Como en esta vida no hay semana tranquila para el Real Madrid, ahora que parece que con Zidane se han calmado las ánimos en la sección de fútbol y que la prohibición de fichar por la FIFA tendrá que esperar, para alegrarnos la existencia se nos presenta un nuevo escándalo con un jugador protagonista, en este caso, de la plantilla de baloncesto de la pasada temporada.
Marcus Slaughter, nacido el 18 de marzo de 1985 en San Leandro, California, trigésimo primer Estado de los Estados Unidos a los que se adhirió el 9 de septiembre de 1850; fichó por el Real Madrid en el verano de 2012, un año después de la llegada de Pablo Laso al equipo como primer entrenador.
Ala-pívot muy físico, conocido con anterioridad en España por su paso por el Valladolid en la temporada 10/11, suple sus evidentes carencias técnicas con una gran entrega en la cancha, habiendo sido pieza básica en el entramado de Laso en todas y cada una de las tres temporadas que ha jugado en el equipo. Mediocre jugador ofensivo, sin embargo su despliegue defensivo fue vital para la consecución de los títulos de la temporada pasada, teniendo plaza fija para esta, que sin embargo quedó vacante a pocas semanas de empezar la temporada tras su fichaje por el Darussafaka Dogus turco, que le ofreció un contrato por más del doble de lo que ganaba en el Madrid.
Jugador muy querido en general por la afición blanca, tanto por su trabajo dentro de la cancha como por su excelente relación con las redes sociales, desde hace algo más de medio año se sitúa en el centro de un escándalo de pasaportes ilegales del que se empiezan a tener nuevos datos que no le dejan en buen lugar y por el que ya empiezan muchos a suspirar para que salpique al Real Madrid.
La cosa es que el bueno de Slaughter, nacido en San Leandro, California, trigésimo tercer Estado de los Estados Unidos de América, etcétera, obtuvo hace cosa de un año un pasaporte de Guinea Ecuatorial. Guinea Ecuatorial, colonia española entre el 17 de abril de 1778 y el 12 de octubre de 1968, no tiene relación conocida que sepamos con San Leandro, California, etc. etc. ni con la familia del jugador pero eso no fue óbice para que obtuviera su correspondiente pasaporte ecuatoguineano.
¿Y por qué es importante este pasaporte? Pues porque el número de jugadores “extracomunitarios” que pueden participar en la Liga Endesa está limitado, hasta el punto de que Slaughter empezó la temporada pasada como tercer “extracomunitario” del equipo, por detrás de Gustavo Ayón y el Facu Campazzo, disputando solo la Euroliga (donde no existe limitación en cuanto al número de “extracomunitarios”) hasta que en febrero, con su nuevo pasaporte bajo el brazo, pasó a ocupar plaza de “no-extracomunitario”, siendo inscrito como tal en la Copa del Rey de la que el Madrid saldría vencedor.
Nótense las comillas al hablar de “extracomunitarios” y es que en el galimatías de pasaportes en el que se ha convertido el baloncesto europeo, hay que distinguir entre jugadores españoles, jugadores formados en España, jugadores comunitarios o con pasaporte de uno de los 50 países que integran FIBA Europa, jugadores “cotonús” y finalmente, jugadores extracomunitarios, que son los que toda la vida de Dios conocimos en este país como extranjeros hasta que la Unión Europea borró las fronteras de los Pirineos para algunas cosas (para otras no tanto).
Salió el palabro “cotonú” en el artículo y, aunque ya nos referimos a él con anterioridad, señalaremos que básicamente se refiere a un ciudadano de uno de los 78 países de la Asociación de África, el Caribe y el Pacífico que el 23 de junio de 2000 firmaron con la UE en Cotonú, Benín, el acuerdo con ese nombre por el que se regulan las relaciones de cooperación de la Unión Europea con todos ellos, con el fin de favorecer su desarrollo social, económico y cultural. Como parte de ese artículo, se pasó a considerar que cualquier ciudadano de uno de esos países debía tener las mismas oportunidades para aspirar a un puesto de trabajo dentro de la UE que un ciudadano europeo. O lo que es lo mismo, que un ciudadano de Guinea Ecuatorial se consideraría comunitario a efectos de empleo. O lo que es lo mismo, desde que la ACB suscribió el acuerdo en 2011, que un ecuatoguineano se consideraría como jugador comunitario a la hora de tramitar su ficha y no ocuparía plaza de extracomunitario, limitadas a dos por equipo en España y a cifras similares en el resto de Europa.
