Postración

Lo previsible no deja de convertirse en efectivo, como esta tarde, exhibiendo las diferencias entre potencial y real. Ante el Getafe, por ejemplo, hubo cuatro o cinco destacados, y sería temerario afirmar cosa parecida hoy, cuando lo más brillante con mucho fue la jugada de Brahim conducente a su gol.

Courtois, por lo general tan sobrio, tuvo la ayuda providencial de tres palos –dos en la segunda parte- que habrían elevado el marcador a un 6-1, y a despecho de dos intervenciones excelentes puso una mano blanda terminada en gol. Carvajal exhibió la bravura acostumbrada, sin producir una sola jugada meritoria –cosa no inhabitual últimamente-, y el prometedor Vallejo la pifió con una mano tan innecesaria como funesta, dejando al equipo con uno menos; quizá la cámara lenta revele que fue involuntaria, no solo en términos de puro reflejo sino por chamba, aunque en todo caso fuese letal. Librado a dos laterales ineficaces, y a la compañía de un Casemiro otra vez no inspirado, el Nacho de este año bastante hizo rozando el aprobado, porque algo le priva de alegría y por lo mismo de cumplir tan sorprendentemente bien como acostumbraba.

Mi admirado Marcelo parece presa de un encantamiento urdido por el vudú llamado macumba en su tierra, pues él mismo expresa la viva desesperación resultante de no dar una, e incluso dejar que por dos veces la pelota se vaya fuera sin razón aparente, tras poner el pie un palmo más arriba de donde procede. Kroos volvió a mostrarse más invertebrado que lo contrario, y hasta falló algunos pases de los que muy rara vez falla, mientras Isco hacía una nueva exhibición de ineficacia, marrando un gol factible y abundando en regates de más, su defecto primario, si no se añadiese a él la baja forma física.

Por cierto ¿dónde está el Benzema fulgurante de esta temporada, hoy, el otro día y el otro? Idéntico a Cristiano por su estatuto de súper titular, ¿no convendría darle un descanso de tarde en tarde? El dramático descenso en su tasa goleadora parece recomendarlo, y algo convendría hacer en el caso de Asensio, que en cada partido demuestra sus condiciones de jugador formidable, aunque no el arrojo y el tesón demandados para coronar una técnica estratosférica. Las cosas cambian siempre que aparece Vinicius, pues prácticamente todas sus intervenciones desembocan en gran peligro para la meta de rival; pero él mismo suele defraudar justo al final, y esperemos que esa pequeña pesadilla toque a su fin.