Un partido legendario, un resultado escandaloso y una eliminatoria llena de polémica.
En aquellos años el torneo copero se disputaba al finalizar la Liga, a partir del mes de abril. El triunfo en la competición doméstica había sido para el Athletic, seguido de Sevilla y F.C. Barcelona. La temporada del Madrid fue muy pobre con un décimo lugar y tenía en la Copa una oportunidad para intentar salvar el curso.
Los blancos aún sufrían los efectos de la Guerra Civil, que dejó muy tocado al club en todos los aspectos. El técnico, Joan Armet, apenas duró ocho partidos esa campaña antes de ser sustituido por Moncho Encinas, en un plantel en el que destacaban el brillante medio izquierda Ipiña, el veloz extremo diestro Alsúa, el poderoso interior Chus Alonso, un recuperado Sabino Barinaga, que había estado cedido ese año en el Valladolid, y el fichaje copero Pruden, delantero muy completo y eficaz llegado del Salamanca.
Por su parte los culés pelearon en la Liga hasta las últimas jornadas con los leones bilbaínos, sobreponiéndose al susto del curso 1941-1942, donde ganaron en la promoción por el descenso al Murcia. El exportero en la década anterior Nogués, ahora entrenador, les salvó de la Segunda División y armó un buen equipo en el que figuraban el zaguero Curta, el medio Raich, el fantástico delantero y máximo goleador liguero con 30 goles Mariano Martín, César, un ariete extraordinario, o el interior diestro Escolá.
En semis ambos conjuntos se vieron las caras con el choque de ida en Les Corts. 40.000 almas llenaron el terreno de juego ejerciendo una presión tremenda contra el árbitro y los jugadores blancos, según crónicas de la época. Al descanso el resultado era de 2-0 para los locales, uno de ellos tras un dudoso penalti y con un tanto anulado a Barinaga por pitar el árbitro justo antes el camino a los vestuarios.
En la segunda parte Sospedra hizo el tercero en posible fuera de juego y el marcador no se movió más. La crónica que escribió el antiguo portero merengue Eduardo Teus en Ya encendió a los aficionados blancos, que esperaban con ansia la vuelta en Chamartín el 13 de junio de 1943. Teus comentó que la afición blaugrana actuó con una agresividad inusitada amedrentando a los madrileños durante todo el partido en un duelo muy bronco por ambas partes.
Los siguientes días el ambiente se calentó aún más con cruces de declaraciones, artículos incendiarios e informaciones malintencionadas, y en la vuelta se colgó el ‘no hay billetes’ en el coliseo madridista. Poco antes del encuentro en la verbena de San Antón y en la calle de la Victoria se repartieron 20.000 silbatos que los hinchas locales hacían sonar cada vez que un jugador del Barça tenía el esférico, provocando un sonido ensordecedor. El clima estaba muy caldeado y la gente desde el primer minuto presionó a los visitantes y al trencilla Celestino Rodríguez, que no soportó tanto empuje desde las gradas.
En cuanto sonó el pitido inicial el Madrid salió en tromba y a los seis minutos Pruden hizo el primero. El Barça no se descompuso y aguantó 20 minutos hasta que se vino abajo con el primer gol en la cuenta de Barinaga. Diez minutos más tarde y con los visitantes con uno menos tras expulsión de Benito, el resultado era ya de 6-0 tras lograr Barinaga otros dos goles, Chus Alonso anotar de cabeza y Alsúa marcar con un tiro cruzado. Era el minuto 40 y en esos cinco minutos antes del descanso cayeron dos nuevos goles del lado merengue. El magnífico interior de Durango vivió su mejor tarde de blanco consiguiendo un póker de dianas y Pruden firmó el octavo en el minuto 44.
El Barça anhelaba regresar a los vestuarios ante lo que estaba viviendo, una avalancha de goles en el campo y un tormento por el recibimiento en los graderíos. Según los jugadores culés en ese intervalo (otros lo sitúan antes del partido) se produjo una visita del colegiado junto al Director General de Seguridad de Estado, José Finat Escrivá de Romaní, conde de Mayalde, para advertirles que se comportaran de forma correcta vista la atmósfera fuera del césped.
En la segunda mitad todo fue más sosegado, aunque Miró siguió sacando balones de su portería, un arquero que abrumado por todo lo acaecido no volvió a jugar al fútbol. En el 74’ Chus Alonso aprovechó un pase de Botella para el noveno y precisamente el extremo valenciano marcó el décimo a cinco minutos del final. Pruden cerró la cuenta blanca en el minuto 87 y Mariano Martín en una jugada que hilvanaron Sospedra y Valle hizo el tanto del honor para el Barça segundos antes de la conclusión del choque.
El Madrid pasó a la final, que se disputó el 20 de junio en el Metropolitano, pero sucumbió frente al Athletic. Por la mañana se regó demasiado el césped, algo que favorecía a los vizcaínos y Lezama se encargó con una actuación sensacional de salvar a su equipo en el tiempo reglamentario. En la prórroga Zarra marcó tras un despiste de la defensa madridista y el título voló a Bilbao.
Había pasado una semana del final de la eliminatoria ante el eterno rival pero las consecuencias se seguían produciendo. Juan Antonio Samaranch, que fuese presidente del COI décadas después, escribió una crónica en el periódico barcelonés La Prensa parecida a la de su colega Teus, pero cargando las tintas contra el Madrid y su afición. Ello le costó que le quitaran el carné de periodista durante varios meses. Además la eliminatoria acabó también con los presidentes de ambas entidades, el marqués de la Mesa de Asta en el Barça y Santos Peralba en el cuadro blanco, que fueron obligados a dimitir. Sus sucesores fueron José Antonio Albert i Muntadas y Santiago Bernabéu, que llegaron a un acuerdo para firmar la paz jugando dos partidos en los meses posteriores. En Madrid se celebró el homenaje a Juanito Monjardín en octubre y en Barcelona un choque en honor de Antonio Franco en diciembre.
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Apreciados galernautas, si el resultado hubiera sido a la inversa, la fecha del evento sería fiesta nacional en el "País pequeñito de ahí arriba".