José María Zárraga, Chendo, Sanchis y José Antonio Camacho son los jugadores del Real Madrid que a lo largo de su historia han recibido el sello de One Club Man, es decir, han estado durante toda su carrera deportiva en el Club. A esa lista, algunos también añaden a Santiago Bernabéu, Félix Quesada y Juan Monjardín, que vistieron la camiseta blanca en los albores del siglo XX, en un tiempo en el que los datos resultan más borrosos: Monjardín estuvo en el Madrid desde 1918 a 1929, cuando aún no se había empezado a disputar el campeonato de Liga, Bernabéu desde 1914 a 1927 y Quesada desde el 21 al 36. La prehistoria del fútbol.
A todos ellos, se les puede unir Nacho Fernández, que está empeñado en cerrar una carrera absolutamente legendaria en el club de toda su vida. Nacho entró por primera vez en un vestuario del Real Madrid en el año 2001 y 22 años y 23 títulos después, sigue siendo parte activa de la historia del mejor club del Mundo.
Nacho entró por primera vez en un vestuario del Real Madrid en el año 2001 y 22 años y 23 títulos después, sigue siendo parte activa de la historia del mejor club del Mundo
La de Nacho es una historia de resistencia, de resiliencia para estudiar en las academias de fútbol. Hombre de club por excelencia, siempre disciplinado, siempre respetuoso con la entidad, con rivales y compañeros, siempre dispuesto cuando el entrenador le ha necesitado y siempre eficaz cuando ha tenido la oportunidad de jugar.
En los tiempos en los que la figura del One Club Man está en peligro de extinción por el poder del dinero de los mercados emergentes, por la potencia de fuego de los clubes estado; por la fuerza de ligas como la Premier, Nacho es un referente de una forma de entender el fútbol diferente, en la que el amor a un escudo está por encima, incluso, del olvido injusto al que muchos técnicos le han propinado por no llegar de lejanos mercados. Apellidarse Fernández no vende en el mercantilizado fútbol actual.
En la historia del fútbol ha habido muchos One Club Man. Los más conocidos de las últimas décadas, sin duda alguna, Carles Puyol o Francesco Totti. Jugaron toda su vida en FC Barcelona y AS Roma. Hubo otros legendarios como Le Tisier, mito del Southampton o Bob Pasley, en el Liverpool de la posguerra Mundial.
En el fútbol vasco, la figura del jugador que ha jugado toda la vida en el club ha sido habitual hasta hace nada: ahí están los ejemplos de Iribar, Julen Guerrero, Arconada, Zamora, Satrústregui, Gurpegui, Larrazabal, Urrutia o Ablanedo, Castro y Joaquín en el gran Sporting de Gijón de los años setenta y primeros ochenta. Son muchos los ejemplos de una especie que, sin embargo, ha entrado a toda velocidad en el rango de peligro de extinción.
Nacho se merece terminar su carrera en el Real Madrid, como también se merece jugar mucho más de lo que lo hace habitualmente. Un hombre de club, un jugador fiable, un futbolista comprometido y, además, zaguero que puede jugar en todas las posiciones de la línea defensiva. Es un futbolista de época, por mucho que no se le valore. De momento, Nacho Fernández cuenta con el respaldo de la afición y no olvidemos que el fútbol, pese a los jeques, sigue siendo de los aficionados.
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Me alegraría mucho que Nacho finalmente fuera un One Club Man y se retirara en el Madrid. Es un jugador infravalorado y que solo se utiliza en la prensa para atacar al Madrid, siempre sus elogios son "envenenados".