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Pitar o no pitar

Pitar o no pitar

Escrito por: Antonio Valderrama12 abril, 2022
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La pitada del Bernabéu, de una parte, vamos a evitar las sinécdoques, a Gareth Bale el otro día cuando salía al final del partido contra el Getafe, ha traído otra vez el recurrente debate acerca de los pitos de la afición madridista a sus propios jugadores. Es un debate antiguo, no obstante. Hurgando en las hemerotecas se puede comprobar fácilmente que hubo épocas mucho peores, mucho más crueles. Como ha pasado con todo, hoy día el fútbol se ha suavizado bastante, se ha “socialdemocratizado”, dando la razón a Pinker con aquello de que la civilización consiste en ir desbastando poco a poco al hombre, redondearle las aristas, irlo haciendo cada vez menos violento.

Esto está bien en términos generales, pero se producen situaciones paradójicas: como con las patadas a las estrellas, nos parece que nunca hubo tantas como ahora,  que nunca hubo tanta permisividad, y basta con mirar algún resumen del fútbol de los 80 para darse cuenta de que hoy se reparten caramelos, en comparación. Como el mundo y todo lo que contiene ha empezado a partir de nuestra generación, el adanismo nos induce a errores de percepción como ese, también a no darnos cuenta de que el fútbol, como consecuencia de lo anterior, es cada vez menos la representación simbólica y pacífica de la guerra y cada vez más ese sport de gentlemen con el que babean los del rugby, un sport arrodillado al entertainment.

Hurgando en las hemerotecas se puede comprobar fácilmente que hubo épocas mucho peores, mucho más crueles. Como ha pasado con todo, hoy día el fútbol se ha suavizado bastante, se ha “socialdemocratizado”

Pero en efecto, hubo tiempos peores. Más crudos. A Míchel se le llegó a pitar tanto que en la fiesta por la cuarta liga seguida de la Quinta del Buitre decidió largarse en el descanso y no ir ni siquiera a la cena de celebración de esa misma noche. El debate es tan viejo como el propio fútbol. A ninguna afición del mundo le ampara el derecho a pitar o a insultar a nadie, pero el fútbol, como tragedia escenificada en vivo ante miles de personas, queda bajo la misma jurisdicción de los toros y del teatro: la jurisdicción del misterio y de la arquitectura de lo efímero.

Todo lo que ocurre en un campo de fútbol está sometido a unas leyes muy particulares. El drama se representa sin trampa ni cartón pues se invierte la linealidad acostumbrada del tiempo, que se detiene, cristalizando en una cápsula de eternidad que dura 90, 95 0 100 minutos, según lo que estime oportuno alargar el árbitro de turno. Se cifra el mundo, como decía Lope de Vega, en un breve espacio. En un mismo partido, como en cualquier puesta en escena que remede la vida misma, se puede morir y resucitar; nada está nunca cerrado del todo hasta la hora de la muerte, que es el pitido final, y se alternan fases de entusiasmo extraordinario con otras de depresión, angustia y aburrimiento. Se trata de sobrevivir a todos esos vaivenes y conquistar con nervios de acero la torre de la princesa, matando al dragón. Para eso hay que tener unos nervios de acero, o mucha suerte.

Benzema brazos en alto PSG

De ambas cosas está hecho el éxito y el fracaso. El Bernabéu siempre ha puesto de manifiesto la máxima napoleónica de que es mejor un general con suerte a un buen general. Igual que el propio Real Madrid es una isla aparte dentro del planeta fútbol, un espacio fuera de las convenciones y de las dinámicas que mueven al resto de clubes, su casa, el Estadio Santiago Bernabéu, no podía ser sino un lugar muy especial, una mezcla absurda y disparatada de Las Ventas, el Anfiteatro Flavio, un reñidero de pollos de pelea y San Pedro del Vaticano. Con el auge del madridismo 2.0, underground, que entró una nueva narrativa madridista en los viejos salones empolvados como La Salle en aquella fiesta de unos nobles italianos relatada por Stendhal en su Vida de Napoleón, a caballo, la cuestión del público tomó un cariz beligerante. Nacieron términos fantásticos como pipero y piperío, verdaderos hallazgos, para ponerle nombre a ese arquetipo de hincha del Madrid, socio por linaje, envarado, tieso y muy madrileñista, que va al estadio ejerciendo un derecho adquirido que por supuesto transmitirá a las siguientes generaciones dentro de su familia. Con la explosión de Tuiter, a ese perfil se le asignaron, en los círculos madridistas desenfadados que venían sin complejos, desde cualquier parte del mundo, a derribar la pared de un cierto establishment que disfrutaba del privilegio de determinar la visión madridista del mundo, una serie de atributos: consumidor de prensa tradicional, cateto de horizonte mental y espiritual estrecho, chovinista y culpable de que el Bernabéu no fuese una olla a presión, un estadio turco o griego, siquiera una bombonera sudamericana o andaluza, como los campos del Betis o del Sevilla.

