Orden y concierto

Luis Enrique solo verá el derbi si antes el Barcelona le gana al Málaga, así que esperamos que Luis Enrique no vea el derbi. Dice desear el entrenador culé que pierdan los dos, aunque las mocitas madrileñas y los mocitos y los que ya contamos canas y hasta los calvos sabemos que en realidad desea que pierda el Madrid. No podemos creer -no queremos- que la frialdad de las matemáticas, que los cálculos clasificatorios, son capaces de imponerse al calor del atávico antagonismo. Así que, por favor, que pierda el Madrid y ya veremos luego qué hacemos con el Atleti, ¿verdad, Lucho? Atrévete a reconocerlo. No nos vengas con profesionalidades cerebrales cuando todos sabemos que la cabra tira al monte, que si juega el Madrid -cuando sea, donde sea-, el triunfo culé es que pierda.

En eso andan las portadas catalanas, albergando el deseo del liderato, haciendo sus cábalas para que los resultados de hoy les den la opción de comandar la clasificación, sacando del baúl a Alcácer (¿lo recuedan?) para que hoy juegue en Málaga, acusando recibo de la victoria por aplastamiento -léase paliza histórica- que el Madrid de baloncesto consiguió ayer en el Palau, y cómo no, siguiendo los pasos de Robert (antaño Roberto) en su búsqueda de nuevos fichajes por todos los caseríos del terruño, donde es sabido que abundan los Srna y los Rukavina, gente que habla catalán en la intimidad.

Nosotros estamos a otra cosa. Lo nuestro es hoy lo mismo de siempre, y a fuerza de ser lo mismo de siempre, nos sabemos bien la lección y solo se trata de volver a actualizarla. Toca otra vez el cholismo, esa pseudoideología tan elogiada y en el fondo tan poco elaborada, apenas dos o tres eslóganes y mucho brío, a veces exceso de brío. Toca otra vez el Atleti, ese equipo grande que a fuerza de no terminar de ganar títulos tal vez vaya siendo hora de que alguien se atreva a poner en duda tanto pedestal. Y al Madrid le toca ganar, no más que nunca, sino como siempre; no porque la ocasión de un derbi sea la oportunidad del puñetazo en la mesa, sino porque cualquier ocasión lo es; así, sin mayores complejidades, por el mero andar históricamente consolidado de este equipo. Sí, está la rivalidad capitalina y tal, pero ya nos perdonarán si dejamos eso -que no es poco importante- en un segundo plano, cuando se trata nada más -nada menos- que de seguir ganando casi por naturaleza, por ley cósmica, por orden y concierto. Play it again.

Pero, cómo no, el enfoque es otro en las portadas madrileñas, tal y como mandan los cánones del -ejem- impúdico madridismo de sus responsables. Equidistancia, espíritu descriptivo (bostezo) y nostalgia previa ante la última ocasión en que habrá un derbi en el estadio Calderón son los motivos de Marca y As, asuntos que confirman la confianza en las razones que nos hicieron abrir La Galerna para ustedes.

Añorar no es cosa nuestra. Si acaso una extraña variante de añoranza por el futuro, ese que puede seguir siendo glorioso si es que aquí y ahora -el Madrid solo vive aquí y ahora- volvemos a afinar y a tocar y a sonar y a ganar. Esta tarde el presente nos da una ocasión estupenda de seguirlo haciendo. Lucas Vázquez, a quien los papeles ponen hoy de titular, demostró saberse de sobra la lección apenas en un giro de balón sobre el dedo camino de un penalti contra el Atleti que puso en orden los planetas. Así de fácil, queridos galernautas.