Después de varios días de intensa lluvia, y a pesar de que la previsión no auguraba nada mejor, aquel 1 de mayo amaneció soleado, sano, un perfecto día de pesca para inaugurar la temporada.
Había quedado con Piqué en una cafetería al lado del Puente Internacional de Behobia. Nos conocíamos desde hacía varios años y, aunque le había insistido muchas veces para que me acompañase a pescar, siempre me había dado largas.
-¿Has pescado alguna vez? –le pregunté mientras metíamos los aparejos en el maletero del coche.
-Nunca, no tengo ni idea. Mi tiempo libre es para el póker.
-El póker es el mus de los pobres. ¿Sabes jugar al mus?
-No tampoco. Ni pesca, ni mus.
-Tranquilo, con el tiempo uno madura, yo te enseñaré a disfrutar de las dos cosas.
Desde el coche veíamos el río revuelto. Salmones y otras especies migratorias como lampreas, sábalos, anguilas y truchas habían empezado su remontada para desovar. Cuando llegamos a la antigua presa de Endarlatsa, aparcamos, sacamos las cañas y comenzamos a caminar por la ribera del río. El sol se colaba entre las ramas de los árboles y aparecía y desaparecía en las aguas con tal brillo que nos obligaba a entornar gozosamente los ojos.
-¿Y tú que opinas de Florentino?
-Nada, no opino nada, ya sabes que para mantener una amistad nunca hay que hablar de fútbol ni de política.
-A mí lo que no me gusta del Madrid es ver las personalidades que hay en el palco y cómo mueven los hilos de este país.
-Ya, ya te lo he oído decir más de una vez. ¿No sería mejor que me preguntases algo sobre la pesca?
-Yo nunca jugaría en el Madrid. Es un Club sin valores.
-Sí...ya…
Unos cien metros más adelante vimos un saliente desde el que surgía una pequeña y resbaladiza escalera natural que bajaba a un profundo pozo. Allí, en aquel tranquilo remanso esperábamos, con un poco de suerte y pericia, ser los primeros en capturar el primer salmón del Bidasoa.
-Tira, tira sin miedo, sí, sí, de ahí, del hilo, del sedal.
-¿De aquí?
-Sí, de ahí mismo, no lo sueltes.
-¿Ya?
-Que sí, joder, ya. Tira, se va a escapar.
-No noto nada.
-A ver, Piqué, no te lo voy a volver a repetir. ¡Tira! ¡Tira! ¡Ya!
-Ahora, ahora sí, ahora parece que tengo algo, ¡Sí! ¡Sí! ¡Ahí viene! Mira, mira, se le ve la cabeza.
-Parece un Gaspart, no lo sueltes ahora, mantén la tensión de la caña, son muy escurridizos.
-¡Hosti tú! ¡Que vienen dos! Sí, sí, son dos, hay otro detrás, pegado, le tiene mordida la cola y no lo suelta.
-Vale, vale, tranquilo, mantén la calma. Hay que sacarlos, voy a coger la red, acércalos muy despacio…más…un poco más…¡Ya está! Los tenemos.
-¿Qué son?
-Uno es un Gaspart y el otro un Pallarés. No son especies autóctonas, vienen de lejos, del Mediterráneo, de la zona de Barcelona. Allí son muy apreciados aunque tienen la piel muy dura, durísima, pero al horno y con un buen refrito de ajos y guindilla están cojonudos.
Dos horas más tarde habíamos llenado dos cubos. A Piqué su primer día de pesca se le había dado especialmente bien, la suerte del principiante, había cogido un Gaspart, un Padrón de casi dos kilos, un Pallarés con el dorso azulado, un Rosell verdoso con una franja rosada en sus costados y un Jaume con una larga aleta arcoiris. En mi cubo había un Gascón, un Cabello con afiladas púas y un Claramunt de albufera.
-¡Han picado! ¡Han picado!
-Bien, bien.
-¡No puedo! ¡Con este no puedo!
-Aguanta, Piqué, aguanta, suelta y recoge sedal, deja que se canse.
-¿Sedal?
-Hilo, joder, hilo. Que no se escape.
-¡Joder, cómo tira!
-¡Lo veo! ¡Lo veo! ¡Es un Secretario de Estado! ¡Un Soler! ¡Es un Soler!
-¡Ayúdame! Me va a tirar al río, no puedo con él.
-Voy, voy.
Nos costó casi media hora sacar al Secretario de Estado pero mereció la pena. Estaba regordete, con sus doradas medallas y sus distinciones repartidas por su lustroso lomo.
Lo tuvimos que filetear allí mismo ya que no entraba en el cubo.
-¡Otro! ¡Otro!
-¡Cuidado! ¡Mucho cuidado! ¡Es un Cerezo! ¡Muerde!
-¿Muerde?
-Sí, un montón. Hay que sacarlo con el bichero, este de un bocado te arranca los dedos. Nunca había visto uno por aquí. Es precioso.
-¿Lo coges tú?
-Sí, sí, estoy listo, acércalo un poco más, ya, lo tengo, al cubo con él. Has tenido mucha suerte, es de los más complicados de pescar, es muy difícil verlo en ríos, es más de desovar en áticos.
Para la hora de comer los cubos rebosaban de pescado. Había llamado a mi mujer para que nos acercase un tractor con remolque de un casero amigo de la familia. Seguimos pescando y cuatro horas más tarde ya estaba casi lleno. Teníamos peces de todos los tamaños y colores: dos o tres rojos intensos, un azulado, varios rojiblancos, más de media docena azulgranas de ojos saltones y aletas desplomadas, peces escurridizos, resbalosos, algunos tercos, grandes, pequeños, uno gigantesco que sobresalía del resto y los aplastaba con su peso, y uno diminuto capaz de ponerse de pie y hacer reverencias a los demás.
-¿No hemos pescado ningún Bernabéu? Me habían dicho que el río estaba lleno.
-No Piqué, no, ni uno, no hemos pescado ni uno. En estas corruptas aguas no crían.
-Yo quería un Bernabéu, el premio gordo, el primer salmón del Bidasoa.
-Piqué...
-Dime.
-Vete a tomar por culo.
Genial. 🙂
Me reí un montón.
Excelso. Piqué, siguiendo con el símil pesquero, sería un buen merluzo.
Buenísimo.
Buenísimo, y que risas.
Buenos días y me alegro que haya mandado a semejante basura a tal sitio, a mí por más o menos
lo mismo me censuraron algún mensaje tiempo ha, sin duda, que todavía hay clases
Saludos blancos castellanos y comuneros