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La astucia de Carvajal, cuyo arte de cabeceador permanecía oficialmente inédito, no debería empañar un nuevo homenaje a Nacho, ese crack de perfil bajo que unas veces empalma como Puskas y otras se cruza o adelanta como Santamaría. Qué buen ejemplo para el resto, y qué reflejo de la cantera como tal, para nada el factor menos relevante para las recientes proezas en la Champions. Sin rayar a tan alto nivel, otra buena noticia es que Ceballos siga confirmando lo esperado, y enriquezca el cuarto de máquinas con un jugador que además de conducción y criterio promete tanto o más gol. 

Bale ha entrado en modo superlativo, con dos cañonazos a la cruceta –uno parado y otro que salió por poco–, un remate fulgurante de cabeza al larguero, y un gol cuando parecía mucho más probable mandarla al graderío, porque la pelota se le había quedado tan atrás, todo ello sin un solo pase o regate fallado. No pudo exhibir nada parejo Isco, y de Benzema me desespera hace tiempo la soltura con la cual no solo pierde el uno contra uno, y termina con el corpachón por los suelos. Tampoco es discutible su calidad, y sencillamente veremos si el Real puede seguir triunfando con semejante 9, cuando CR7 ya no está. 

bale ha entrado en modo superlativo

Por lo demás, vi muchas jugadas colectivas meritorias, sobre todo a la hora de superar la presión del contrario, trenzando combinaciones bonitas que se estrellaron dos veces en la madera. No fue la noche del Getafe, y pensando en las novedades introducidas para hacer más vistoso y justo el juego –desde prohibir cesiones al portero salvo de cabeza hasta el recientísimo VAR– se me ocurrió como asignatura pendiente la bula en materia de infracciones y descortesías hacia el equipo arbitral. 

No fue ni mucho menos un partido bronco, y al terminar el primer tiempo un equipo había hecho doce faltas por dos del contrario. No sé en qué paró la cosa al término, aunque parece sencillo acercarse a reglas como las vigentes en baloncesto, donde excluir cosa parecida no redunda para nada en perjuicio de la entrega y el espectáculo. Quizá alguien objete que el balompié perdería virilidad; pero contraataco diciendo que la tolerancia en materia de faltas y descortesías lleva consigo admitir un factor simultáneo de intimidación y pérdida de tiempo. 

Cui bono -¿quién sale ganando?- se preguntaban los latinos, y no veo en este caso otro beneficiario que la barbarie, al amparo de la cual sigue siendo posible coser a patadas, amenazar e insultar sin más límite que dos tipos de tarjeta, administradas por ahora con una mesura no correspondida.