De niño, vivía a escasos 300 metros del Palacio de los Deportes de Madrid, hoy en día rebautizado como WiZink Center, centro de ocio de referencia en Madrid, donde juegan sus partidos de baloncesto el Real Madrid y el Estudiantes y se organizan múltiples conciertos y otras actividades culturales.
Para mí siempre fue un centro referencial en mi infancia, tanto por la proximidad de mi domicilio como por la intensa actividad deportiva que vivían aquellas instalaciones. Tengo multitud de recuerdos de haber asistido al Palacio a presenciar acontecimientos deportivos de todo tipo, desde atletismo a gimnasia, pasando por ciclismo en pista y muchos más.
Uno de mis más antiguos recuerdos fue el Campeonato de Europa de Halterofilia en 1973, donde pude contemplar la verdadera exhibición del levantador “superpesado” soviético, Vassili Alexeyev, una auténtica mole de 140 kgs de peso que consiguió batir los récords mundiales en la modalidad de dos tiempos, con una alzada de 240 kilos y, en el total olímpico (arrancada + dos tiempos), con 417 kilos. Alexeyev venía de proclamarse campeón olímpico en Múnich 1972 y también lo sería en Montreal 1976. Fue la primera vez que escuché el himno de la Unión Soviética en directo (recordemos que en 1973 aún gobernaba Franco).
Por las tardes, al salir del colegio, solía pasear con mis hermanos o con mis amigos toda la tarde por mi barrio. Ya bien jugando en el Parque Eva Perón, al lado de la Plaza de Roma (hoy Manuel Becerra), ya bien en los numerosos cines que había a 200 metros a la redonda: Carlton, Benlliure, Salamanca, Universal, Voz, San Remo, y, muy cerca del Palacio de Deportes, el Felipe II y el Jorge Juan, muchos de los cuales proyectaban programas dobles y, además, en sesión continua. Ya no queda ni uno solo de ellos, tan solo los Renoir Retiro ocupan el antiguo emplazamiento del cine Narváez. Bueno, y el que hoy en día es el Teatro Alcalá, el antiguo y señorial cine Alcalá-Palace, en el que recuerdo haber visto en esos años “El golpe”, con Paul Newman y Robert Redford.
Al Palacio íbamos al menos una vez al mes. Recuerdo muchísimos campeonatos de atletismo indoor, con el pertiguista Efrén Alonso sobrepasando el listón de los 5 metros, el velocista Sánchez Paraíso, el triplista Pipe Areta, el vallista Javier Moracho, el saltador Rafael Blanquer, los saltadores de altura Garriga, Martí Perarnau, Sagrario Aguado e Isabel Mozún, o la mediofondista Carmen Valero.
También presencié los campeonatos de Europa de gimnasia artística femeninos de 1981, con la alemana oriental Maxi Gnauck arrasando en tres de las cuatro especialidades, en asimétricas, en barra y en suelo, siendo segunda en salto y ganando también el concurso completo.
Una de mis actividades favoritas era asistir a los 6 Días de Madrid de Ciclismo en Pista, a los que acudían verdaderos especialistas (René Pijnen, Donald Allan o Gert Frank) junto a ciclistas de ruta como Gerrie Knetemann o Jan Raas. Recuerdo haber visto al mismísimo “Caníbal” Eddy Merckx, al escalador (y ganador del Tour) Joop Zoetemelk o al mítico sprinter Patrick Sercu, que se manejaban bastante bien en pista. No en vano Merckx batió en su momento el récord de la hora en pista en el velódromo de México DF. Los 6 Días de Madrid constituían una auténtica fiesta del ciclismo, y entre prueba y prueba (persecución, velocidad, eliminación, puntuación individual o por parejas), había actuaciones musicales que amenizaban al público, recuerdo bien una del ya desaparecido y entrañable 'El Fary'. Y también algunas exhibiciones de la espectacular especialidad de persecución tras moto, con Bartolomé Caldentey, alumno aventajado del gran Guillermo Timoner, como ciclista estelar.
También vi jugar más de una vez al Atlético de Madrid de balonmano, en su mejor época, con el portero Lorenzo Rico, el central Cecilio Alonso, y el pivote Juanón de la Puente. Yo iba a ver jugar sobre todo al extremo Paco Parrilla, que además era profesor en mi colegio, el Liceo Francés de Madrid.
Cómo no mencionar el célebre partido de baloncesto del 24 de octubre de 1988 entre el Real Madrid y los maravillosos Celtics de Boston, que jugaron con su cinco de gala, Danny Ainge, Dennis Johnson,Kevin McHale, Robert Parish (“doble 0”) y el gran Larry Bird, que nos bombardeó aquella noche, con el Palacio abarrotado, con 29 puntos, pese a una gran actuación del Madrid de Drazen Petrovic (22 puntos) o del alero Pep Cargol, que anotó 15. También jugaron aquella gloriosa velada nuestro mito Fernando Martín (ya de vuelta de la NBA) y su hermano Antonio, Chechu Biriukov (18 puntos), Johnny Rogers, Romay, Quique Villalobos y nuestro compañero de 'La Galerna', Joe Llorente. What a night! 96-111 fue el resultado final, y eso que en el tercer cuarto se impuso el Madrid 30-24 y consiguió acercarse hasta un 77-85 a falta de 8 minutos.
