Cuántas Ligas se perdieron, porque en días desapacibles y campos hostiles uno o varios bajan los brazos lo bastante para envalentonar al modesto, que una vez crecido le endosa un rosario de goles al equipo legendario. Y vaya primera hora de la tarde hizo en Vitoria, cayendo chuzos como allí se acostumbra e incluso un pelín más coñazo de lo normal, haciendo que sábanas de agua enturbiasen el campo visual, mientras el sonoro lo copaban cánticos de una hinchada presta a saltar de indignación ante cualquier choque, animada a ello por el broncas de cada equipo –Raúl García podría considerarse paradigma contemporáneo de dicho espíritu, ya desde sus comienzos en Osasuna-, aunque el Alavés de hoy no destacó por repartir leña y victimismo en las proporciones usuales cuando llega la visita del Real o el Barça, y la parroquia se enardece por partida doble, una ante la perspectiva de tumbar al gigante, y otra porque la directiva decidió doblar el precio de la entrada, identificándola con día del club.
Pero este año el Madrid parece dispuesto a no dejarse esos puntos meramente laboriosos de ganar. Lleva una racha insólita de juego convincente fundado en entrega colectiva, y sobrellevó el temporal de agua y gritos como un estoico, que no pospone el ahora a un luego, y se remanga para sacar adelante un fregado donde la victoria nunca deja de ser algo solo posible, sin dejarse sabotear por la soberbia ni desanimar por la vulgaridad. Carvajal, por ejemplo, empujó como pudo un balón que botaba a dos metros de la línea, fruto de un cabezazo de Isco a un buen centro de Modric. El malagueño no se prodiga en estas acciones, y la dirección del cabezazo tampoco fue la óptima, pero lleva dos partidos jugando con afán -tras desesperarnos con una prolongada amalgama de baja forma y displicencia-, y al César lo que es del César.
La señora barba de Isco delata quizá un retorno a sí que de un modo u otro es el de toda la plantilla, catalizado se diría por la irrupción de Valverde, un todo corazón provisto de refinados fundamentos a la hora de defender y atacar. Tampoco faltó otra proeza de Ramos, cuyo cabezazo me pareció bastante más difícil que el recordado proverbialmente, por forzar la prórroga en Lisboa, pues la interposición del temporal convirtió el pase de Kroos y su remate en una obra de arte, por cierto enturbiada en el caso de Ramos por un manotazo innecesario terminado en penalti y gol. Quien tiene boca se equivoca, y nada objeto en definitiva a la brega de esta tarde, salvo otra ocasión frustrada del centauro galés para lucirse, porque quien se formó y perfeccionó mientras caían chuzos conoce mejor que otros el bote y el deslizamiento de la pelota en condiciones tales.
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Cuando Isco está bien , se reconoce.
Pues yo si vi repartir cera al Alaves, y victimizar por todo. Lo que no he visto nunca, señor Escohotado , es a estos equipos darle así al Barça, porque suelen acabar con 8 los partidos si se les ocurre, por tanto esa comparación que establece de memoria y carrerilla, no sé de donde sale, porque de lo que un servidor ve cada jornada de liga, ni de coña.
Estoy de acuerdo. Aquí yerra mi admirado Escohotado.
Quizá tienen razón en el reparto de leña. Pero quienes pueden atestiguarlo a ciencia cierta son Cristiano y Messi, por ejemplo. Sería interesante preguntárselo.
Yo lo que quiero y deseo es que Isco y Marcelo, a quienes he tachado repetidamente de exjugadores en otros comentarios de este bendito portal La Galerna (no me escondo, no soy ventajista), me tapen la boca de forma contundente. Como ya lo hizo Karim en su momento.
Gran partido, no de florituras, pero sí de amantes del fútbol de verdad. El Alavés se desempeñó fuerte pero sin violencia. Nosotros vimos la apuesta y subimos mas. Lo peor, una vez más, esa prórroga disfrazada de descuento. No había visto una cosa así desde aquel legendario Farsa - Cerdilla de los 6 minutos de descuento para concederle una última oportunidad al eterno-Balón-de-oro-y-el-que-diga-lo-contrario-es-fatxa-casposo
Pronóstico para hoy 0_4 para los culers, con dos penaltis y dos expulsiones de los Intensos al inicio del segundo tiempo, para desatascar al Equipo del Régimen