Los que sigan esta serie quizás recuerden algunos comentarios que hice sobre el viejo museo que tenía el Madrid en los años 70, en el capítulo IV . Ciertamente, no era un lugar emblemático ni estaba a la altura del mejor club sobre el planeta Tierra. Todo ello cambió en 1999, cuando se ubicó en el lateral del Paseo de la Castellana un espacio para que los socios y simpatizantes pudiesen ver in situ los principales trofeos conquistados por el club a lo largo de su historia. En 2003, ya bajo la presidencia de Florentino Pérez, se logró ampliar el espacio y constituir un verdadero Museo Real Madrid, en dos amplias y alargadas plantas, y que desde entonces constituye la verdadera joya de la corona del Tour del Bernabéu.
Ya desde hace algunos años, el Museo es el tercero más visitado entre todos los museos y monumentos de la ciudad de Madrid, sólo por detrás del Museo del Prado y del Reina Sofía, con más de 1.200.000 visitantes al año, y cada año representa la atracción con mayor crecimiento en España.
Suelo visitarlo cada año, en familia pero a veces también solo, sobre todo cuando algún nuevo inquilino en forma de Copa de Europa de fútbol o de Euroliga de baloncesto se incorpora a la familia del Museo. Si bien es cierto que los niños menores de 10 años disfrutan más con la vista panorámica del estadio desde el 4º anfiteatro, o cuando se sientan en el banquillo del Real Madrid a pie de campo, o contemplando las taquillas de sus jugadores preferidos en el vestuario, la verdad es que para los buenos amantes del fútbol y del baloncesto y todos aquellos que sienten amor y veneración por nuestra historia, la visita del Museo propiamente dicha es un auténtico privilegio y un acontecimiento único.
Tras acceder por la Torre B, sita en la esquina entre la calle Concha Espina y el Paseo de la Castellana, se sube por unas escaleras mecánicas hasta la Sala de Trofeos, una experiencia inolvidable. Ya desde el primer momento se respira abolengo, alta alcurnia, prosapia, el linaje más puro y más genuino. La autenticidad. Madridismo puro. Una enorme emoción se apodera desde ese mismo momento de todos los que veneramos al Real Madrid Club de Fútbol desde siempre. En ese instante vienen a mi memoria los álbumes de cromos de los primeros años 70, dificilísimos de completar a no ser que se visitase la minúscula tienda del mítico “Pirulo”, en la calle Ibiza, frente al Retiro, 0 donde el venerable anciano nos vendía a los niños aquellos cromos que nos faltaban: Junquera del Madrid, Pini del Sabadell, Alfonseda del Barcelona, el escudo del Córdoba o el estadio de Pasarón.
Comienza la colección con fotos antiguas de las gradas del estadio, y pronto contemplamos los balones y las botas que se empleaban hace más de 100 años en los campos de tierra de O´Donnell o del antiguo Velódromo de Ciudad Lineal (el “Viejo Chamartín”). Tenemos la ocasión de ver los primeros estatutos del club, documentos firmados el 6 de marzo de 1902, fecha que debería ser de obligado conocimiento para cualquier madridista que se precie. Seguidamente, las fotografías de los primeros presidentes y de sus juntas directivas: Julián Palacios, los hermanos Padrós, Meléndez, Parages… También es de máximo interés poder ver la concesión por parte del rey Alfonso XIII en 1920 del título de “Real” al club.
La visita merece emplear horas y horas contemplando cada vitrina con valiosos documentos, fotografías, viejas camisetas y borceguíes, banderines de los adversarios, carnets antiguos, cientos y cientos de trofeos cuidadosamente ordenados, entre ellos los aparatosos primeros “Trofeo Bernabéu” o el inmenso “Ciudad de Vigo” , con decenas de kilos de plata conformando un tosco torreón con almenas. También los “Teresa Herrera” coruñeses con la torre de Hércules o las carabelas de plata de los “Colombino” onubenses, que me recuerdan a mis veraneos de niño en Las Navas del Marqués, donde escuchaba los torneos veraniegos del mes de agosto por la radio, con partidos a horas intempestivas de los trofeos “Carranza” o “Ciudad de Palma” contra equipos brasileños y argentinos y con interminables tandas de penaltis narradas por Héctor del Mar.