Un par de años antes, en 1986, el Palacio había acogido la fase final del Mundial de baloncesto, con una semifinal histórica entre la URSS y Yugoslavia que acabó 91-90 con un duelo prodigioso de talentos -madridistas avant la lettre- entre Sabonis y Drazen Petrovic (posteriormente elegido mejor jugador del campeonato), y una final apretadísima entre Estados Unidos (que contó, por ejemplo, con Steve Kerr, Dave Robinson y Armen Gilliam) y la URSS (una fabulosa mezcla de talentos lituanos como Sabonis, Kurtinaitis y Homicius, rusos como Volkov, Tarakanov y el gigante Tkachenko, ucrananios como Belostenny, el uzbeko Tikhonenko o el escolta letón Valters), en la que acabaron por imponerse los americanos por 87-85, mientras que el bronce fue para los yugoslavos (con Dalipagic, Vrankovic, Divac, además del genio de Sibenik) ante el Brasil de Oscar Schmidt, que había apartado previamente del cuadro final al combinado español. Nunca antes se había juntado tanto talento en tan poco tiempo en una cancha de baloncesto en España.
Miles de recuerdos de aquel Palacio de Deportes, como el Festival Mundial del Circo, al que acudíamos tantas familias madrileñas, alegres y risueñas, con fabulosos números de trapecistas, acróbatas, leones y caballistas. Fue allí cuando vi en directo al célebre clown Charlie Rivel, también a los hermanos Tonetti, que fueron ídolos de tantos niños de los primeros años 70. Uno de los años recuerdo haber visto un partido de fútbol, jugado con globos, entre dos equipos de perritos, uno de ellos con la camiseta del Atleti y el otro con la del Real Madrid, como si fuese el clásico duelo que veíamos habitualmente con jugábamos a los futbolines, otro de los grandes pasatiempos que teníamos los críos. Por cierto, que en los billares de los años 70, como el de la calle Alcántara y de Lista, donde se jugaba también al ping pong y al pinball, la entrada a los menores no acompañados estaba permitida, pese a que los tahúres de billar fumaban sin parar.
De aquella época no se puede olvidar mencionar los increíbles conciertos que tuvieron lugar. Yo me acuerdo haber visto actuar al gran Paul McCartney, con su banda, The Wings, con su esposa Linda haciendo los coros y la percusión y el guitarrista Denny Laineque encargándose del contrapunto al bajo de McCartney. También a Bob Dylan en un concierto en el que unos energúmenos lanzaron botellas al escenario para solicitar unos bises al genio de Duluth -en lugar de pedirlos a base de aplausos como hacíamos todos-, a Sting, recién separado de los míticos The Police, a Supertramp, a OMD, a Soft Celly a tantos otros.
Ya en los años 90, mi presencia en los eventos iba aminorando, aunque en esos años el Real Madrid jugó bastantes partidos como local, siendo importantísimo el apoyo de los más de 13.000 espectadores que acudieron para lograr el pase a la Final Four de 1995, con unos cuartos de final brillantísimos en los que el Madrid de Sabonis, Arlauckas, Antúnez, Isma Santos, Cargol y Antonio Martín derrotó con rotundidad a la Cibona de Zagreb y se logró el billete para Zaragoza, en donde posteriormente el equipo se proclamaría vencedor de la 8ª Copa de Europa tras sendas victorias ante el Limoges y el Olympiakos.
En junio de 2001, un incendio terminó con más de 40 años de historia e historias del Palacio de los Deportes, también aderezadas con veladas de boxeo -incluso Campeonatos del Mundo, como la famosa pelea de Pedro Carrasco y Mando Ramos en 1971- , lucha libre, hockey sobre patines, y hasta tenis, como un desafío Europa vs Latinoamérica en 1978, con la presencia de Ilie Nastase, Adriano Panatta, Wojtek Fibak, Guillermo Vilas y Víctor Pecci, por ejemplo.
En 2005 se erigió sobre sus antiguas cenizas el nuevo palacio, que desde 2016 tomó la denominación de WiZink Center (tras haber sido Barclaycard Center unos años). Ya está en la historia más gloriosa del Real Madrid desde que en 2015, en la Final Four de la Euroliga de baloncesto, el Real Madrid alzase su 9º entorchado, 20 años después del de Zaragoza, batiendo de nuevo a Olympiakos, con todo el Palacio echando humo en un ambiente sensacional con la excelsa actuación de todo el equipo, el Chacho, el Chapu, Maciulis, y muchos de los que luego consiguieron la Décima en Belgrado ente el Fenerbahce. Ya es la sede habitual de los nuestros, tras una peregrinación totalmente estrambótica y penosa por varias canchas madrileñas, tras la demolición del viejo Pabellón de la Castellana, una diáspora que nos llevó a jugar a la Casa de Campo, a Vista Alegre e, incluso, al pabellón de Torrejón de Ardoz, todas ellas sedes indignas del equipo más laureado de Europa en el deporte de la canasta.
