Escribe Salvador Sostres en su último artículo en el ABC, hablando de otras cosas, una frase que, sin él pretenderlo, seguramente sea la descripción más precisa y perfecta del Real Madrid que se ha concebido nunca: “somos todas las vendimias de las horas pasadas y llevamos entreabiertos sobre los hombros todos los siglos, y no caemos”. En la Pascua, que ya ha empezado, es cuando se hace cristalina la verdad asombrosa de la renovación de todas las cosas que significa también el Real Madrid. “Y llegó con su aspecto de relámpago” leyó un cura el Sábado Santo por la noche, en el centro de una iglesia a pocos pasos del mar, una iglesia en sombras iluminada solamente por un puñado de lucecitas trémulas y cálidas. Y llegó y su aspecto era el de un relámpago y a todos se les encogió el corazón y por supuesto, como siempre, el Verbo se hizo carne.
Eso es el Madrid, un padre que vuelve a la vida y que defiende a su familia con todo, sin dejar pasar ninguna ofensa. To protect my own era el lema de Omar Little, el maravilloso bandolero de las calles de West Baltimore en The Wire que tenía un código. Por eso lo de Valverde con Baena, sobre todas las cosas, es un gesto patriarcal, antiguo y sereno, un gesto que sublima el sublime coñazo en que se ha convertido esta liga con minúscula, liga menor y amañada a la que Xavi no para de intentar darle valor en las ruedas de prensa con el viejo truco de los comunistas rumanos de provincia, que pintaban trozos de madera para hacerlas pasar por fruta y disimular la escasez al final de la dictadura de Ceaucescu cuando El Conducator visitaba los pueblos.
El Real Madrid es un padre que vuelve a la vida y que defiende a su familia con todo, sin dejar pasar ninguna ofensa
El de Valverde es, sí, un gesto sereno porque la injuria a la que respondería tuvo lugar, al parecer, en enero. La hostia sería por tanto una factura cobrada tras una larga meditación, no un simple gesto pasional en caliente. Valverde, de este modo, se reafirma en su condición de futbolista intrahistórico y de culto porque restituye el fútbol al país de los hombres, trayéndolo en corto y por derecho desde el delirante territorio donde los niños-rata, los twitcheros y los kingsleagues lo tenían secuestrado, no sólo a golazos. Su obra rehabilitadora se compone de tremendos chutazos desde fuera del área, obuses como los de Schiaffino en el Maracaná, sino que también lo hace de puñetazos justicieros, de western. Por eso este uruguayo lleva entre las costillas un brazalete de capitán como si fuera el gallardete flameante del palo mayor de un barco de guerra antiguo. Nos recuerda a esos personajes que pululan por las leyendas ancestrales de los pueblos, aquellos cuyas vidas consistían en defender a sus padres, honrar a sus dioses y morir por sus patrias.
Aunque sus patrias fueran, en realidad, esquejes de fantasía injertados en las cepas de las vidas ordinarias, quimeras, ensueños. Eso es lo que se ha encontrado otra vez el madridista en este mes de abril luminoso, la posibilidad de la alegría. De la alegría nueva y eterna que prometen los Evangelios, una alegría tan parecida por ello a la eternidad. Otra vez la eternidad aguardando detrás de un puñado de partidos donde no existe el cuartel, donde se juega a vida o muerte; otra vez la eternidad al final del mes de abril: fragante, sensual y llena de olores, sabores y colores, igual que un puesto de frutas y de pescado en la plaza de abastos de Barbate. ¿Cómo no van a odiar a los madridistas todos los demás? ¿Cómo no van a ver en el Caso Fútbol Club Barcelona una oportunidad de satisfacer ese rencor protervo anclado en las nanas con que les durmieron de pequeños, una oportunidad maquiavélica de derribar el mito del Madrid en la historia de España, de una vez por todas y como sea?
