¿(P) Y qué?

Hola. No respondáis. No digáis "hola" en respuesta a nuestro saludo. Sería una pérdida de tiempo. Más bien corred a por el flagelo de las grandes ocasiones y empleadlo a fondo sobre vuestras espaldas culpables.

Seguro que encontráis rápido el flagelo. Al fin y al cabo, hace apenas dos semanas que tuvisteis que usarlo -una vez más- a cuenta de la Undécima. Por vuestra culpa, por vuestra culpa, por vuestra grandísima culpa. Solo varía en esta ocasión el motivo para la contrición mortificadora. Habéis sido muy malos con Piqué. Esa es ahora la razón para que hagáis lo que conviene establecer como hábito, haya o no haya razones aparentes para el sacrificio: ir a un habitáculo más o menos recóndito -donde podáis saldar cuentas con vosotros mismos acompañados de la necesaria intimidad-, despojaros de la camisa o la blusa y uno a uno, mirando cara a cara en el espejo vuestros propios ojos pecadores, descerrajar sobre vuestra espalda desnuda los latigazos salvíficos. Uno, dos, tres. Así hasta que sangre. Habéis sido muy malos con el pobre Piqué, que nunca ha hecho nada para merecer vuestra animadversión como prueba (????) el que ayer marcase un gol a la República Checa.

Sí. Gracias, Piqué. Gracias por perdonarnos. Aunque, ¿no es aventurado asumir que lo haces, considerando el ademán retador que se adivina en tu pose post-goleadora? Cuántas, cuantísimas razones para no perdonarnos tendrías en la eventualidad de que no quisieras hacerlo. Qué injustos hemos sido contigo. Es inaceptable que se dude de Piqué, suele decirse. Con tu gol nos damos cuenta (????) de cuánta razón tienen los que suelen recitar ese mantra. No sabemos si es inaceptable que se dude de Piqué. Lo que sí sabemos es que es bastante torpe dudar de Piqué, por cuanto no es un personaje que esté abierto a la menor duda. Está clarísimo lo que es, le meta 1 ó 7,4 goles a la República Checa. Cristalino.

Gracias por ponerle una camiseta de España a tu hijo, Piqué, y sobre todo gracias por contárnoslo. Eso, el que nos hayas referido qué camiseta llevaba el niño, es quizá lo que de modo más perentorio demanda nuestra eterna gratitud. De sobra sabemos que no nos lo cuentas en el afán de que te demos las gracias por ello, y no obstante déjanos que lo hagamos, postrados a tus pies. De sobra sabemos que no buscas nuestro arrepentimiento (por nuestra culpa, por nuestra culpa, por nuestra grandísima culpa) procurándonos esa información, que nos lo cuentas de pasada y sin denotar nada, como podrías haber dicho "Le dediqué el gol a mi hijo, que estaba en la grada con una rebeca azul, un pantalón de peto y unas zapatillas verdes con velcro". Gracias por elegirnos, Piqué, aunque no te caigamos bien y seamos siempre contigo -modelo de discreción y bonhomía- tan injustos y desabridos. Injustos sobre todo. ¿Qué habrás hecho tú para merecer nuestra desafección?, nos preguntamos con los ojos humedecidos por el remordimiento.

Besos, Piqué, claro que sí. Besos, besos y más besos para ti. Besos teñidos de compunción por el daño que tan arbitrariamente te hemos infligido a lo largo de los años, y que este gol tuyo a la República Checa revela (????) tan intolerable. When we kiss you, we hear Charlie Parker playing. We just want your extra time and your kiss. It started with a kiss, uno empapado de lágrimas contritas para sellar nuestra reconciliación si tu generosidad te lo permite. Kiss me, Gerard.

Por si no teníamos suficiente con saber de boca del propio Piqué el atuendo de la criatura, viene ahora Mundo Deportivo con prueba gráfica del mismo. No nos hacía ninguna falta que el diario de Godó, grande de España (como Piqué, ¡caramba, qué coincidencia!), viniera a demostrar que el niño llevaba una camiseta no ya de la Roja sino esta vez de España, ¡de España! No nos hacía falta porque creemos a pies juntillas todo lo que nos diga Gerard. A partir de hoy, gracias a este gol a la República Checa que de cara al más incrédulo prueba (???) ya su compromiso, no pondremos en tela de juicio nada de lo que Gerard haga o diga. Si dice que con Kevin Roldán empezó todo, incluida la Undécima, ha de ser porque así es. Si dice que juega en la selección del que ahora mismo es su país, ha de ser porque es verdad. Si dice que Arbeloa es un cono-cido, ha de ser porque es verdad y porque una flema -como la que arrojó sobre la coronilla de un directivo de la Federación- se le ha atragantado en medio de la palabra de cuatro sílabas, muchas para él. Si dice que su hijo lleva puesta la camiseta de España (¡de España!), no necesitamos documentos gráfico de ello, Mundo Deportivo, déjanos con nuestra fe y nuestra sobrevenida admiración por Piqué. Todo ha cambiado (????) gracias a este gol a la República Checa. Gran Piqué, claro que sí. Gran España. Grande de España. Grandes ganas de tomarnos a todos por gilipollas.

"¿Y ahora qué?", se pregunta airadamente Sport. Pues mira. Te vamos a explicar ahora qué, periódico que no fuiste capaz de dedicar en tu portada una puta línea a las víctimas del atentado a una peña madridista de Irak, presumiblemente por eso, porque era madridista.

Ahora absolutamente nada. Ese es el "qué" por el que te preguntas: la nada, es decir, la sensibilidad en tu consejo de redacción, la respetabilidad de tu cabecera.

Piqué le metió ayer un gol a la República Checa.

¿(P) Y qué?