Actualmente, los nuestros ya sienten que el WiZink es su casa, aunque la compartan con los vecinos “dementes” del Estudiantes, y se ha conseguido una gran fidelidad de asistencia, llenando habitualmente el recinto en días grandes de Liga ACB y de Euroliga, y con al menos 8.000 fieles que acuden siempre a ver a los suyos, aunque el horario infernal de ACB no invite para nada a ello. Yo sigo asistiendo de vez en cuando al WiZink, y mis sensaciones cuando bajo andando desde la calle Alcalá por la calle Fuente del Berro en dirección a Goya, son muy similares a las que tenia de crío. El pabellón es muy parecido al de antaño, mismas dimensiones, aunque ya no noto el frío polar que sí sentía cuando me quedaba de madrugada a ver a los ciclistas dando vueltas sin parar en los 6 Días de Madrid. Los asientos son mucho más cómodos que entonces, y se ha americanizado la oferta de comida que había hace 40 años, apenas había pipas y algún refresco. Ahora hay hamburguesas, perritos, sándwiches de todo tipo, palomitas e, incluso, montados de jamón ibérico. Y un fantástico catering en zonas VIP y en los palcos privados, algo con lo que yo ni soñaba cuando iba con mi bolsa de “sacis” para ver correr a Mariano Haro y a Alvarez Salgado los 5.000 metros en pista cubierta.
Es muy grato poder coincidir de vez en cuando con el Presidente de Honor de la sección, el mito Emiliano Rodríguez, con Clifford Luyk, una enciclopedia absoluta del baloncesto mundial, y tantos veteranos asiduos al palacio como Vicente Ramos, Juanito Corbalán, Joe Llorente o Joe Arlauckas.
En definitiva, un recinto mágico imprescindible para tantos amantes de los deportes y de la música en los últimos 50 años. ¡Larga vida al glorioso Palacio de los Deportes!
Capítulo 1: El Palacio de los Deportes de Madrid
Capítulo 2: La antigua Ciudad Deportiva
Capítulo 3: El pabellón Raimundo Saporta
Capítulo 4: Estadio Santiago Bernabéu (1ª parte)
Capítulo 5: Estadio Santiago Bernabéu (2ª parte)
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simplemente gracias......un magnifico recorrido de tu niñez/juventud/madurez.debistes disfrutar muchisimomotra vez gracias Athos.grandisimos deportistas tuvistes el honor de verlos un saludo Athos
Se nota su pasión por el deporte y la prosa. Que no decaiga.
¡ HALA MADRID !.
¡Eso siempre!
¡HALA MADRID!
¡Muchísima suerte sí! Me alegro de que le haya gustado, amigo Nacho.
Buenos días :
Me gusta tu artículo, pero yo, como gran madridista y conocedor de la historia de mi equipo, me falta un pabellón propio del mejor club del mundo, fuera de la NBA. Siento envidia sana de otros pabellones con las camisetas retiradas, con homenajes a leyendas, etc. Ni siquiera, el club, se preocupa de podernos mostrar las copas de Europa que ganamos en la década de los años 60 (las he estado buscando por todos los lados y no las he encontrado). En fin, como siempre, equipo y afición, muy por encima del que nos preside. Hala Madrid y nada más.
Todas las Copas de Europa, también las de baloncesto, se pueden ver en nuestro Museo, haciendo el Tour del Bernabéu. ¿O acaso las han quitado? Yo las vi en junio pasado, desde luego. Un saludo madridista, amigo Alex.
Querido Athos: dudo que puedas ver los partidos de esas finales que ganamos (también perdimos alguna). A eso es a lo que me refiero. Las de fútbol se comercializan para que el aficionado las pueda ver y las de baloncesto parece que no interesan tanto. Siento no haberme explicado bien.
Totalmente de acuerdo, Alex. A mí me encantaría ver las cuatro primeras. Imposible encontrarlas. Tiene usted toda la razón. Un abrazo madridista.
¡Qué recuerdos, AthosDumas! Resulta que hemos sido -casi- vecinos. Todos esos cines y el antiguo Palacio de los Deportes... No coincidimos en el colegio. El mío fue el Calasancio, muy cerca de mi casa.
¡En Conde de Peñalver! Hasta hace poco ha sido mi colegio electoral. ¡Cuánto ha cambiado el barrio! Yo lo que más echo de menos son los cines, me pasaba el día metido en ellos. Un abrazo, amigo Alekhine.