La Champions es lo que más mola

Buenos días. Hubo un tiempo, en una galaxia no muy lejana, en el que los popes del fútbol y estetas del deporte rey, los analistas más distinguidos, los gurús del Serengueti y demás rapsodas del balompié determinaron aquello de que una Liga medía la verdadera capacidad de un equipo campéon. El torneo de la regularidad, decían. Y el ágora aplaudía. Son 38 jornadas, añadían. Y la plebe asentía. ¿Qué es la Champions sino un torneo de lujosos fogonazos? Proclamaba el predicador sobre un atril en Speakers Corner, entre el aplauso del vulgo envuelto en la neblina de la Inglaterra victoriana.

Todo eso, hoy, ha cambiado. Por arte de birlibirloque. Sólo ha bastado con que el Real Madrid haya ganado la Liga y palmado en Europa para que La Orejona, ahora sí, recupere todo su plateado y glorioso esplendor. Da igual que sea la Champions del coronavirus, que no tenga público o que se juegue en Lisboa en un pintoresco formato. Eso es lo de menos. Aquel verborreico torrente guardioliano que, desde el Olimpo, nos explicaba a los pobres mortales que son las Ligas las que inauguran dinastías (sobre todo si las ganan al alimón Villar y Leo), se ha quedado tan seco como la tesorería azulgrana y el culé medio con el fichaje de Trincao. Nada de eso importa. No hay medias tintas. La Liga es una chusta.

Sólo vale la Champions. Al menos hasta el viernes.

Marca se pone epidérmico, en un canto de guerra propio para su parroquia india de desolladores de cabelleras. En sus manos, proclama la Ouija con una foto estilo instituto del esloveno Oblak. Hoy juega el Atleti ante el todopoderoso Lepizig del que (no se preocupen en absoluto) pronto se destacarán y elevarán sus méritos para que luzca tan tirolés como el Oktoberfest y tan bávaro como el Bayern. Hace tan sólo un día el mandamás colchonero, Henry Cherry, insistió en su lamento boliviano predilecto: el fútbol nos debe una Champions. Si así fuera, qué mejor Champions que esta para el Atleti, una copa de chichinabo, que parece hecha para el único club del mundo que disputó una Intercontinental sin ser JAMÁS campeón de Europa.

Ganar es lo único que hay, dice el Cholo y se nos ocurre pensar que cierto señor de Setúbal llega a decir lo mismo y acaba juzgado en Nüremberg.

Algo parecido sucedió anoche en Lisboa en el dramático Atalanta-PSG donde Neymar Junior, el tipo ese de la cresta, dio un recital de cómo malograr ocasiones de gol que nos recordó a Escopeta de Feria Torres en aquellas tardes de derby madrileño.

Curiosamente, Mundo Deportivo hace suyo el triunfito lisboeta de Neymar, si se le puede llamar así a doblegar a un modesto equipo italiano que viene de la zona cero de la pandemia en Europa, con una euforia inusitada para quien demanda al club de sus amores como quien baja a comprar una baguette a París.

El caso es que si Vinicius llega a fallar todo lo que falló anoche Nyemar aún estaríamos limpiando la sangre. Yo, sufrido portanalista, el primero sobre el teclado. Pero ya saben, los tiempos cambian. Las Ligas ya no son lo que eran (cuando las gana el Madrid) y lo que otorga la gloria es la Champions (cuando palma el Madrid), Neymar da un recital de fútbol (aunque no marque al arcoris) y Vinicius pa´cuándo (aunque decida un Clásico).

Ahora sí, la gloria pasa por la Champions, como ufano cacarea Sport en portada.

Celebramos que por fin nuestros enemigos se hayan caído del guindo y descubierto el pastel. Nunca nos engañasteis con vuestras Ligas, dobletes, sextetes y destetes. Ni siquiera con vuestras copas en el Bernabéu, Supercopas y Copas Catalunya.

Lo que más mola es la Champions. Os lo llevamos diciendo bastante tiempo.

Por eso tenemos 13.