Empiezo a escribir en el minuto 45 y me niego a dejarme influenciar por el resultado. La primera parte ha sido buenísima y Tchouaméni es un jugador espectacular, un Pogba cada domingo o un Pogba cada 2 años (en una Eurocopa o Mundial, entiéndase). En la primera jornada ya dejó a Vinicius solo delante del portero y hoy lo ha vuelto a hacer, con un pase con más mérito aún por la cantidad de personal cerca. Aristóteles nos enseñó hace 23 siglos que el hábito no es una acción es una costumbre y sospecho que Tchouaméni nos va a terminar acostumbrando a esto, a robar, a conducir, a pasar, a chutar, a decidir en defensa y también en ataque. Es como si Antetokounmpo jugará también al fútbol en sus ratos libres, un físico para el que LaLiga no tiene antídoto, por ahora.
Y luego tenemos a Vinicius, que se ha empeñado en ser Balón de Oro y mito del Real Madrid y uno ya no sabe qué puede conseguir este chico. Decía mi admirado Valdano que Ramos entraba al campo como si fuera el dueño del Real Madrid, con Vinicius siento algo parecido, parece que juega como si supiera que va a meter gol de ahí al 90. Dice en su twitter: “filho meu, chegou sua hora de brilhar”. No sé dónde llegará, no sé si llegará a lo que Aristóteles llamaba costumbre o se quedará en acción aislada, pero es que este tío produce cuando juega bien, por supuesto, pero también cuando juega regular y mal. Llegó la hora de brillar o no, gana partidos sin hacerlo.
Volviendo al partido, reconozco que la segunda parte ha sido mucho peor, que parecía que teníamos que meter dos goles en vez de uno por la repentina ansiedad y que jamás vi a Benzema jugar peor que en estos 4 primeros partidos. ¿La buena noticia? Que sospecho que cuando “el gato” vuelva a sus hábitos, el Madrid le dará una vez más la razón a Aristóteles y convertirá su fútbol en virtud.
Por último, un DIEZ a la gestión de plantilla de Ancelotti, a tener jugando a siete defensas, a seis centrocampistas y a tres delanteros. Creo recordar que son 19 o 20 partidos antes del Mundial, que llevamos cuatro ganados y si quieres ir al máximo en todos no existe otra fórmula que un equipo de 17 jugadores contento. Maestro, Carlo.
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