Cuando uno se mete en un callejón sin salida, tiene que escapar de él sin ayuda de nadie. Por ello rechacé el cable que me tiró Jesús Bengoechea en la presentación de ‘Fondo blanco’ cuando, ante la sorpresa de los allí convocados, pronuncié: “No pasa nada si se acaba el fútbol en unos años”. Jesús, siempre con su actitud paternal, intentó sacarme del lío: “¿Lo piensas de verdad?”. Pude aprovechar su flotador en mitad de la inmensidad de mi sentencia y confesar que quizás había ido demasiado lejos, que había sido una exageración propia de la intensidad del momento, pero decidí seguir nadando mar adentro hasta que tuviera fuerzas. Y aquí quiero seguir dando brazadas.
La frase fue pronunciada mientras reflexionábamos sobre el futuro del fútbol ante la falta de interés en el juego de las nuevas generaciones, víctimas y/o beneficiarios de miles de estímulos al alcance del dedo. Se habló de la Superliga y de buscar fórmulas más atractivas en las retransmisiones televisivas para engatusar a los jóvenes. Y ahí llegó una idea que me arrolló sin tiempo para contrastarla conmigo mismo: “No pasa nada si se acaba el fútbol en unos años”. Ante la oportunidad de Jesús para que reculara, abundé que el fútbol tiene un siglo y medio de vida, la mitad aproximadamente como deporte de masas, y que, si acaba desapareciendo por el desinterés de las próximas generaciones, será porque su tiempo se ha agotado como acabó para otros entretenimientos del pasado. Vivimos en el país de los toros, y seguramente los aficionados a la tauromaquía no podrían imaginar hace un siglo que dejaría de ser un espectáculo de masas.
“No pasa nada si se acaba el fútbol en unos años”. Si acaba desapareciendo por el desinterés de las próximas generaciones, será porque su tiempo se ha agotado como acabó para otros entretenimientos del pasado
El fútbol, en la actualidad, lo sigue siendo, a pesar de la enfermedad que padece. Es un deporte que permite ser aficionado sin ver los partidos, escuchándolos en la radio si acaso, consultando los resúmenes e informándose a través de las tertulias. Me atrevería a decir que la mayoría de los que se autodenominan aficionados, la mayoría de los que mantienen conversaciones sobre fútbol en el trabajo, en el bar o en el gimnasio, no ven los partidos. Incluso los que lo ponen en la tele acaban bajando la mirada a su móvil para, en el mejor de los casos, es decir, en el más relacionado con el juego que están observando, leer en Twitter cómo otros están interpretando el partido. En un mundo con tantos estímulos ociosos, cuesta mantener la atención en un juego que puede resumir 90 minutos en 90 segundos.
Ayer, tras la intervención de Florentino Pérez en la asamblea, Guille Ortiz compartió en Twitter un fragmento de un texto del periodista estadounidense David Halberstam, fallecido en 2007, en el que analizaba que los problemas del fútbol son las propias reglas, que benefician la labor defensiva por encima de la ofensiva, lo cual minimiza la acción creativa de los jugadores artistas. Quizás convendría plantear reformas al propio juego y no, o no solo, al modelo de competición (esto daría para otro artículo), que sería como poner neumáticos nuevos a un coche con el motor gripado.
Quizás convendría plantear reformas al propio juego y no, o no solo, al modelo de competición (esto daría para otro artículo), que sería como poner neumáticos nuevos a un coche con el motor gripado
El fútbol necesita ser más atractivo para ojos acostumbrados a deslizar su dedo al modo de emperadores romanos si no los cautivan en tres segundos. Si no lo consigue, en unos años (¿diez? ¿veinte? ¿treinta?), habrá que admitir que el fútbol es un espectáculo del pasado que disfrutaron varias generaciones, felicitarnos por haber sido unos testigos privilegiados y recurrir a lo que dijo Valdano en el documental ‘La leyenda blanca’, pues las palabras sobrevivirán al balón: “Creo más en la eternidad del Real Madrid que en la eternidad del fútbol”. Ya me dirán si con este comodín retórico he salido del callejón.
Getty Images.
Fijate si no pasa nada si se acaba el fútbol que para los estadounidenses, que son el motor de éste mundo, el fútbol es irrelevante y ni aún organizando un mundial les entró más audiencia que la NFL o la NBA. El fútbol pasará a ser una opción más de ocio como el cine o YouTube, entre las reglas de juego que fomentan la apatía y el perfil de los jugadores que salen de las escuelas, que son más académicos y físicos que originales y creativos.
