El pasado del Barcelona, el futuro del Madrid

El análisis de las portadas de los periódicos deportivos de hoy

Buenos días tengan ustedes y también Koeman, por quien amanecemos hoy algo preocupados. Ayer compareció en rueda de prensa y digamos que su estado no parece el idóneo para encarar todo lo que apenas acaba de empezar: que si no podemos fichar (no lloréis), que si las cantidades que se mueven en el fútbol son excesivas para cómo está el mundo (We are the world, we are the children), que si no nací yo para cargar con esta losa, que si no se nos puede exigir como antaño (cuando no nos preocupaba un pimiento el estado del mundo, ni las cantidades de los fichajes, sino sólo nuestro ombligo), que si Messi, por qué nos has abandonado, que si la abuela fuma...

Y para colmo no estará hoy Pedri contra el Getafe. Y tampoco Piqué, y tampoco Eric García. Normal que Sport titule como titula. Normal que Koeman estalle, aunque no hacía falta ilustrar el titular con una foto en la que en efecto parece que el entrenador azulgrana fuera a estallar literalmente, dejándolo todo perdido de Koeman no solo de palabra, sino de carne y hueso. No le hace ningún favor esa foto a Koeman, ni tampoco a la estética, que es lo que por aquellos lares más procuraban agenciarse como clavo ardiendo de su relato de luz y de color. Ay, la tómbola, amics, qué caprichosa es a veces, qué ingrata, qué cantidad de lágrimas hace verter cuando uno ha tenido todas las papeletas y de repente va y las pierde porque wild is the wind.

Con el viento se fue Messi, al que siguen llamando en las portadas culés, como quien precisa de sus fantasmas para seguir viviendo, noqueados, narcotizados, como quien ya no puede seguir adelante más que arrastrando sombras y pasados y voces arrebatadas por el destino cruel. "Todo listo para el debut de Messi", reza Sport. "Messi, a escena", reza Mundo Deportivo. Sufren una especie de síndrome de Estocolmo en Barcelona que pasa por París. No saben qué ha pasado. No se lo explican. Se acostumbraron a respirar por los poros de Messi y ahora estallan de falta de aire. Messi era el capitán, el barco, el mar, el faro y el puerto, y ahora no hay más rumbo que un remedo barato del monólogo de Segismundo, un "ay, mísero de mí" de melodrama sobreactuado.

Mientras las voces del pasado alimentan los días errantes del més que un club, el Real Madrid sigue aferrado a una promesa futura, a la que tan sólo le falta concretar si el futuro es cuestión de horas o de meses. Todo parece dispuesto para la llegada de Mbappé, incluso Vinícius, sobre todo Vinícius, que ya lleva dos partidos seguidos siendo la referencia en ataque del equipo por calidad, por esfuerzo, por constancia, por empuje y hasta por deleite y sonrisa. Sin llegar a las muy altas cotas del partido contra el Levante, fue notable la actuación del brasileño (recuerden, 21 años) contra el Betis (lean la crónica de Quillo Barrios). No fue tan notable el juego de Carvajal, quien regresaba a la titularidad tras meses de lesión, pero bien vale una nota más baja si se compensa con el gol de la victoria a pase de Benzema (lean también las notas de los nuestros).

"Ganando esperan...", titula Marca. Y esos puntos suspensivos son estas horas, estos días, o tal vez estos meses hasta la llegada de Mbappé. Mientras tanto, se hace necesario seguir ganando y se hace necesario corregir algunos desajustes defensivos y perseverar en la intensidad que señaló Ancelotti tras el partido contra el Betis.

Con intensidad cantaba Sara Montiel su Fumando espero, algo lánguida y maravillosamente decadente. Algo así nos pasa a todos en esta espera, buscando un chaise longue donde pasar las horas hasta que se consume lo que se tiene que consumar y entonces, una vez más, sea el Real Madrid lo que siempre ha sido, lo que ahora mismo es, pero más.

Pasen un buen domingo, sin desesperos. No vayan también ustedes a estallar.