Dicen que ayer Luka Modric falló una ocasión muy clara, dicen que cometió un error garrafal, lo dice hasta él riéndose de sí mismo, aportando un poco de humor y frivolidad —de inteligencia, al fin y al cabo— en un entorno, el del fútbol, necesitado tanto de humor como de frivolidad —y de inteligencia—. No quiero llevar la contraria a Modric ni pretendo corregirlo —ni a él ni a nadie—, no tengo el gen Benítez, pero Luka Modric no falló una ocasión muy clara, pese a que todos vimos que ocurrió, Luka Modric simplemente juega al fútbol.
Es una obviedad, sí, de hecho, le conocemos por ese motivo, pero no sería necesario decir nada más para explicar su remate a puerta vacía frente al Cádiz que se marchó fuera. El hecho de ser futbolista lleva implícito que unas veces se mete dentro y otras se “mete fuera”, porque no es posible meterla siempre donde uno quiere, del mismo modo que no es posible que siempre sea de día. Que las cosas no salgan como uno pretende es inherente a la vida y quien no lo acepta lo lleva peor que quien sí. Y lo que es peor, lo llevan peor quienes le rodean por tener que soportarlo, por tener que aguantar sus reacciones al no ser capaz de asumir la realidad.
Modric nunca pretende instruirnos en nada y por ese motivo es uno de los jugadores de quien más aprendemos. Porque Luka juega con honestidad, con entrega, con responsabilidad. No falta al respeto a sus compañeros de profesión, ya sean jugadores, técnicos, árbitros o demás oficios engarzados al fútbol. Es atento y comprometido con los aficionados. Es educado con la prensa. Es profesional con el Real Madrid.
Modric nunca pretende instruirnos en nada y por ese motivo es uno de los jugadores de quien más aprendemos
Porque todos sabemos que la mejor forma de enseñar es con el ejemplo. Uno asimila conocimientos con más facilidad de alguien que no pretende adoctrinarlo, de quien no está obsesionado con venderle su relato, con convencerlo de que su manera de proceder es la mejor.
Si uno tiene suerte en la vida, puede encontrarse con una persona Luka Modric. A menudo las personas Luka Modric no son conscientes de lo maravillosas que son y sufren cuando la “meten fuera”, como ayer Modric. Su humildad no les permite imaginar lo grandes y lo importantes que son para otros, lo apreciadas y queridas que son, el bien que hacen a quienes las rodean, precisamente por el mismo motivo que Modric, por su ejemplo. Porque el bien de verdad se hace cuando nace sin pretenderlo.
Uno aprende una barbaridad de una persona Luka Modric, observando lo que hace y, casi más importante, lo que no hace. A uno le apetece estar con las personas Luka Modric precisamente porque no actúan con la obsesión de que la gente esté junto a ellas. Uno quiere a las personas Luka Modric precisamente porque no mendigan cariño.
La característica Luka Modric a veces no es comprendida. El croata llegó al Madrid para tapar vergüenzas, le llamaban Peluka Modric, era menos apto para el Madrid que este o aquel jugador que ahora no soy capaz de recordar. A las personas Luka Modric les sucede igual, en ocasiones son incomprendidas. Como dice la canción de Serrat: “Tiene muchos defectos, dice mi madre / Y demasiados huesos, dice mi padre / Pero ella es más verdad que el pan y la tierra”.
Sigamos disfrutando de Luka Modric porque “sin querer tú, te envuelve su arrullo”.
Y si usted tiene la suerte de conocer a una persona Luka Modric, quiérala, cuídela porque no hay muchas.
Getty Images.
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