Hace 4 o 5 años se instaló una zona interactiva, que suele hacer la delicia de los más pequeños, en la cual, por medio de pantallas táctiles, se pueden ver fragmentos de los partidos más famosos o emblemáticos, entre lo que están las 13 Copas de Europa conquistadas, las remontadas en el Bernabéu, las finales de Copa del Rey, de Mundiales de Clubs o de Supercopas españolas o europeas. En los fines de semana o en periodos de vacaciones escolares hay que tener paciencia al pasear por el museo en ciertas secciones ya que suele haber cientos de visitantes al mismo tiempo.
Prosigue la visita con la interesante evolución del escudo del club, desde el primitivo Madrid FC de 1902 hasta nuestros días. En 1931, cuando se instauró la II República, el escudo perdió su corona real obtenida en 1920, y la volvió a recuperar tras la Guerra Civil, ya en 1941.
Saliendo de esta primera estancia, se camina unos metros por la parte exterior del estadio, contemplando a la derecha las fotos de los equipos vencedores del Madrid en las Copas de Europa. Ya llegando a la esquina con la calle Rafael Salgado, se bajan unas escaleras a mano derecha y se accede al siguiente piso donde nos esperan nuevas emociones. Llaman la atención dos pequeños espacios, uno dedicado a Don Santiago Bernabéu y otro a Don Alfredo Di Stéfano. Nadie puede dejar de ver el Super Ballon d’Or , trofeo único e irrepetible, entregado por la revista France-Football en 1989 a Di Stéfano, en una votación que hizo la revista entre los mejores jugadores de los últimos 30 años, y en la que la Saeta Rubia derrotó nada menos que a Johan Cruyff y a Michel Platini. Este trofeo, valioso por su exclusividad, luce en una vitrina junto a los dos Balones de Oro “normales” que logró el gran Alfredo en 1957 y en 1959.
Seguidamente se entra por un estrecho pasillo en la que lucen el resto de los Balones de Oro y las Botas de Oro conquistados por todos los jugadores del club, destacando los 5 de Cristiano Ronaldo (1 de ellos logrado con la zamarra del Manchester United) más sus 4 Botas de Oro, además de los de Figo, Michael Owen, Ronaldo Nazario, Zidane, Cannavaro, Kaká y el más reciente, el de Lukita Modric. También se pueden admirar los “The Best” de Cristiano y de Modric y la Bota de Oro de Hugo Sánchez. Al salir del pasillo, a mano izquierda, hay otros trofeos menores pero importantes logrados por Amancio, Butragueño, Raúl, los trofeos Zamora y Pichichi, etc
En la parte izquierda están todas las camisetas de los componentes de la plantilla actual, y una gran pantalla donde se van proyectando imágenes de cada uno de los jugadores, con sus datos de edad, partidos jugados, palmarés, etc… Muchas personas aprovechan para sentarse en unos largos bancos para mirar las imágenes y hacer un alto en el camino durante la visita.
Ya estamos en la sala principal y más concurrida de todo el museo: la de las Copas de Europa. Tuve la ocasión de ver la sala con 9 trofeos y, año tras año, la he visto crecer, así como la vitrina que también ha tenido que ser ampliada. Cuando la cifra de las Champions es par, es decir tras conquistar la Décima en Lisboa o la Duodécima en Cardiff, nos encontramos al admirarlas con una asimetría, puesto que la última que llega se pone un escalón por encima de sus hermanas y, por lo tanto, el número de las más antiguas es impar. Es por ello que en estos momentos, al tener 13, hay una simetría perfecta, con la conquistada en Kiev un peldaño por encima de sus hermanas orejonas y de sus hermanas mayores tipo ánforas, estas últimas bien conocidas por nuestra querida Galerna del Cantábrico, que las tuvo en sus manos a todas y que alzó como capitán la Sexta en Bruselas en 1966. En la parte derecha hay varias estanterías, cada una conmemorando una copa de Europa, con los banderines y los carteles correspondientes. En la parte de arriba, en unos monitores, va rotando un resumen de cada una de las finales, contadas por uno de sus protagonistas, la primera por Alfredo, la segunda por Kopa, la tercera por Gento, la quinta por Puskas…
Por otro pasillo, al que se accede a la gloriosa sección de baloncesto, los niños se entretienen escuchando por unos enormes tubos de metal los diversos cánticos habituales del Bernabéu, o algunos de los goles emblemáticos como el de Zidane en Glasgow, el del “aguanís” de Raúl en Tokio o el de Sergio Ramos en Lisboa.