Y claro, quien hizo la ley no siempre hizo la trampa, pero al menos la consintió. Y así, desde hace años proliferan por Europa multitud de jugadores americanos con pasaportes de dudosa procedencia. Estos pasaportes hasta 2011 correspondían a países habitualmente de Europa del Este o a repúblicas exsoviéticas integradas en la rama europea de la FIBA y desde ese año, se amplió el abanico a los países africanos, con aún menos control a la hora de expedir documentos de identidad. Estos países no tenían problemas en nacionalizar a jugadores procedentes de los Estados Unidos a cambio de que se comprometieran a jugar con sus selecciones en futuros compromisos internacionales. De esta forma, y por no extendernos en demasía, en los últimos años hemos visto a Dontaye Draper y Oliver Laffayete jugar con Croacia, a Taylor Richardson con Montenegro, a Jaycee Carroll con Azerbayán, a CJ Wallace con la República del Congo…
Hay que hacer notar que con la subida del nivel medio del baloncesto europeo y la bajada del americano, los jugadores que llegan desde el otro lado del Atlántico ya no son tan determinantes como los que llegaban hace años y en muchos casos no mejoran el producto nacional. De esta forma, gastar una ficha de extranjero en uno de ellos es algo que hay que pensarse mucho, y por ello los pasaportes europeos o cotonús están tan cotizados en el mercado.
El problema viene cuando los propios clubes imponen o exigen a los agentes de los jugadores que consiga uno de estos pasaportes para fichar por el equipo o para mejorar sus contratos. Entonces es cuando el fraude se dispara y adquiere la gravedad que tiene en los últimos años.
¿Y qué ha pasado con el caso de Marcus Slaughter que lo hace diferente de otros casos anteriores?
Pues que en febrero pasado obtuvo un pasaporte de Guinea Ecuatorial y rápidamente fue inscrito por el Madrid como cotonú, con el tiempo justo para disputar y ganar la Copa del Rey al FC Barcelona.
Andando el tiempo, tras otros 12 partidos disputados en la Liga Endesa, se descubrió desde la FEB que la numeración de su pasaporte coincidía con la Andy Panko, jugador por entonces del Baloncesto Fuenlabrada, también nacionalizado en las mismas fechas por Guinea Ecuatorial. Como consecuencia, el Madrid decidió reinscribir a Slaughter de nuevo como norteamericano, dejando fuera del equipo en los playoffs por el título a Campazzo para que pudiera ocupar su plaza. El Madrid obtuvo el título de liga con la aportación de Slaughter, como es bien sabido.
Todo quedó ahí hasta que nuevas noticias sobre el caso han saltado con alborozo a las páginas de La Vanguardia, de donde se han extendido a las de la prensa deportiva catalana para posteriormente llegar a otras webs más serias.
Así, se sabe que se ha iniciado un procedimiento judicial para esclarecer los hechos y que dentro de ese procedimiento, la embajadora de Guinea en Madrid ha remitido una carta al Juzgado en la que recalca que los pasaportes de Slaughter y Panko son falsos. Ambos habrían sido expedidos por el Consulado de Guinea en Las Palmas cuando los dos jugadores vivían en Madrid.
¿Y ahora? Pues ahora viene el lío. Slaughter y Panko comparten agente, Misko Raznatovic, que viene a ser algo así como el Jorge Mendes del mundillo FIBA. Los tres se podrían enfrentar a una pena de cárcel de hasta dos años por haber falsificado los pasaportes.
En cuanto al Madrid, tanto la ACB como el FC Barcelona ya han anunciado que se personarán en el proceso para “defender sus intereses”. Y es que, si se demuestra que el Madrid tenía conocimiento de la falsedad del documento de Slaughter, podría haber incurrido en alineación indebida tanto en la Liga Endesa como en la Copa del Rey (parece que lo de las alineaciones indebidas en Copa puede ser una nueva moda).
Por cierto, al hilo de esto, permítame el señor Joan Josep Pallàs, alborozado autor del artículo de La Vanguardia, que le haga un par de puntualizaciones:
1. Marcus Slaughter disputó 13 partidos en la fase regular de la Liga Endesa, pero el primero de ellos lo hizo como norteamericano. Corresponde a la novena jornada de liga, disputada el 30 de noviembre de 2011. Slaughter ocupó ese día la plaza de Facu Campazzo, baja para dicho partido. Si hasta febrero de 2015 no obtuvo su flamante pasaporte guineano, difícilmente pudo un par de meses antes jugar como tal.
2. El FC Barcelona podrá reclamar por la final de la Copa del Rey, pero nunca el Valencia por los playoffs por el título, puesto que su reclamación en playoffs por la alineación de Slaughter se debió a que la mesa cometió el error de no inscribir al jugador en el acta del primer encuentro de semifinales. Por entonces el Madrid ya había retirado de la circulación el pasaporte guineano y ocupaba la plaza de Campazzo como extracomunitario. Por otra parte, esta alineación indebida fue juzgada y sobreseída por la ACB, al entender que el error no era achacable al club blanco sino a la mesa de anotadores. Por tanto, poca cosa puede alegar el Valencia a estas alturas.
Volviendo al hilo del artículo, tenemos un escándalo en ciernes que seguro va a afectar al Real Madrid, aunque se acabe demostrando que el club no sabía nada. Ya sabemos que todo lo que ocurre en Concha Espina se amplifica, de modo que acaba resultando que estos casos no deberían ser juzgados por la Audiencia Provincial de Madrid sino por el Tribunal Penal Internacional. El club será juzgado y condenado sumariamente en pocos días, sin esperar a que el caso siga su recorrido en el Juzgado y esto no deberá sorprender a nadie.
