Hemingway llevaba en el bolsillo una pata de conejo en sus años primeros de París. La llevaba para escribir bien, para tener una buena jornada de trabajo y luego poder pasear tranquilo el resto del día y hacer así acopio inconsciente, feliz, de ideas para evitar a la mañana siguiente el folio en blanco. Algo de esto debe de necesitar el Madrid. Cualquier medida, hasta la superstición, es buena en una dinámica en que cualquier alteración parece que lo trastoca todo de tal manera que se pierde la identidad que luego hay que ir a buscar al baúl de los recuerdos. Qué delicadeza la de este equipo. Lo sacas de su hábitat y pierde las propiedades, se estropea: un equipo gourmet. Pero qué maravilla acudir cada tarde a la plaza con la esperanza de asistir a lo mejor de Romero, a lo mejor de De Paula.
Hay que poder asirse a algo siempre. Algo íntimo, algo propio, como una oración, como un lema, como un grito de guerra. Yo oí a Valdano decir al principio del partido que el Madrid estaba controlando la situación, pero yo no hacía más que ver correr a Modric hacia atrás, como espantado. En realidad así jugó todo el equipo: espantado, como presa de un ambiente desconocido, terrorífico (supongo que igual que el resto de equipos víctimas del Wolfsburgo, que tiene nombre de fantasma), que a mí me dio mala espina desde que encendí el televisor y vi la arquitectura, la iluminación, el tamaño. Un lugar tétrico, impersonal, igual que una oficina gris (y verde) alumbrada por tubos fluorescentes.
El penalti señalado, que no cometido (como los cometidos y no señalados) vino a traducirlo todo. La reacción de Casemiro no fue la reacción ante una injusticia sino ante un suceso paranormal, un hecho paralizante que dejó al Madrid postrado. Se movía, sí, pero sin cabeza, como un pollo. Por eso se vivieron sucesos extraños. Marcelo fingió una agresión con el peor de los estilos: el de los Busquets, Alves, Alba y compañía pero sin la técnica adecuada. A Benzema de un golpe le perdieron la paleta y Bale no fue un samurái al galope sino Madmardigan, el de Willow, huyendo de maridos cabreados disfrazado de mujer. Hubo caos, ofuscación, una sensación de pérdida irreparable, de búsqueda vana de sensaciones.
Estuvo en el campo Ramos de la Calzada, un jugador cada vez más asiduo, aunque el humor bueno lo puso Danilo, ese galán de los terrenos de juego que está inflado como el caballo de Pat Stamper. Pero yo vi sonreír al final, a pesar de todo, a Zidane, que dijo estar orgulloso de sus jugadores, y cuyo mensaje fue: "tenemos la oportunidad de cambiar esto". Yo también lo creo. Yo no vi falta de actitud. Yo vi otra vuelta de tuerca, de Henry James, donde hay fantasmas o no. Según se mire. Yo los vi, como los jugadores, pero ya estamos de vuelta en casa, donde la institutriz ya no narra la historia y Zidane sonríe aunque por dentro esté viendo a Materazzi.
Yo creo que Zizú sí lleva la pata de conejo en el bolsillo, y todas las mañanas son nuevas mañanas mientras haya días (queda uno), y desde ese último piso para escribir se ve el hotel donde Verlaine se pegó un tiro, creo. Yo ese pesimismo soberbio, esa crítica atroz, no la miro. Yo critico esa máxima del aficionado que achaca a la actitud todos los problemas (¿qué Benzema se lesiona?, eso es por la actitud. ¿Penalti injusto o no pitado?: la actitud). El mismo que ahora se aburre, desdeña el espíritu de la remontada, el espíritu de Juanito. ¡Si esto es un juego! ¡Juguemos! La última conquista que le queda al relativismo es el Real Madrid, y después de eso ya no quedará nada. Por eso yo voy a frotar la pata de conejo, como Zizú, la pata de Juanito, hasta que se le vean los cartílagos para poder, al menos, reconocerme como madridista, como niño, cada mañana.
Pienso igual, yo no vi falta de actitud, lo que vi fue incredulidad, perplejidad de lo que estaba pasando, si hasta el árbitro quería jugar y pechar balones por delante de Cristiano. Creo que para los jugadores fue como un suceso paranormal, de esos que te quedas con la boca abierta porque viste o casi a los fantasmas.
Lo q es paranormal es lo q ha pasado esta temporada en el Madrid, empezamos por la alineación indebida en la copa del Rey, continuamos con la cama a Benítez y terminamos con la liga tirada en febrero y un pie y medio fuera de la champions. La verdad es que no reconozco a mi club. Parece que en ese club nadie hace su trabajo.
Saludos
Siempre me sentiré un niño con mi REAL MADRID. Si es un juego, juguemos a ganar, sin olvidar que a veces se pierde. HASTA EL FINAL VAMOS REAL!!!
D. Mario Ud. la clava siempre. Perdí o gané muchas tardes siguiendo a D. Curro Romero, muchas tardes de decepción para ganar una , sólo una en que conocí la Gloria. Y el Madrid, mi Madrid me ha dado muchas tardes de Gloria. Así seguiré, porque me siento niño, o se es o no se es.
HALA MADRID!!!
Amen! No se puede añadir nada más que mejore su comentario Alex
Disfruto con las medias verónicas de Curro y sufro con los bajonazos pero no tiraré nunca almohadillas a la plaza. Saludos madridistas y hala Madrid!