Valverde lleva entre las costillas un brazalete de capitán como si fuera el gallardete flameante del palo mayor de un barco de guerra antiguo. Nos recuerda a esos personajes que pululan por las leyendas ancestrales de los pueblos, aquellos cuyas vidas consistían en defender a sus padres, honrar a sus dioses y morir por sus patrias
Pues al que cree en un mundo mejor con la alegría insobornable del puro de corazón lo llevan persiguiendo desde el tiempo de los romanos, es un individuo que resulta intolerable para los descreídos, y los tiempos sólo han cambiado la superficie de las cosas.
El mundo sigue siendo un infinito negociado de los mediocres, de los trajes grises, de las vidas dentro del esquema. El mundo no es tan bello, decía Antonio Gala con su voz profunda de arcano, y es verdad aunque a veces nos cueste darle la razón, sobre todo en noches tan hermosas como la del último Miércoles Santo. El mundo muchas veces parece un invierno desasosegante en el que sin embargo irrumpe el Madrid de vez en cuando con fuerza catártica, colándose por la grieta de los bienaventurados junto con la luz que ya vio una vez Leonard Cohen. La victoria de los feos de corazón parece a veces tan total e inapelable que cuando un pase trasatlántico con el empeine de Luka Modric o un hat-trick lírico de Karim Benzema quiebran de un tajo la oscuridad, el madridista sólo puede festejarlo con la fiebre de los posesos. Pues en efecto es siempre un milagro, un milagro doble además cuando por ventura se le dobla la mano a la mentira y se gana una Liga o una Copa en el imperio de los negreiras.
La temporada, que apestaba a remasterización de la 2014/2015, cuando todo apuntaba a un festín de cuervos, el Madrid de pronto se enciende un puro en mitad de la Gran Noche y le concede a los suyos otra eliminatoria más en el teatro de Europa, otra noche más de emoción infantil esperando a los Reyes Magos. Yo entiendo que esto puede resultar tan intolerable a los pobres de espíritu que recurrir al fraude y al engaño para impedirlo puede resultar, en estas ocasiones trascendentales, una tentación demasiado fuerte.
Como la negación tenaz de la miseria que es el Real Madrid, todas las fuerzas de lo sórdido que se concitan en su contra en España (que son muchas y poderosas) están conjuradas sin desmayo para aniquilarlo. Pero no caemos. Como dice Sostres, somos todas las vides de las horas pasadas. Los siglos contemplan el futuro prendidos de nuestro cuello como el lujoso collar veneciano de todas nuestras conquistas.
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Antonio, gusto en saludarte siempre.
Siempre quedo con ganas de más y más de tus textos. Son casi tan maravillosos como nuestro Real Madrid.
Solo queda esperar por favor el próximo.
Hala Madrid !!
Yo voy a valorarlo desde otro punto de vista. ¿Qué necesidad tiene la esposa de Valverde de contarle a todo el mundo por redes sociales los problemas de su familia? Desde ahí, desde esa indiscreción, es desde donde va derivando todo. En un fútbol macarrístico donde al parecer se usa todo para desestabilizar al contrario, contar tu vida a la gente va a ir siempre en contra de un futbolista.
Luego ya, pongamos que Valverde hace lo que cree que tiene que hacer. De acuerdo. Sabiendo, supongo, las consecuencias que le va a traer. Y aceptándolas.
Pero sin la publicación de instagram primigenia, sin la apertura en canal de la intimidad, no estaríamos hablando de nada de esto. Es para pensárselo.
Emocionante artículo, muchas gracias por defender con tanto talento y tanto corazón,al que,como has bautizado poeticamente y certeramente.
VALVERDE LLEVA ENTRE LAS COSTILLAS UN BRAZALETE DE CAPITÁN COMO SI FUERA EL GALLARDETE FLAMEANTE DEL PALO MAYOR DE UN BARCO DE GUERRA ANTIGUO. NOS RECUERDA A ESOS PERSONAJES QUE PULULAN POR LAS LEYENDAS ANCESTRALES DE LOS PUEBLOS, AQUELLOS CUYAS VIDAS CONSISTÍAN EN DEFENDER A SUS PADRES, HONRAR A SUS DIOSES Y MORIR POR SUS PATRIAS.