¿Y qué puede pasar? Pues yo recuerdo un par de casos parecidos:
1. En 2009, Pete Mickeal, por entonces en el TAU Cerámica, fue descubierto con un pasaporte búlgaro falso. Como hacía solo dos días que lo había obtenido, no llegó a jugar ningún partido como búlgaro y el TAU lo reinscribió como norteamericano. La Federación Búlgara de Baloncesto acabó archivando el caso poco después y el caso quedó en nada, si no estoy equivocado.
2. En la temporada 1989/90, el Juver Murcia y el Obradoiro se jugaban el ascenso a la ACB. Por entonces, en Primera B solo se podía inscribir a un extranjero y el Murcia contaba con dos Mike Phillips y Esteban Pérez, jugador argentino de ascendencia española que sería inscrito con un DNI español y sería decisivo para que el Murcia arrollara al club santiagués y lograra el ascenso. El escándalo saltaría poco después cuando se descubrió que Esteban Pérez había sido inscrito con un DNI tan falso como que se le habían cambiado los apellidos. El jugador era conocedor del caso y nunca lo negó. Al Obradoiro le costó 19 años obtener de la Justicia el reconocimiento a la alineación indebida del Juver Murcia y el ascenso a la ACB por vía administrativa en la campaña 2009/10.
Se enfrenta por tanto el Madrid a un escándalo del que no se va a poder librar, entre otras cosas porque el Barcelona no lo va a dejar pasar (si acaba de reclamar la anulación de un partido de fase regular por una posible falta en el último segundo sobre uno de sus jugadores, cómo va a dejar escapar la posibilidad de obtener una Copa del Rey en los despachos) y porque en el baloncesto, en esto de los pasaportes llueve sobre mojado. Tan es así, que el CSD ha prohibido la inscripción de jugadores nacionalizados que no hayan jugado antes partidos internacionales con sus países de adopción (es el caso de KC Rivers, sin ir más lejos).
Personalmente, me parece vergonzoso que se recurra a estos métodos para poder fichar jugadores y sobre todo, me parece escandaloso que, siendo conocido por todos los actores implicados en el desarrollo de las competiciones europeas, se permita y se fomente por no pocas federaciones nacionales. Ojalá este caso sirva para que se ponga coto a este mercadeo de nacionalidades que hace poco bien al baloncesto.
Dicho esto, no sé si el Madrid tiene algo que ver o no; eso se verá en el Juzgado. Me inclino a pensar que toda la acción del Madrid se acaba en reclamar a Slaughter la obtención de una nacionalidad cotonú (algo que por desgracia hacen el Madrid y el resto de clubes europeos) y que todo este embrollo se debe a su agente (el hecho de que sea el mismo que el de Andy Panko creo que clarifica bastante el origen de todo), aunque ya digo que esto quien lo deberá determinar es el juez. Eso sí, visto el ratio de éxitos de los servicios jurídicos del Real Madrid, la cosa no parece demasiado clara.
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Por fin me aclaro con este tema (vaya lío hay con la nacionalidad de los jugadores). Esperemos que todo vaya bien para el Madrid y el Barcelona no consiga su propósito.. aunque sabemos que para la mayoría de la prensa y medios de comunicación el Real Madrid es culpable hasta que se demuestre lo contrario...
Buenas noches D. Pablo, extraordinario artículo, que clarifica el monumental lio en que nos han metido
otra vez terceras instancias y que nos vamos a comer como que 2+2 son cuatro. Vamos por partes
en el aspecto jurídico reconocer que La Orga tiene derecho a personarse como parte perjudicada
en el aspecto moral denunciar que La Orga, club que presume de valores y humildad, demuestra una
absoluta falta de estilo, clase y categoría al intentar ganar en los despachos, lo que no pudieron
ganar en el campo, la serie de cuartos de final que ahora no recuerdo contra quien, la serie
semifinal contra el Valencia y la serie final contra la Orga ( 3-0 ) las jugamos con el norteamericano
ocupando plaza de extranjero.
Esta claro que si La Orga, no se hubiese personado en el procedimiento, la escandalera habría sido
mucho menor y lo que en realidad buscan es someternos a la pena de Telediario, que la gente oiga
que el Madrid esta siendo investigado, por un posible delito, luego cuando dentro de unos meses
cuando el tema quede en nada, que es lo más probable, a la noticia de la absolución le aplicamos la
paz de los cementerios, ( el silencio), pero su propósito que es enmierdarnos ya lo han
conseguido y es que hay una parte sustancial del madridismo ( con la junta directiva a la cabeza)
que no se han enterado o prefieren no enterarse de QUE ESTAMOS EN GUERRA.
Saludos blancos, castellanos y comuneros
Magnífico el artículo. Es la primera vez que entiendo todo este embrollo y sí, es de temer el resultado visto el "buen hacer" de los servicios jurídicos, que encajan más derrotas que un equipo de Jémez.
Y por supuesto, de acuerdo con Comunero. Hemos sido atacados y estamos en guerra. Desgraciadamente creo que esta directiva pamplinosa firmará una paz sin honor antes de pegar un solo tiro.