Igual que el propio Real Madrid es una isla aparte dentro del planeta fútbol, el Bernabéu no podía ser sino un lugar muy especial, una mezcla absurda y disparatada de Las Ventas, el Anfiteatro Flavio, un reñidero de pollos de pelea y San Pedro del Vaticano

El Bernabéu era una sala de recepciones de La Zarzuela y eso era culpa de un determinado tipo de público, tradicional y tradicionalista, que además tenía hasta retrato robot desde aquella exhibición escandalosa de Ronaldinho en el 0-3 del Barcelona de Rijkaard al Madrid de Luxemburgo que propiciaron los famosos aplausos de cincuentones con bigote y treintañeros entrados en carne con cara de dormirse todos los días escuchando La SER.

Como todas las reducciones, esto es un poco injusto. Hay algo en lo de los pitos que trasciende la crítica a tal o cual futbolista. Sobre Bale, sin embargo, se podrían escribir muchas cosas. ¿Acaso se esperaba que el Bernabéu le recibiera con ramos de flores después de cuatro temporadas de manifiesta desidia y de dos años de, directamente, abuso de la buena fe contractual? Pero como digo la cosa va más allá. El carácter veterotestamentario que muchas veces muestra el Bernabéu con su equipo, esa frialdad, lo convierte no obstante en “el estadio más poderoso del mundo”, como escriben los hermanos Del Riego, pues “marca a fuego a sus jugadores hasta doblegarlos y convertirlos en madridistas”. ¿Y qué es un madridista? Un héroe de Homero, incapaz de albergar sentimientos de piedad o indulgencia, construido por la vida para ese concepto teleológico de gloria que es una finalidad heroica de la vida.

Afición Real Madrid

Por eso el Bernabéu “ama el riesgo y la épica”, como se escribe en La Biblia blanca, pero detesta y no perdona la abulia. El Madrid es el equipo más poderoso del mundo porque está esculpido a imagen y semejanza que la fauna que habita su estadio, por eso proezas irracionales como la remontada del otro día al PSG son posibles y seguirán siendo posibles siempre y cuando la leona para cachorros a los que únicamente mueva la voluntad fiera y absurda e inhumana de vencer, de vencer y de vencer. Cristiano Ronaldo o Alfredo Di Stéfano encarnan este ideal que deja muchos muertos por el camino, naturalmente, por eso no todo el mundo vale para el Madrid aunque atesore talento a mansalva. Gente como Sergio Ramos o Karim Benzema no habrían desarrollado su infinito potencial de la forma en la que lo han hecho, logrando carreras extraordinarias, fuera de un ecosistema como éste. A ambos los ha pitado el Bernabéu alguna vez, especialmente sádico con Benzema, pero los dos sostuvieron la mirada del coloso y le devolvieron la bofetada: sólo así, en el mundo de los primeros pobladores, uno se gana el respeto, que siempre precede a la admiración y que termina casi siempre en la devoción. ¿Cuántos Ramos y cuántos Benzema se han quedado por el camino?

El Bernabéu prepara a sus futbolistas para la guerra porque el Madrid está en guerra con todo el mundo desde el 6 de marzo de 1902

Como un gran padre de la Antigüedad, trata con desprecio y altanería a sus hijos y les recrimina cada error con saña, severamente, golpeándolos. Pero no porque los quiera menos, sino porque sabe que deben sobrevivir en un mundo que anhela verlos derrotados, arrodillados, manchada la camiseta blanca. El Bernabéu prepara a sus futbolistas para la guerra porque el Madrid está en guerra con todo el mundo desde el 6 de marzo de 1902. La debilidad y la flaqueza son sangre para los tiburones. Chamartín es el proceso de selección de élites más perfecto que existe en el mundo pues es darwinismo puro, selección natural extrema. ¿Acaso hay otra forma de tener tal emporio de hojalata como el que alberga el Madrid en la trastienda de su estadio, a la vista de todo el mundo, y al que le ha puesto el nombre de Museo?

A cambio de todas estas crueldades, el Bernabéu es el único estadio del mundo que ofrece, cuando es preciso, a sus futbolistas ese rugido salido como del vientre de una bestia ancestral y ese clamor desquiciado, de otro mundo, que impulsa al equipo hasta las alturas vedadas para cualquier otro. Sin sentido y absurdo, como decía el otro día un barcelonista en Tuiter, uno de La Sotana, esto, això, es el Madrid, bien llamado en algunos círculos antis, con esa precisión quirúrgica de la que sólo es capaz el odio inveterado, El Maligno.

 

Getty Images.

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Madridista de infantería. Practico el anarcomadridismo en mis horas de esparcimiento. Soy el central al que siempre mandan a rematar melones en los descuentos. En Twitter podrán encontrarme como @fantantonio

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9 comentarios en: Pitar o no pitar

  1. El madridista no es único pero sí lo es el sentido del ser madridista, saber que hay que luchar hasta el final vamos Real. Respetas al pipero porque el pipero es nuestro.

  2. Excelente artículo. En el fondo y en la forma. Es un placer leer el contenido y la redacción. Enhorabuena, Antonio. No se puede escribir mejor.

