Penaltitos 

Buenos días. ¿Quién no quiere a Carlo Ancelotti? Nosotros sí. Mucho. ¿También cuando no acierta en sus decisiones y acabamos palmando contra el Getafe por varias razones, entre otras sus pocos inspiradas sustituciones? También. ¿También a pesar de que tuvo la ocurrencia de alumbrar en rueda de prensa el término “penaltitos”, hace algunos días, y esa idea en principio loable ha terminado por ser usada (no era difícil preverlo) en contra del Real Madrid? También. ¿También a pesar de que ayer el Madrid sufrió un arbitraje de juzgado de guardia que contribuyó enormemente a desactivar sus opciones, y sin embargo nuestro técnico prefirió centrarse en el ataque más desaforado a sus jugadores que se le recuerda desde que llegó a hacerse cargo de la plantilla en esta segunda etapa?

Sí. También.

“Seguimos de vacaciones”, dijo Carlo textualmente, y nos parece un mensaje inusitadamente duro, sobre todo comparado con la ausencia completa de denuncia del miserable arbitraje de Melero, sobre cuyo atentado a la justicia y el decoro no se cortó Alberto Cosín en su comentario arbitral de La Galerna, como tampoco se cortó el mismísimo Butragueño al término del choque (“Es un agarrón, y agarrón en el área es penalti”, declaró el Director de Relaciones Institucionales). Muy corto has tenido que quedarte plasmando la realidad indignante, Carlo, cuando hasta el Buitre te adelanta en afán reivindicativo. Nada, absolutamente nada del agarrón a Marcelo aparece en esta primera plana de As (podéis buscar alguna referencia por tierra, mar y aire, os deseamos suerte), a pesar de que todos sepamos que esa misma jugada en sentido contrario haría hoy correr ríos de tinta, real y virtual.

Y lo malo, Carlo, es que la gente se quedó con la copla de eso que dijiste sobre los penaltitos, que no había que pitarlos, ¿recuerdas? “A mí me parece bien que no los piten”. Le faltó tiempo a Carlos Martínez, en la retransmisión de Movistar, para atribuir el diminutivo al flagrante penalti a Marcelo, así como para citarte impúdicamente para justificar el que no se señalase. Parece que hayas nacido ayer, Carletto. ¿Quién te mandaba a ti decir lo de los penaltitos? ¿Acaso a estas alturas no has aprendido ya que cualquier declaración bienintencionada va a ser usada en contra del Real Madrid, sirviendo de patente de corso para todo? Otro sufijo muy distinto a “-ito” debe merecer el penalti para que Butragueño (¡Butragueño!) llegue a circunvalar los límites de la diplomacia al ser preguntado al respecto (por cierto, bravo al reportero de Movistar que osó hacerlo, en contraste con Rottenmeier). Penaltazo, carajo, penaltazo, por mucho que no exista para As y el diminutivo carlettiano dispare con retroceso. El problema no es que a nosotros no nos piten ningún penaltito sino que no nos pitan ningún penalti, como clamaba al cielo Israel Garcia Montejo en estas páginas hace poco, mientras que a otros sí se los pitan. Los penaltis y algunos penaltitos también.

