Anoche asistimos a una discusión pública entre Gerard Piqué —aka— Geri, y Sergio Busquets, una de esas escenas de matrimonio que en ocasiones es imposible impedir que ocurran, pero que quien asiste a ellas sufre un alipori agudo.
Me sorprende que todo el mundo diera por hecho que el rifirrafe dialéctico y gestual fuese causado por los desajustes defensivos del Barça, pero los reproches que se arrojaron la pareja culé no tenían su origen en ningún asunto futbolístico.
Os preguntaréis, ¿y cómo puedes afirmar tal extremo con esa rotundidad? Muy sencillo. Ayer La Galerna instaló unos micromicrófonos nanotecnológicos en el escudo del Barça, y la prueba que lo corrobora es el aspecto de holograma que desprendía el emblema azulgrana, similar al de los billetes de curso legal, esos que precisamente escasean en las oficinas del Barcelona.
De modo que pasamos a transcribirles la conversación mantenida entre Geri y Busquets:
—No me fastidies, Sergio, que comemos en casa de tus padres todos los domingos, porque no vayamos mañana no va a pasar nada. Vamos, creo yo.
—Geri, es que ya no me tratas como antes, te noto distante, abstraído, no sé qué te pasa, ¿acaso has dejado de quererme?
—Ya estamos con lo mismo de siempre, eres la reina del casito, necesitas que atención exclusiva las veinticuatro horas del día, y hay más persianas en el mundo.
—Personas, no persianas, Gerardo.
—Ese ha sido un golpe bajo, Sergio, sabes que soy disléxico y a veces me se escapan gazapos de ese pito, perdón, tipo.
—Claro, ahora yo soy el malo, para variar.
—Victimista, lo que eres es un victimista. Y no corrijas mis errores disléxicos delante del niño Coutinho. Sabes que los reproches hay que hacerlos en la intimidad. Anda, pírate al centro del campo y sigue jugando, que estos del Atleti nos van a dar la del pulpo.
—Mucho vete al centro del campo, pero luego tú no quieres ir donde mis padres. Parece mentira, con lo mayorcito que eres, que aún no hayas interiorizado tu papel en esta relación. Pues ahora me enfado. Meh.
—Pero qué interiorizar ni qué leches, Sergio. Interiorizar es lo que ha hecho Ancelotti con Marco Asensio, tú lo que quieres decir es asumir, gañán.
—Ay, por favor, qué repelente has sido siempre, Geri, de verdad. Y qué poco tacto, al final me vas a hacer de llorar.
—¡Y dale periquito al torno! Qué me dejes tranquilo y te vayas al centro del campo, que al final nos va a marcar hasta Luis Suárez.
—Me provocan tremenda tristeza tus palabras y tu actitud. Esto se veía de venir, ya me lo decía mi padre. ¿Te acuerdas cuando fuimos a la primera comunión de nuestro ahijado Ernesto, que te pasaste la misa mirando al infinito y sin prestar atención a la familia? Y claro, yo allí con una cara de seta que lo flipas, aguantando el chaparrón.
—Lo que te digo, siempre rebuscando en el pasado, como Karina —murmura Piqué al cuello de su camiseta.
—¡No reces por lo bajini, Gerardo!
—¡Que no me llamo Gerardo, que me llamo Gerard! Me lo dices porque sabes que me molesta, pécora.
—Claro, y tú me puedes llamar Sergio y no Sergi y no pasa nada, ¿no?
—¡Pero si tú prefieres que te llamen Sergio! ¿Estás loco?
—Me has vuelto un infeliz, malvado. Ya no disfrutamos momentos divertidos, como cuando nos queríamos comer el mundo.
—Qué tío más cansino…
—Ni tampoco me sacas de excursión, como cuando fuimos a ver las motos con el sobrino Pedrito. ¡Me tienes abandonado, buaaaaaah! —Busquets llora desconsolado.
—Mira, esto es insoportable, que te aguante tu padre, que se comía los goles doblaos.
—¿Y luego soy yo el de los golpes bajos? Sabes, Gerardo, no te aguanto más. Por eso vete, olvida mi nombre, mi cara, mi casa y pega la vuelta.
—Jamás te pude comprender.
—Vete, olvida mis ojos, mis manos, mis labios, que no te desean.
—Estás mintiendo ya lo sé.
—Vete, olvida que existo que me conociste, y no te sorprendas. Olvida de todo que tú para eso tienes experiencia.
JA JA JA JA JA JA JA JA JA JA JA JA JA JA JA JA.
Puede que estuviesen discutiendo del tal Nico, que ayer descubrí que es el hijo de Fran. Este chaval promete, el primer gol origen de esta riña, es culpa enteramente suya. Primero pierde la marca de Lemar y luego trata de seguirle con velocidad de abuela. Araújo que venía mucho más detrás casi evita el desastre, pero no, tampoco llegó. Y luego lo del tal Gavi, al que el pelopincho zascandil de la retransmisión considera que promete mucho porque le sacan una amarilla. En fin, que esta liga seguro que se queda en Madrid esperando a que el Paleti estalle financieramente como lo está haciendo la Farsa.
Estaba viendo que iba a intervenir Camela. El último párrafo ha sido antologico.