La sala dedicada al baloncesto, poblada de trofeos de Liga, Copa, Intercontinentales, amén de los de las categorías inferiores, también tiene su rincón destacado para las 10 Copas de Europa, las 7 primeras con el antiguo formato, testigos de las épocas más laureadas en los años 60 y 70, y que representan una copa en forma de canasta con asas, más la Octava ganada en Zaragoza por Sabonis, Arlauckas y compañía, y que tiene forma de un jugador muy estilizado a punto de hacer un mate, y por último las 2 Euroligas, logradas en Madrid 2015 y en Belgrado 2018, tipo paragüero y similares a las Europa League futboleras. Así como en la parte de fútbol, también hay varias mesas con pantallas táctiles en las que se pueden venir imágenes de los inicios gloriosos de la sección en el Frontón Fiesta Alegre como de la actual Edad de Oro bajo los mandos de Pablo Laso y su equipo. También son de destacar las colecciones de camisetas, banderines o balones que pueblan una sala que rezuma esfuerzo, dedicación y afán de superación. “Espíritu de remontada”, en definitiva, como el muy recomendable libro de José Luis Llorente.
Todavía los más pequeños disfrutarán con algunas atracciones interactivas más, como un mosaico de fotos de los visitantes que forma la fotografía de un jugador o de una jugada de un partido, para, posteriormente, acabar la visita bajando por una escalera a la derecha, que da al fin del museo, y donde se encuentran exposiciones no permanentes, como una sobre Juan Gómez “Juanito” o como la colección personal de Don Paco Gento, ambas con objetos personales y entrañables de sus protagonistas.
Acaba la visita dando la oportunidad a los visitantes de hacerse una foto con una réplica de la Copa de Europa, y otra con su jugador favorito, presente de forma virtual, y que se pueden recoger, si se desea, al término del Tour del Bernabéu, ya en la tienda oficial del Real Madrid.
Según los organizadores del Tour, la duración media de cada visita es de dos horas (incluyendo la panorámica, los banquillos, el palco de honor, los vestuarios, la sala de prensa, el autobús virtual del primer equipo), de las cuales más de la mitad se emplea para ver el Museo. Créanme, merece la pena. Cualquier madridista que se precie de tal debería visitarlo al menos una vez; en mi caso, enfermo de madridismo agudo, ya lo habré visto, sin exagerar, casi 20 veces, y en cada nueva visita siempre descubro algún detalle o algún objeto en el que no había reparado anteriormente. Y siempre que vuelvo lo hago con la misma emoción y la misma ilusión que el primer día.
CAPÍTULOS PAISAJES DEL REAL MADRID:
Capítulo 1: El Palacio de los Deportes de Madrid
Capítulo 2: La antigua Ciudad Deportiva
Capítulo 3: El pabellón Raimundo Saporta
Capítulo 4: Estadio Santiago Bernabéu (1ª parte)
Capítulo 5: Estadio Santiago Bernabéu (2ª parte)
Capítulo 6: El Museo
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¡joder, Athos, qué bien contado! Dan ganas de volver a hacer el Tour del Bernabéu inmediatamente jajaja 😉
Jajajaja parece que me llevo comisión, ¿verdad?
¡Muchas gracias, Vagawain!
Coincido con Vagawain, hace tiempo que no visito el Museo y acaba de lograr que me lo apunte en la lista de tareas pendientes (junto a la declaración de la renta y llevar el Lamborghini a revisión), y que me ponga a buscar un hueco en la agenda en un día con más tiempo y menos turistas alrededor. Enhorabuena de nuevo por esta serie de artículos.