Lo más grave de lo sucedido ayer en Getafe no es tanto el penalti birlado como, digamos, casi todo lo demás. Porque un penalti puede verse o no verse, un penalti es opinable. Lo que no es opinable, y forma parte en cambio de una filosofía común a todos los árbitros de cámara de la prima de Monchi, es que cualquier equipo relativamente pequeño que juegue contra el Madrid tiene cheque en blanco de patadas desde el minuto uno, puesto que en cualquier caso, como reza una regla no escrita (cuidado: a lo mejor sí está escrita y solo queda encontrar dónde), la primera tarjeta será siempre para el Madrid. Ayer la vio Rodrygo por una falta completamente normal en medio de una ensalada de hostias completamente impunes del Getafe, y tan solo un rato después la vio el propio Carletto (¡Carletto!) por un levantamiento de ceja claramente antirreglamentario. 2-0 disciplinario eventual, marcador que no mejoraría mucho. Así se cuecen las encerronas, amigos. Nosotros, a estas alturas, ya nos conformaríamos con que esto se verbalizara, es decir, que saliera Rubiales (o quien proceda) y en solemne testimonio confirmara el secreto a voces: “La inmensa mayoría de los equipos que juegan contra el Madrid tienen menos presupuesto y peores jugadores que los blancos. Es por ello que nuestros colegiados no imparten justicia, sino que ejecutan mecanismos compensatorios. Cualquiera lo puede entender y lo debe aplaudir. ¿Cómo les vamos a sacar tarjetas a los jugadores del Getafe, con plantillas tan modestas, cuando juegan contra el todopoderoso Real Madrid? No, hombre, no, nosotros no somos así. No vamos a acosar a esas pobres criaturas. Que repartan, hombre, que repartan. Al fin y al cabo, esas cosas luego no salen en El Chiringuito. Allí solo salen los penaltis. Oh, wait!, que en este partido también tenemos uno”. No sabemos si ha salido en El Chiringuito o no, la verdad. Estamos tan hastiados de esta competición que preferimos trasnochar para otras cosas.

Por ejemplo, seguir con el portanálisis.

Marca sí se refiere al penalti, pero pretendiendo nadar y guardar la ropa de una manera tan cínica que, la verdad, casi nos parece preferible la omisión completa de As. Sí, es esa fórmula impersonal y tibia sobre la cual, ya lo hemos dicho alguna vez anteriormente, nos gustaría arrojar todo el vitriolo acumulado en la Navidad. “Se reclama un penalti a Marcelo”.

¿Cómo que “se reclama”, Marca? ¿Quién lo reclama? ¿El que lo haya hecho Butragueño (¡¡Butragueño, que no reclama ni la vez cuando llega a la frutería!!) no os parece suficiente para ser más explícitos, para darle más cancha a la reclamación? Y sobre todo: ¿a vosotros qué os parece, Marca? ¿Cómo que “se reclama”? ¿Es penalti, penaltito o penaltazo? ¿No os vais a pronunciar? Según algunos madridistas en las redes sociales, tras el partido, no es penalti porque Marcelo está viejo y no habría llegado a centrar en todo caso. Ajá.

Líbrenos el Señor de esos madridistas, líbrenos de la equidistancia plúmbea de Marca y líbrenos (a ser posible) de más tardes toledanas de Militao. El brasileño, que hasta ayer estaba firmando una temporada de matrícula de honor, cometió un error que está más allá de lo garrafal, más allá de lo grotesco, que desembocó en el gol que al final sería el único del partido. No comprendemos nada de lo que le sucedió a Eder en la jugada: ni cómo la perdió ni cómo reaccionó (¿?) al perderla. Es una de esas raras ocasiones en que una cagada resulta tan patente y rara que la posibilidad de un inmediato envío al banquillo no nos habría parecido demencial. A Eder, como a Carlo, también le queremos mucho, a pesar de un pesar tan lóbrego como el de ayer. Habrá que arroparle para que no le afecte.

Por lo demás, el Barça ganó en Mallorca con un gol del denostado Luuk De Jong. La verdad, hemos llegado a un punto en que no sabemos si en esta sección debemos (o no) seguir comentando las andanzas del Barça. ¿Acaso hacemos lo propio con las del (digamos) Osasuna o Levante? Bien es verdad que ni Osasuna ni Levante tienen dos diarios dos a su entera disposición. Sí algún día los tienen, tal vez los incluiremos en esta sección en lugar de Sport y Mundo Deportivo. Seguro que dan más juego.

En cuanto al Madrid, que jugó regular en el primer tiempo y mal en el segundo, qué decir: que toca reflexionar y que, llegado el caso, cuando vuelvan a asaltarnos (fijaos que no decimos “SI vuelven” sino “CUANDO vuelvan”) quejarnos con un mensaje coherente: club, jugadores y técnico. No es que siguiéramos de vacaciones, Carlo, aunque a lo mejor también. Es que los que no descansan son otros.

Pasad un buen día.