Llegó una de las mejores noticias del verano, que no por esperada deja de ser maravillosa. José Martínez Sánchez, el gran “Pirri”, ha sido nombrado por la Junta Directiva del Real Madrid como Presidente de Honor del club – a falta de un trámite, que será la ratificación de su nombramiento por la Asamblea de Socios Compromisarios en el próximo otoño -.
No podía ser un nombramiento más justo y más merecido. Pirri recoge el testigo de su recién llorado capitán y amigo del alma, Amancio Amaro, como “el Brujo” lo recogió el año pasado a su vez de su adorado Paco Gento.
El Real Madrid es ejemplar también en este tipo de acciones. Se respeta la antigüedad de los galones y se nombra a una figura indiscutible del madridismo para un cargo honorífico, bien es cierto, pero de un calado que equilibra tradición, méritos y liderazgo, y que aporta un prestigio adicional a la representatividad institucional: nadie puede olvidar el hermoso gesto del Liverpool FC en Anfield Road a la hora de homenajear solemnemente a Amancio Amaro Varela en el pasado mes de febrero.Y es que la camiseta y el escudo son indudablemente los símbolos distintivos de un club, pero son jugadores como Di Stéfano, Gento o Amancio quienes mantienen vivo su prestigio a lo largo de los años.
Pirri debía de ser el siguiente. Y es que, como bien escribió hace unos años en esta misma revista de La Galerna mi estimado amigo Alberto Cosín, “Pirri es el Real Madrid” . Numerosas son las encuestas en redes sociales sobre la – imposible – tarea de nombrar un 11 histórico del Real Madrid en sus 121 años de historia. Prácticamente ningún madridista vivo vio jugar a Zamora, a Quincoces, a Luis Regueiro. Por no mencionar a René Petit o a Monjardín.
Particularmente, quien les escribe, aunque no pudo ver a Di Stéfano nada más que con imágenes del No-Do, en su 11 ideal solo tiene 3 jugadores fijos, tras haber asistido a partidos en el Santiago Bernabéu desde el ya lejano 1970. Y estos 3 serían el propio Alfredo, Paco Gento por supuesto, y el tercero fijo e indiscutible sería Pirri. Y es que Pirri jugaba de todo, casi como el mismísimo Di Stéfano. Y le podemos poner de delantero centro, de interior, de mediocampista, de líbero, o de central tanto en la derecha como por la izquierda. Hasta de lateral derecho recuerdo haberle visto jugar si el partido de turno lo requería por circunstancias o lesión mediante.
Y Pirri lo hacía todo bien. Remataba excepcionalmente bien de cabeza y con su pierna derecha, repartía juego, corría sin parar, iba al choque y no lo rehuía, cortaba contraataques, defendía los córners con bravura y, sobre todo, ejercía un liderazgo único no solo ante sus compañeros, sino también de cara a sus adversarios y también ante los árbitros, siempre con corrección, deportividad y criterio.
Por cierto, que también lanzaba magistralmente los penaltis: inolvidable fue su sangre fría el 5 de noviembre de 1975, cuando, en el minuto 83, y con el marcador favorable al Madrid por 3 goles a 1, se encargó de batir desde los 11 metros al meta del Derby County, y ponía el 4-1 para llevar a su equipo a la prórroga, en una remontada fabulosa, que culminó Santillana en el minuto 99 para dar el pase del equipo a la siguiente ronda.
Pirri jugó en posiciones adelantadas desde que llegó al club en 1964, procedente del Granada. Prácticamente en todas sus primeras temporadas alcanzó la cifra mínima de 10 goles marcados, llegando a 16 en la de 1970-71, y también a 16 en la 1975-76, en esta última ya haciendo casi siempre pareja en la defensa junto a su añorado Goyo Benito. Cifras de delantero en un líbero, algo difícil de igualar hoy en día. No puede sorprender por tanto que, cuando se retiró en 1980, Pirri era en ese momento el cuarto goleador histórico del Real Madrid, tan solo detrás de Di Stéfano, de Puskas y de Gento, con 172 dianas en 561 partidos disputados. En la actualidad, ocupa todavía un notable noveno puesto, por delante de los 171 goles de Emilio Butragueño.
Y es que Pirri era para muchos niños de la época algo más que un héroe de la Ilíada. Era tan inmenso como John Wayne en “El Álamo”, poderoso, épico. Era como Charlton Heston en “55 días en Pekín”. Era como Steve McQueen en “Los Siete Magníficos”. Un héroe admirado al que todos querían imitar y al que adoraban por encima de todo
De niños, en el colegio, aunque todos queríamos ser Amancios, por la forma alegre de jugar y de regatear a nuestros compañeros de clase, lo cierto es que viendo los partidos en el estadio o por la televisión, todos quedábamos boquiabiertos ante las exhibiciones físicas y de carácter competitivo del jugador español con más personalidad en el campo en los años 70. Recuerdo ver por la tele un España-Francia amistoso jugado en Mestalla en 1971, en el que la Francia de Carnus, Michel, Bereta y Hervé Revelli estaba dando una verdadera lección a la España entrenada por Kubala. Iba el partido 0-2 (con doblete de Revelli) allá por el minuto 60 cuando Pirri se puso manos a la obra para liderar la remontada y poner las cosas en su sitio. Y, pese a la superioridad técnica de los galos, él solo se empeñó en no perder el partido y, finalmente, España logró acabar el partido 2-2 con 2 goles del propio Pirri en 2 minutos, por medio de dos testarazos de clase y de un pundonor infinito.