  3. Hay que crear una sala de artículos en el tour del Bernabéu. Y Antonio, madridista de infantería, tendrá allí su lugar de privilegio entre los elegidos.

  4. Muy pocas veces vi que pitaran a Fernando Hierro , Butragueño, Chendo, Redondo, Raúl, Roberto Carlos, Modric, Casemiro o Kroos, por poner ejemplos. Y desde luego que estos jugadores por carácter y empeño tienen muy poquito que ver con Bale, así que si a Bale le pitan en el Bernabeu será por hay motivos para que le piten. Sólo falta que a la gente que se gasta un pastizal en su abono le digan lo que tiene que hacer y lo que no. Piperos son los que tragan con cualquier tipo que hace un gol cada 15 partidos y se dedica el resto del tiempo en tocarse los huevos.

  5. A Redondo sí lo pitaron. Sufrió la típica campaña antiextranjera para que jugara un español. Pasó con Redondo y Milla como con Morata y Benzema. Las críticas a Bale empezaron para intentar hacer hueco en el once titular a Isco.

    Nunca se recuerda pero fue muy pitado Seedorf.

  6. 1º.- según mi opinión, el primer problema que tiene el Madrid contra el Barsa, en general, tiene que ver con los trencillas. Para mí, de forma concreta, hablando del juego interior, donde juegan Tavares, Porier y Mirotic. El último, SIN DUDA, con números en la mano, el mejor cuatro de la EL, con diferencia. Los dos primeros, SIN DUDA ALGUNA, los dos mejores pivots de la EL (mejores reboteadores/mint., mejores PIR /mint y 1º y 3º anotador/mint.), con diferencia.

    Para resumir un poco el tema, ayer, efectivamente, fue el primer partido que yo recuerde, en el que los números de falta cometidas, recibidas y tiros libres están claramente del lado del Madrid. He tomado dos grupitos: Tavares, Porier y Yabu, por un lado. Por otro, Mirotic, Sanli y Smits. En ambos casos, los dos grupos cometiron más faltas (+33% y 55%), cosa normal, porque se enfrentan a los dos mejores equipos por encima de la media.

    Una vez dicho esto, los del Madrid han recibido casi un 50% más de faltas y han tirado tres veces más tiros libres de lo que suele ser normal. Y ahí está la gracia, porque esas cifras, deberían ser lo normal. Es decir que, ante las reiteradas ayudas de todo quiski alrededor del mejor pivot y del mejor 2º pivot, no seamos nosotros los que acabemos con tres interiores en el banco. Ayer, solo uno.

    ……..el diablo se esconde en los detalles: hay una primera situación en la que un jugador del Barsa, claramente empuja a uno del Madrid, ¿agresión?. Solución, los dos a la calle. ¿Y eso por qué?. ¿Qué hubiera pasado con el partido con Abalde en cancha?.

    ……..hay una segunda situación en la que dos jugadores luchan por rebote, con posición tomada por el del Madrid. El del Barsa rodea el brazo del del Madrid que, a posteriori, hace lo mismo…..falta del Madrid, a 0.8 sgs., ganando de 1…………hasta que el Madrid, como institución, no ponga pie en pared, no hay nada que hacer.

    2º.- ayer en el Madrid jugaron los buenos. Pena que jugara Llull, 20% tiros de campo y sin la mínima capacidad de parara a un cadete.

    3.- no jugó Rudy, bueno también para el Madrid.

    4º.- ¿Por qué se hecha a Heurtel por borrachín y no ha Yabu?……..los dos parece que son unos crápulas, pero con numerazos, los dos.

    ……….. en fín, creo que Llull consiguió batir el record de minutos en ACB. Bien por él. A ver si se retira de una vez. Ha conseguido cargarse a Alocén, a Heurtel y parece que a Goss. Bien por coach Laso.

    Como última reflexión. Parece que los dos mejores jugadores del Barsa, son Lapro y Mirotic. Parece que los dos no le entraban a Laso (¿y al núcleo duro?)………… en fín, cansado con el mamoneo de la institución R Madrid Baloncesto

  7. Este artículo es como el Bernabéu,lo empiezas y sientes un regusto amargo y conforme lo sigues leyendo te vas “ viniendo arriba” y lo terminas gritando un ¡HALA MADRID ! que te sale de las entrañas.

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🎂Cumple 33 años el hombre que le enseñó a Bellingham lo que significaba «chilena», el hombre tranquilo que no flaqueará jamás ante un penalti decisivo, el gran @Lucasvazquez91

¡Felicidades!

Lamine Yamal es muy joven.

Enormemente joven.

¿Y?

#portanálisis

👉👉👉 https://www.lagalerna.com/lamine-yamal-es-muy-joven-y/

En el hecho de que @AthosDumasE llame a la que muchos llaman "Selección Nacional" la "selección de la @rfef" encontraréis pistas de por qué no la apoya.

La explicación completa, aquí

👇👇👇

Tal día como hoy, pero de 1962, Amancio rubricaba su contrato como jugador del Real Madrid.

@albertocosin no estaba allí, pero te va a hacer sentir que tú sí estabas.

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