores procedentes del otro lado del Atlántico para redondear una plantilla ya de por sí muy potente. El uruguayo Héctor Scarone, uno de los futbolistas más destacados de los años 20, y Attilio Demaría, un sensacional interior argentino, desembarcaron en Génova del “Duilio” que les traía de América el 6 de agosto de 1931. Una pérdida enorme para sus clubes de origen, el Nacional de Montevideo y Gimnasia de La Plata respectivamente. Los dos se unieron a un vestuario que lideraba el fantástico atacante Giuseppe Meazza y en el que también figuraban internacionales azzurri como Allemandi, Castellazzi o el que sería años después reputado entrenador Giuseppe Viani.
La expectación de la afición de la Ambrosiana respecto al partido fue muy grande en los días previos, como se pudo ver en los carteles colgados por la ciudad y leer en ‘Il Littoriale’. El Arena Cívica registró un lleno majestuoso con 30.000 espectadores en las gradas deseando ver la afinididad y conexión del trío Meazza-Demaría-Scarone, al archiconocido Ricardo Zamora y a otros hombres que también tuvieron relevancia en la prensa nacional esos días, como la pareja Ciriaco-Quincoces y el interior Regueiro. Las alineaciones fueron las siguientes. En la Ambrosiana jugaron Smerzi, Bolzoni, Allemandi (Perduca), Pietroboni, A. Castellazzi (Viani), Rivolta, Serantoni, Scarone, Meazza, Demaría, y Lucchetta (Mariani). Mientras que por el Madrid F.C. saltaron al terreno de juego Zamora, Quesada, Quincoces; Prats, Bonet, Leoncito; Luis Marín, Luis Regueiro, Olivares, Hilario y Luis Olaso.
El archiconocido Ricardo Zamora y a otros hombres tuvieron relevancia en la prensa nacional italiana de esos días, como la pareja Ciriaco-Quincoces y el interior Regueiro
Lo que ocurrió durante el partido lo describió a la perfección Hernández Coronado en una crónica que envió a Mundo Deportivo unos días después del encuentro:
“Las personalidades del fútbol italiano nos hicieron una gran acogida al llegar a Milán. Entre la población deportiva se advertía un decidido interés por presenciar el juego del Madrid, anunciado en la prensa, probablemente con exageración, como el juego de la verdadera selección española. Esta publicidad aumentó nuestros temores y no eran muchos los miembros de la expedición que pronosticaban un resultado agradable en el match que habíamos concertado con la Ambrosiana, dispuestos, por otra parte, a honrarnos con sus elementos más destacados.
En el campo de Ambrosiana, la muchedumbre llenaba por completo las galerías. El Madrid fu ovacionado al aparecer sobre el terreno. El partido comenzó a bastante tren e inmediatamente se puso de relieve el mucho entusiasmo de los italianos por lograr la victoria. Nuestro equipo comenzó a atacar con indudable acierto estrellándose no pocas veces en la acertada defensa de nuestros adversarios. En una combinación de casi toda la línea delantera, Hilario terminó por apoderarse del esférico, rematando de cabeza el primer tanto. Los italianos vuelven a la ofensiva con más ardor y decisión que antes. Meazza, el gran delantero centro internacional, empata con un magnífico tanto, acogido por el público con una gran ovación. Regueiro deshace este empate con un nuevo gol soberbio, y los italianos vuelven a igualar el score. Demaría es el autor de este segundo tanto de la Ambrosiana.
El partido tiene un interés extraordinario por la forma en que los goals se producen y por la agresividad del Madrid, decidido a obtener la victoria. Por último, Luis Regueiro, oportunamente, consigue el goal del triunfo. Los jugadores de la Ambrosiana realizan a última hora esfuerzos sobrehumanos para igualar el tanteo; pero la defensa española, llena de aciertos, consigue que la victoria del Madrid se mantenga hasta el final del partido
Es imposible describir la decepción del público ante nuestro triunfo. Debía creerse que el Madrid sería vencido con relativa facilidad. Nuestros jugadores han realizado un partido espléndido. Todas las líneas bien cohesionadas y en todas las líneas el entusiasmo y la decisión. Es, desde luego, la mejor actuación del Madrid en su ya larga expedición.
Hay que citar como destacados, sin embargo, a los siguientes jugadores: Regueiro, Zamora, Hilario, Olivares y Bonet. La Ambrosiana no desarrolló el juego que por lo visto esperaban sus partidarios. Descollaron Scarone, Demaría, Meazza y Pietrolani”.
Al día siguiente, la prensa italiana elogió la actuación madridista y, por ejemplo, en ‘La Gazzetta dello Sport’, se pudo leer que “el triunfo fue para los españoles que suplieron las bellezas de un verdadero juego con el brío de la iniciativa personal y con la velocidad y el valor de algunos de sus hombres. Hay que citar al trío defensivo (Zamora, Quesada, Quincoces), al medio Prats y al atacante Regueiro. Como técnica, lo españoles se han mostrado admirables en el arte de embotellar y frenar el ímpetu ofensivo de la Ambrosiana en sus momentos de mayor presión”.
La prensa italiana elogió la actuación madridista. en ‘La Gazzetta dello Sport’, se pudo leer: “el triunfo fue para los españoles que suplieron las bellezas de un verdadero juego con el brío de la iniciativa personal y con la velocidad y el valor de algunos de sus hombres”
El día 9 de septiembre la expedición madridista llegó a Barcelona en el barco “Giulio Cesare”. Muy satisfechos y sin incidencias, varios miembros de la expedición charlaron con ‘Mundo Deportivo’. De este modo, Zamora dijo que “todos bien y muy contentos por los resultados que hemos obtenido. Fue bastante difícil por el desentreno de la mayoría. Jugué muy a gusto en Milán, porque los italianos están en la creencia de que yo soy la providencia del equipo nacional; vencimos bien, a pesar de que tenían en sus filas a Meazza, Scarone y Demaría”. Y Quincoces declaró sobre la excursión: “bonita y bastante favorable; me entendí a la perfección con Quesada”. Por su parte, el técnico Hertzka habló para ‘Heraldo de Madrid’ al llegar en tren desde Barcelona y comentó que la excursión fue “magnífica desde todos los puntos de vista. Cordialidad entre nosotros. Cordialidad de Centroeuropa para nosotros. Hemos sido agasajadísimos en todas partes”. Respecto al choque en Milán, apuntó que “fue durísimo. Toda Italia tenía puesto sus ojos: allí estaban, en la tribuna presidencial, los hijos del ‘Duce’, con un representante de Mussolini. Saludamos… y ganamos”. Además aseguró que esperaba a Luis Regueiro puesto que “es el único que falta por firmar”. Luis Marín no convenció.
El día 13 además se confirmó que el Madrid F.C. recibiría vía postal una hermosa copa de plata al ser el mejor equipo del trío Ambrosiana-Madrid-Wac Viena. Y es que los italianos vencieron a los austriacos por 7-4 y de esta forma el trofeo viajó a la capital española.
Entonces el Madrid F.C...¿ ganó o empató ante el WAC Viena ?.
Hola,
El equipo blanco no jugó contra el WAC Viena. Al ganar el Inter a los austriacos y haber vencido el Madrid a los italianos se les otorgó directamente un trofeo.