Me impactó el anuncio de Rudy Fernández. Fue una dura bofetada de realidad sobre el paso del tiempo. Es cierto que es algo inexorable, de hecho, ya nos lo advirtió Jorge Manrique hace siglos y más recientemente el propio Julio Iglesias. La vida pasa. Aunque quizá no todo sigue igual.
El adiós de Rudy me trajo a la mente el inevitable adiós de otra leyenda al que me temo, en breve, nos tendremos que enfrentar. El de Luka Modric. Dos leyendas que llegaron al Real Madrid en tiempos difíciles y con las que se han vivido sendas épocas doradas. Está por ver si tendrán continuidad.
Bien es cierto que en estos últimos años hemos contemplado ya la marcha de otras piezas importantes de aquellos equipos que hicieron historia en fútbol y baloncesto. Pero quizá no eran figuras tan globales en lo que se refiere al juego del equipo. Luca y Rudy han sido importantísimos tanto a la hora de atacar como de defender. Por no hablar del peso específico que tienen en el vestuario y su conexión con la grada. Incluso estos últimos años, con menos minutos jugados, seguían siendo importantísimos.
Luka y Rudy son “padres”. En sentido literal porque tienen unos hijos magníficos. Pero también lo son porque su marcha, en cierta forma, nos dejará huérfanos
Luka y Rudy son “padres”. En sentido literal porque tienen unos hijos magníficos. Sospecho que además son buenos padres. Pero también lo son porque su marcha, en cierta forma, nos dejará huérfanos. Los que tenemos una edad y además la suerte de seguir disfrutando de la presencia de nuestros padres, por no hablar de los que por desgracia ya los han perdido, sabemos que quizá ya nos son tan activos como antes. Pero su mera presencia nos da (o daría) la tranquilidad de saber que, si algo se complica, él nos dará un consejo oportuno para salir adelante. Si es que no es él mismo el que, por sus propios medios, nos termina arreglando el entuerto.
Nos dan energía para querer agradarles en todo lo que hacemos. Demostrarles que lo que nos han enseñado sirve para mucho. Recuerdo que cuando era pequeño y estaba en casa por la tarde, estudiando, jugando o simplemente relajado en el sofá mientras veía la televisión, el mero hecho de escuchar el ruido de sus llaves acercándose a la cerradura, que anunciaba su presencia después de su jornada laboral, me daba un chute de endorfinas que me hacía sentir aún más completo. Algo muy parecido a los sentimientos que aun despiertan los dos jugadores en compañeros y aficionados.
No sólo por eso afirmo que son “padres”. Como dirían los jóvenes, Luca y Rudy han “padreado” a muchos de sus rivales con goles, pases, canastas o asistencia imposibles. También, tirando de argot mejicano, podríamos decir que son (o están) “padre”, por ser: muy buenos, muy bonitos, estupendos y/o admirables. Y también, sobre todo, son padres porque han cuidado y hecho crecer al Real Madrid con todo el cariño y la dedicación que llevaban dentro mientras sus fuerzas se lo han permitido. Así que, aunque ya queda un poco lejos el 19 de marzo, vaya mi homenaje y reconocimiento a los padres. A todos ellos.
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