Nuestro hombre en Can Barça

Lo de este hombre no es normal. Nos referimos al que tan festivamente promociona el pijama del Barça en los altos de la portada de Mundo Deportivo. Ya es raro que uno celebre con tanto énfasis el irse a la cama, sea en pijama o sin él, sea el pijama del Barça, del Club Deportivo Mensajero o de Pocoyó. No en vano, acostarse cada noche no deja de ser una acción cotidiana a la que, por definición, uno se acostumbra desde bien joven sin mayores alharacas. No negamos que hay días pesados o especialmente atareados en que uno se gana el derecho a alegrarse como hace nuestro hombre en el momento de irse al catre. Son esos días en que tal vez soltamos un por fin de alivio por el cese de las hostilidades de la jornada, pero saltar de júbilo ya se nos antoja un exceso incluso en esos penosos días, aunque solo sea por la escasez de energías, cuando no por decoro.

Sin embargo, nuestro hombre salta de júbilo sonrisa en ristre, y nosotros nos alegramos por él -faltaría más-, pero no logramos entender sus motivos. Tal vez es que en vez de acostarse, se acabe de levantar nuestro hombre, y tal vez -qué sabemos- sea su cumpleaños y, nada más abrir los ojos, haya entrevisto en su dormitorio el nuevo iPad que tanto ansiaba, la bicicleta con cuadro de carbono que hará las delicias de sus domingos (de pocos domingos, reconozcámoslo) o la novela de Jesús Bengoechea. Pero no. Esto último no podría ser. En general, cuesta creer que alguien se alegre así porque le regalen un libro, pero es que además en este caso nuestro hombre es del Barça y, en perfecta línea con los dogmas de la secta de Toni Freixa, todo el mundo debería saber que un aficionado culé no podría querer leer un libro escrito por un madridista. Así que vade retro Alada y riente.

Pero, ¿y si nuestro hombre no es culé? Eso ya nos encaja mejor, queridos galernautas. Si no, ¿a qué viene tanto júbilo sobre el sonoro titular de "trompazo" acompañado por una gráfica expresión de explícito lamento de un jugador blaugrana? Sin quererlo, nos viene hoy irónica la portada de Mundo Deportivo, autoparódica incluso. Se les ha colado un topo, un espía del florentinismo, hombre valiente que, vistiendo colores blaugranas, celebra la sorprendente derrota liguera culé en su estadio ante el Alavés.

Tal vez nuestra hipótesis no sea la más verosímil, pero el Portanálisis nos ha enseñado que lo verosímil y la prensa deportiva no casan del todo bien, así que demos por bueno nuestro aparente delirio. Si Graham Greene tenía un hombre en La Habana, el madridismo tiene un hombre en Can Barça, camuflado de culé en una promoción de Mundo Deportivo. Hasta ahora nada hacía sospechar su verdadero cometido, pero hoy los astros del marketing se han alineado con Mendizorroza y con las rotaciones de Luis Enrique para que nuestro hombre cumpla con el trabajo que tenía asignado desde la meseta. Bravo por su arrojo. Debut de Jasper Cillessen debidamente consignado. Misión cumplida. Trompazo mayúsculo y liderato, tal y como debidamente refieren las portadas de Madrid que vienen a continuación.

Nuestro hombre ya ha hecho su trabajo en territorio hostil, allí donde hay que hacerlo, sin que sepan en Marca cuánto ha contribuido su labor al desplome de Neymar que refleja su portada y sin que sepan en As que el batacazo que aparece en su titular es causa de celebración para un hombre sin nombre con el pijama del Barça como arma mortífera. Si tiene usted algún problema y se lo encuentra, quizá pueda contratarlo.