El fútbol es un deporte muy rápido y que dura muy poco tiempo para ellos. No pueden hacer barbacoas eternas en lo que dura un partido.
Pero luego no tienen el estímulo inmediato de la canasta o el touchdown, les gusta celebrar barbacoas pero con el estímulo de ver muchos percances en segundos. Las nuevas generaciones van dirigidas a ser como los espectadores estadounidenses, rápido estímulo en corto tiempo.
Eso de que el fútbol riene siglo y medio de vida… habría que revisarlo.
Vean: MANGA ÑEMBOSARÁI.
En lengua guaraní, significa “Juego de la pelota con los pies” o, lo que hoy en día, con un anglicismo, llamamos fútbol (balompié, sin anglicismo).
Este término se encuentra docu,entafo en el primer diccionario guaraní (el libro Tesoro de la lengua guaraní) escrito por el jesuíta Antonio Ruiz de Montoya, allá por 1639, haciendo referencia a un juego muy popular que aquella gente practicaba con una pelota de caucho.
En otro libro, “Las misiones de Paraguay”, otro jesuíta, José Cardiel, en 1771, describíadicho juego: “Se trata de una competición entre dos equipos. Al sacar, tiran la pelota un poco en alto y la arrojan con el empeine del pie. También los contrarios la golpean con el pie. Todo lo demás, es falta.”
Que sea un juego con una pelota no quiere decir que se le pueda llamar origen del fútbol, ese es el que se creó en Inglaterra con la separación del rugby en el siglo XIX.
No podemos ponerle puertas al campo. Si la tecnología, los gustos y las aficiones van por otro lado no se puede hacer nada. En esto se equivoca nuestro presidente. No tenemos que educar o dirigir los gustos de los más jóvenes. Lo que se tiene que hacer es maximizar las posbilidades del producto fútbo y por eso la superliga es más que necesaria. Si con todo eso sigue sin crecer la afición por el futbol... ahí ya no se puede hacer nada.
Está bien tirada . Es más, pienso que Jesús Bengoechea lanzó la pregunta "¿lo piensas de verdad?" más allá de lo que se puede lanzar un cable; realizó esa pregunta entre interesado e inquieto por la posibilidad de que ello fuera así.
Evidente , y convenientemente argumentado, claro que puede suceder. No es descabellado imaginarlo.
El fútbol , si nos atenemos a lo que pregonan habitualmente los que "saben" de este deporte , ya está casi muerto.
Se escucha y se lee que el Real Madrid juega mal al fútbol . Cómo va a sobrevivir un deporte cuyo máximo exponente es un club que no lo práctica adecuadamente .
El fútbol ya es un aborto en el cual las esencias se pierden . Hay un germen en el fútbol maligno que se extiende por los campos de Europa y hace que la excelencia sucumba ante lo inexplicable.
No es justo que una selección de oportunistas meta más goles a lo largo de una década que sus oponentes .
Los resultados son engañosos ,debemos devolver el fútbol al lugar que le corresponde. Un jurado de expertos debería analizar cada partido antes que el resultado del mismo contamine las eliminatorias o las clasificaciones . No es posible que los títulos contradigan a los que han dado muchos más pases , a los que han ganado con justicia la posesión sin discusión , a los que disponen de entrenadores que son intelectuales del fútbol capaces de convertir una derrota en una orgía de elogios a la suerte o a los que se alarman al comprobar que se puedan ganar partidos en los últimos minutos. Esto último , sería un premio a la constancia cuando lo realiza su equipo . Nunca cuando lo hace un equipo con una estética diferente .
Alguien debería tomar nota de este triste desbarajuste y devolver el fútbol al lugar que le corresponde .
Allí donde las palabras se corresponden con los hechos y no donde los hechos contradicen a priori lo que se leerá y escuchará.
No sería difícil cambiar el rumbo de los acontecimientos . Bastaría con eliminar los resultados de todos aquellos que en vez de practicar un fútbol brillante se conforman con dejar pasar el tiempo sin encajar para luego esperar una jugada afortunada .
Los culpables del fin de la estética del fútbol tienen unos nombres que deben ser expuestos públicamente.
En el Real Madrid se encuentran jugadores como Karim, Modric, Kross, Asensio, Vinicius o Rodrygo, por no hablar de un tal Ronaldo que lo abandonó no hace mucho . Entrenadores como Carletto o Zidane siendo peores lucen .
No puede ser que la práctica del fútbol otorgue premios sin reparos para tantos que no saben dirigirlo ni con jugarlo con arte .