En la última agonía del partido, cuando tiemblan las piernas de los débiles de espíritu, Sergio Ramos se ocupó, sin preocuparse, de que la última o penúltima jugada del choque acabara en gol y el Madrid pudiera al menos empatar un partido que los errores arbitrales y la salida al campo de Iniesta le habían puesto imposible.
Sin pausa, pero sin ninguna prisa, con la calma que solo atesoran los fuertes, le dijo a cada uno lo que tenía que hacer, casi como si fueran unos scouts recogiendo las tiendas de campaña en el último suspiro del campamento. Así, casi como una rutina, y cuando todo el madridismo se mordía las uñas, repartió tareas entre los dos luk(c)as.
-Tú bloquéame a Piqué para que no pueda marcarme. Y tú, Lukita, pónmela buena que esto se acaba. Me voy para el área. Primero te voy a marcar con un gesto el punto donde quiero que la pongas. Luego daré tres pasos atrás para poder correr hasta el punto donde la vas a poner. Justo ahí.
Sergio fue por lo tanto, a la vez, solista y director de la orquesta. La percusión la puso Lucas y el violín Luka. Ya nos sabíamos la canción, pero la cantamos como si fuese la primera vez.
Joder, con perdón, con el chaval... apunta maneras e importantes.. ojalá hubiera existido en mi época del antiguo B.U.P. lagalerna.com para poder hacer artículos tan interesantes sobre nuestra pasión común, el Real Madrid