Paciencia para (casi todos) los jóvenes

No hay nada de casual en que los jóvenes que juegan en el Real Madrid intenten ser ridiculizados, mientras se proteja y alabe casi unánimemente a los de nuestros rivales. Es habitual que se exija paciencia con los futbolistas jóvenes, chavales en pleno proceso de formación, que implica la necesidad de cometer errores para aprender. Se suele respetar a todas estas promesas, menos a aquellas que portan la elástica merengue, a las que se juzga con dictatorial severidad. O peor, directamente se les denuesta a través de crueles burlas. Las críticas son inmisericordes y no entrañan ningún riesgo. Porque si ese jugador acaba fracasando, dará la razón a los que le apuntaron con el dedo, que se apresurarán para recordar aquello de “ya lo dije yo”. Pero si por un casual triunfara, se indicaría (como está ocurriendo ahora con Vinícius) que en realidad nadie dijo nada demasiado malo de él. De hecho, se señalará que se exagera con sus virtudes actuales, aunque la sospechosa habitual de categorizar todo y a todos en el blanco o en el negro sea la prensa. Es un fenómeno curioso, porque los antimadridistas dicen que es la afición del Madrid la que en su día elevó a Asensio, Isco o Jesé a la categoría de potenciales Balones de Oro, cuando la realidad es que jamás he oído o leído algo así a un seguidor madridista, pero sí a varios periodistas. Los hay también que han hecho algo parecido con Bojan, João Félix o Ansu Fati, pero en este caso nadie adjudica la exageración a las masas sociales de sus equipos.

El asunto de Vinícius merece un análisis profundo, porque hubo momentos en que la corriente de opinión que le consideraba poco menos que un meme caló en buena parte de la afición del Madrid. No es necesario, realista o incluso sano que te gusten todos los jugadores de tu equipo, como tampoco es lógico contribuir al desprestigio o a la depreciación de un activo importante del club, tanto en lo económico, como en lo deportivo. Aquello de Benancio o Ficticius surgió de los antis y muchos madridistas lo adoptaron como propio. Con el tiempo, los que se reían a carcajadas de él han ido mutando su rictus, primero a una sonrisa contenida, y ahora a una mueca forzadísima, en la que se advierte más miedo que chanza. ¿Y si al final ese chico que no metía una, que no valía para el Madrid va a resultar que es una potencial estrella mundial?

El siguiente objetivo parece ser Camavinga, rebautizado como Carapinga en RR.SS. el día de su debut de blanco madridista. Obviando el infantilismo de la invención, la premisa vuelve a ser la misma. Es un chaval que acaba de llegar al Real Madrid y al que solo un puñado de aficionados ha visto jugar, pero se sientan las bases para la rechifla de forma preventiva. El invento ha tenido una vigencia muy breve, porque el centrocampista marcó y dio una decisiva asistencia en dos ratos de juego, y volvió a cundir el pánico. Pero no tengo ninguna duda de que la cantinela regresará tras su primera actuación mala o simplemente mediocre. Mientras, João Félix, Pedri o Ansu podrán cometer errores, que se justificarán inmediatamente por su edad. Y nadie osará desairarles con cualquier apelativo que insinúe una ofensa. Es esta una nueva evidencia de la gran mentira del periodismo deportivo español; que se habla mucho del Madrid porque la prensa le apoya mayoritariamente. Ocurre justo lo opuesto; se habla mucho del Madrid, pero casi siempre para intentar ultrajar al club.

Fotografías: Imago