Y es que Pirri era para muchos niños de la época algo más que un héroe de la Ilíada. Era tan inmenso como John Wayne en “El Álamo”, poderoso, épico. Era como Charlton Heston en “55 días en Pekín”. Era como Steve McQueen en “Los Siete Magníficos”. Un héroe admirado al que todos querían imitar y al que adoraban por encima de todo.
Tras su impecable trayectoria en el Madrid (con nada menos que 10 ligas conquistadas, además de 3 copas de España y la 6ª copa de Europa con los Yé-yés) y en la selección nacional de España (41 partidos y 16 goles), tuve la suerte de presenciar, el día de San Isidro de 1981, un año después de dejar el club para su aventura mexicana en el Puebla, el partido en el que fue homenajeado, que se disputó en una tarde maravillosa entre su Real Madrid y la selección española, y en el que disputó 30 minutos con la casa merengue, cuando fue sustituido por García Navajas. Miguel Ángel, San José, Pirri, Benito, García Cortés, Camacho, Del Bosque, Ángel, Isidro, Juanito y Santillana fue el 11 blanco, que se enfrentó a la selección dirigida por el gran Pepe Santamaría (compañero de Pirri en el club durante 2 temporadas hasta 1966), que formó con Arconada, Celayeta, Alesanco, Tendillo, Gordillo, Alonso, Joaquín, Víctor, Marcos, Montero y Morán, ante un Bernabéu repleto hasta la bandera con 90.000 espectadores coreando cada intervención del fantástico jugador ceutí. El partido acabó 1-1, con goles de Cunningham, que salió en la segunda mitad, y del sportinguista Joaquín por España.
Como en el caso de sus 3 predecesores en el cargo de Presidente de Honor (Di Stéfano, Gento y Amancio),este humilde cronista también ha disfrutado del increíble privilegio de compartir mesa y mantel con Pirri (quien nada más conocernos me comentó que le llamase “Pepe” o “Pepe Pirri”) y puedo afirmar que, si como jugador era un auténtico fuera de serie, personalmente también lo es: además de mantener una forma física realmente envidiable a sus 78 años (la práctica habitual del golf le mantiene como si fuera un hombre de 20 años menos), su conversación es más que interesante, amena, divertida, trufada de anécdotas sobre el fútbol y sobre los compañeros y adversarios de su época, pero también con una atinada visión sobre el fútbol actual, en el que le maravilla que el Madrid contemporáneo haya conseguido en los diez últimos años hazañas similares a las de los años 50. Es de destacar cuánto le brillaba la cara y la sonrisa al rememorar la gesta inaudita e irrepetible de 1966, con 11 españoles ganando la Copa de Europa en Bruselas ante decenas de miles de emigrantes rebosantes de alegría.
Querido Pirri, querido Pepe Pirri, te enviamos desde La Galerna – nos consta que nos lees – nuestra más cordial enhorabuena por tu nombramiento como Presidente de Honor de la institución deportiva más importante y más laureada del universo.
Talento, potencia, inteligencia y "atributos".
Real Madrid en estado puro. En resumen: Pirri.
Disfrute viendo lo gran jugador que fue pero su pundonor en la defensa de nuestro Real Madrid era y será difícil, no de superar, si no de igualar
Gracias por todo lo que nos diste
Pirri fue, en mi opinión, el jugador que mejor reflejó el espíritu Real Madrid, yo lo vi jugar cojo, en un campo embarrado, no recuerdo bien el campo que era.
Se merece que su primer acto sea la presentación de M'bappe
Entre los recuerdos más tempranos de mi niñez, siendo poco menos que un bebé, está Pirri jugando con un brazo roto. ¿Quién si no este extraordinario y ejemplar jugador para ser nuestro presidente de honor?
Dejó aquí constancia de una anécdota familiar, transmitida por mi madre, como testimonio de aquel fútbol que llegaba a muchísima gente humilde solo por la radio. Esta radiaba así los partidos del Madrid: "Amancio a a Pirri; Pirri a Amancio; Amancio a Pirri...". Es fantástico para mí recordar esa anécdota con la que mi madre amamantó mi madridismo desde muy pequeño. Ojalá me lea don Pepe Pirri. Mi enhorabuena y admiración para él, por haber vestido la camiseta del Madrid y haber defendido a nuestro amado club. "Amancio a Pirri; Pirri a Amancio..." algún día en el blanco césped del cielo. Que tarde, por supuesto.