Los tópicos nacen de la repetición robótica de una expresión hasta que, ya manida, se incorpora a la conversación, especialmente a la periodística. Fue José Antonio Camacho el que dijo que para triunfar en el Madrid procediendo de la cantera había que derribar la puerta. Pero este concepto, el de la consolidación rotunda, casi por aplastamiento, se ha convertido en poco menos que un cliché. Una fantasía poco realista.
El ejemplo palmario lo tenemos en Sergio Arribas, que lleva al menos dos temporadas y media siendo el mejor jugador del Castilla, liderando, asumiendo el peso del equipo y acumulando goles (muchos de ellos golazos, porque este chico parece desconocer que se puede marcar tantos feos) y asistencias en Primera RFEF, una categoría pequeñísima para su talla futbolística. Arribas ha ameritado con creces disponer de oportunidades con el primer equipo, pero apenas ha disputado un puñado de partidos con los profesionales, casi todos hace dos temporadas.
Esto induce a cuestionarse la verdadera utilidad de la cantera, más allá de la que indudablemente posee como vía de ingresos a través de traspasos. Si un futbolista con el talento de Arribas sigue desperdiciando campañas en el primer filial merengue en el año en que va a cumplir 22, quizás haya que replantearse el sentido de la fábrica, cuyo objetivo primordial siempre ha sido surtir al primer equipo de futbolistas válidos. Al final, gran parte de lo que diferencia a los grandes talentos de, por ejemplo, el fútbol brasileño, es que dan el salto a los primeros equipos siendo unos niños. Así, cuando alcanzan la veintena ya han pasado por el proceso de adaptación al máximo nivel competitivo. Las cesiones masivas no son una solución viable, ya que la FIFA las ha restringido notablemente. Urge revisar el modelo y conocer en qué se está fallando para que el talento que surge en Valdebebas no se esté aprovechando mucho más.
Sergio Arribas lleva al menos dos temporadas y media siendo el mejor jugador del Castilla, liderando, asumiendo el peso del equipo y acumulando golazos
No se puede apelar en esta ocasión a que el primer equipo anda sobrado de efectivos, especialmente en la parcela ofensiva. Se podría considerar que más allá de Benzema, Vinicius, Rodrygo y la solución coyuntural de Valverde como extremo, el Madrid apenas tiene atacantes válidos para entrar en la rotación. Los que la completan son futbolistas totalmente amortizados y en la recta de salida del Bernabéu como Asensio, Hazard o Mariano. Que cualquiera de ellos esté disputando los minutos que probablemente se hayan ganado Arribas y otros canteranos produce cierta incomprensión en el madridismo. Estamos ante jugadores que malgastan una y otra vez sus oportunidades, pasando desapercibidos por los partidos en el mejor de los casos. No existe una relación justificada entre méritos y minutos de juego, y tampoco se está sembrando para el futuro, ya que es bastante probable que ni Hazard, ni Mariano, ni el propio Asensio mantengan su nombre en la taquilla del estadio la temporada que viene.
De sobra conocido es el método de Ancelotti, con más tiempo consumido en vestuarios que muchas baldosas de los mismos, y su concepto de jerarquía (en su caso, pronunciando la palabra con y en lugar de j), priorizando siempre el uso de piezas del primer equipo y considerando a los canteranos únicamente como un recurso de última necesidad. La compleja solución pasa por entregar fichas a aquellos con un recorrido lo suficientemente llamativo como para vislumbrar potencial para mantenerse en el Madrid. Pero será difícil saber si están capacitados para asumir la extrema exigencia de la mejor escuadra del planeta cuando apenas les hemos visto probarse en la elite. Es difícil que Carletto se convierta en un revolucionario de la noche a la mañana, máxime cuando su libreto funcionó a la perfección la pasada temporada, pero quizás es el momento de que mire hacia abajo y ofrezca oportunidades a jugadores con potencial para sumar en el futuro. Y también puede que haya llegado la hora de abandonar los intentos de recuperación de futbolistas que ya no engañan a nadie, por mucho que se venda que se exhiben en los entrenamientos o que están con más ganas que nunca. No tengo nada contra Asensio, que ha tenido grandes momentos en el Madrid, pero si a día de hoy me dieran a elegir entre él y Arribas, no dudaría ni un instante en decidirme por el segundo. Si la disyuntiva fuese entre Hazard y el joven canterano, la duda no llegaría ni a una décima de segundo. O, como diría aquella, un nanosegundo en el metaverso.
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