Buenos días, amigos. Hace unos días, el equipo de La Galerna al completo decidimos visitar el museo del Prado, a veces nos gusta sacar la cabeza del tórrido mundo del fútbol y cultivarnos un poco, ya sea yendo a una pinacoteca, viendo un documental de La 2 o comprando la revista Pronto. Incluso en ocasiones, pocas, porque es muy peligroso, leemos en el metro.
Cuando nos hallábamos por las salas de tan magna galería paseando con las manos cruzadas detrás de la espalda y mirando los cuadros al pasar con los ojos entornados, como si hiciésemos fuerza, para parecer más inteligentes, nos detuvimos ante un óleo de Goya y Lucientes, Francisco de.
Caza con reclamo era el lienzo. Se trata de un puesto de caza con reclamo de dos pájaros enjaulados: un mochuelo con cara de haber visto a Gil Manzano pitar el final de un partido cuando Bellingham marcaba gol, y un jilguero en actitud más pasota. Ambos observados por un perrete agazapado. Completa la escena una red sobre un árbol y un pajarillo volando.
En ese momento se nos acercaron dos personas: una, ataviada con la elástica de Messi; la otra, apocada como si hubiese sufrido una apropiación indebida y servil con su acompañante messiánico.
—¿Y ese cuadro, de quién es? —preguntó el acoquinado ser.
—De Goya y Lucientes, Francisco de, lo pone en esa plaquita sita junto a la obra —respondiole nuestra jefa de maquetación.
—Pero si Goya no pintaba nada —replicó el tipo con la camiseta azulgrana.
—Ah, no, entonces ¿La maja vestida, La maja desnuda, La lechera de Burdeos, Saturno devorando a su hijo, El aquelarre, Los duques de Osuna y sus hijos, El 3 de mayo de 1808 en Madrid: los fusilamientos de patriotas madrileños o La gallina ciega qué son, acaso palancas y no obras pictóricas? —inquirió nuestro editor Jesús Bengoechea.
—Nada, nada, él andaba por allí, se comía unas anchoas y se daba una vuelta mientras otros hacían el trabajo, pero Goya no pintaba nada, se limitaba a realizar asesoramientos verbales —intervino el culé.
—Claro, claro, ¿y todas estas pruebas que veis colgadas en las paredes con su firma? —prosiguió nuestro corrector mientras el redactor jefe intentaba sin éxito pedir un vino en las taquillas.
—No tenía ninguna responsabilidad, era un florero, se limitaba a firmar y punto. ¿A que sí, a que sí, a que lo he dicho bien? —apostilló el pelotilla, que vestía un extraño jersey que recordaba a un colchón antiguo.
—Y también nos vais a decir que Goya y Lucientes, Francisco de no tuvo ninguna influencia en la pintura española pese a haber estado realizando obras, y cobrando por ellas, durante los reinados de Carlos III, Carlos IV o Fernando VII, ¿no es cierto? Sois tan previsibles… —concluyó el encargado de las comas del vocativo de La Galerna.
—Ninguna, como os he dicho, Goya estaba ahí para asesorar y con el ánimo de equilibrar un poco, por si había algún pintor que se pasaba de bueno y había que pararle los pies, perdón, quiero decir las manos. Además, los emolumentos que percibía eran un argucia para blanquear dinero, luego devolvía una parte a sus pagadores.
Os contamos esta historia del mismo modo que las portadas del día versan sobre temas que probablemente os importen un pimiento. No obstante, os las mostramos, porque, en el fondo, es uno de los propósitos de esta pintoresca sección.
La diferencia es que nuestra historia nos ha venido a la cabeza al leer anoche la noticia del día que, como ya sabíamos, no aparecería en la primera plana de ningún diario deportivo. Se trata de una nueva exclusiva de Miguel Ángel Pérez en Libertad Digital y que vuelve a demostrar algo tan obvio como que un vicepresidente de una institución, en este caso Negreira del CTA, atesoraba funciones ejecutivas.
La prueba que aporta Miguel Ángel en Libertad digital es un documento intervenido por la Guardia Civil durante el registro llevado a cabo en la sede del Comité Técnico de Árbitros a finales de septiembre pasado. Se trata del acta de la Junta Directiva del CTA de la temporada 2010-2011 en la que se demuestra por escrito que Enríquez Negreira, José María fijaba los criterios para evaluar a los árbitros de Primera División, Segunda, y Segunda B. Mirad:
Había un punto único: la evaluación técnica arbitral, y el motivo de la reunión era «determinar las circunstancias y requisitos que deben reunir los árbitros y árbitros asistentes de la Primera, Segunda y Segunda División “B” del fútbol español para su evaluación». Para que no quepa duda, el acta viene firmada por Enríquez Negreira, José María, además de por el jefe de todo, Sánchez Arminio, q.e.p.d., y los otros dos vicepresidentes del CTA.
A la vista de los hechos, queda claro de nuevo que Negreira no pintaba nada, solo pintaba como Goya.
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