Debo confesar que Alejandro Sanz no me desagrada en absoluto. No encaja con lo que yo busco en la música, pero siento por él un profundo respeto. Es un músico de verdad. Hecho a sí mismo con una guitarra en las manos desde que era niño, día y noche tocando y cantando en los banquitos de “La Osa” de Moratalaz, a menos de un kilómetro de donde yo me crié, empezó desde cero y todo lo que ha conseguido se lo ha ganado él con talento, trabajo y perseverancia. Además, nadie le hace las canciones, que hay mucho cantante de cartón piedra por ahí. De hecho, las ha compuesto y escrito él para Malú, Kylie Minogue, Laura Pausini o la Niña Pastori, entre otros artistas, porque su caudal creativo es incontenible. Sanz, además de tener un apellido muy merengue, ser más madrileño que el cocido y gozar de un reconocimiento internacional casi a la altura del club blanco, es un excepcional compositor y un letrista sensible y agudo. Puede no gustarte el tipo de música que hace (en general, pop latino con una fuerte influencia del flamenco) o su temática, pero es injusto no reconocer su inmensa valía como creador e intérprete, así como su carisma sobre el escenario. Definitivamente, no me parece mal que sea él quien inaugure el nuevo Bernabéu, además con una canción nacida expresamente para la ocasión. De hecho, voy más lejos: en estos tiempos, todo lo que no sea reguetón es aceptable. Hemos llegado desgraciadamente a ese punto.
No me parece mal que sea él quien inaugure el nuevo Bernabéu, además con una canción nacida expresamente para la ocasión. Pero lo bueno es enemigo de lo mejor. Y la mejor elección era Muse
Pero lo bueno es enemigo de lo mejor. Y la mejor elección era Muse. La banda de rock más grande del siglo XXI, que ha rescatado a un género al que hace dos décadas se daba por muerto y está influyendo a muchísimos grupos que vienen por detrás a su rebufo. Y digo rock porque, cuando se habla de música, al igual que sucede en lo referente al fútbol, tendemos a etiquetar. Porque en la discografía de los británicos escuchamos temas que van desde el metal hasta el pop pasando por el funk, el dupstep, el rock espacial, la música electrónica e incluso podemos apreciar tintes de hip-hop o industrial. No sólo dominan y mezclan todos los estilos, sino que su líder, Matt Bellamy (Cambridge, Reino Unido, 1978), llamado por muchos el “Mozart moderno” dada su extraordinaria facilidad para componer y por la originalidad y pasión que transmiten sus creaciones, además de ser un extraordinario vocalista, domina con maestría la guitarra y el piano. A Muse, como al Real Madrid, es difícil ponerles un corsé. Pueden tocar el balón en horizontal o pueden ser verticales, directos y desgarradores. Pueden ser pegadizos y melódicos o estridentes y sobrecogedores. Pueden jugar a la defensiva o lanzarse en tromba al ataque. Como el juego del Madrid, el sonido de Muse es difícil de encasillar e impredecible.
También como el Real Madrid, Muse llenan estadios y traducen esos arreones contra la portería contraria que enfervorecen al público por un espectáculo de luces y sonido, siempre a la vanguardia musical y tecnológica, que también levanta a los fans de sus asientos, les sacude y les hace experimentar sensaciones que nadie más consigue. Llevan la experiencia más lejos de lo que es ir a un simple concierto, al igual que asistir en el Bernabéu a una noche europea no es lo mismo que ir a ver un partido de fútbol. Cada show de Muse es una noche de Champions con muchos goles, prórroga, penaltis y victoria.
Las composiciones de Bellamy son pura energía. Épicas, heterodoxas, profundas, impactantes, originales, imposibles de etiquetar y con armonías sorprendentes que se alejan de los estándares tradicionales del tikitaka musical que inunda la radiofórmula y de todo lo demás. Cada tema es un ejemplo, pero basta hacer un viaje por el cosmos en Space Dementia, una cabalgada marciana con los Knights of Cydonia, sentir la sacudida del New Born, sufrir la visión distópica de Thought Countagion, dejarse arrastrar por Butterflies and Hurricanes, bailar en un Supermassive Black Hole, flipar con Time is Running Out, entrar en Madness o someterse a la sacudida eléctrica de Map of the Problematique para ver que no tienen nada que ver ni con lo que hace el resto ni la una con la otra. Como el Madrid, son diferentes. Con un marcado componente futurista en su música, puesta en escena y letras, se asemejan a ese Real Madrid que va siempre un paso por delante, como ocurre con la inevitable Superliga Europea. Y, al igual que muchos madridistas respecto a los arbitrajes, denuncian en su último estar “enjaulados en una simulación”.
Muse no le suelen cantar al amor, ni al desamor. Tampoco pierden el tiempo en chismes ni temáticas insustanciales. Los abusos de poder, la corrupción, las injusticias, la sostenibilidad, la pobreza, la guerra y la revolución son gran parte de su temática. Entienden que tienen un altavoz muy potente y están comprometidos con la sociedad. Se preocupan en sus letras por los más desfavorecidos y por poner su grano de arena en busca de un mundo más justo y mejor repartido, colaborando con donaciones regulares a Children in Need, DonorsChoose, MusiCares, OXfam, Save the Children, Teenage Cancer Trust, The Passage, War Child, Nordoff Robbins o Baycrest Foundation. Igual que hace el Real Madrid con esa impagable labor de su Fundación, invisible para los medios pero que ha mejorado durante el último cuarto de siglo la vida de un millón y medio de niños en situación de pobreza o riesgo de exclusión social en más de 90 países. El Real Madrid fue el primer club de fútbol del mundo en adherirse al Global Compact de Naciones Unidas, comprometiéndose a apoyar sus objetivos de Desarrollo Sostenible. El concepto de responsabilidad social está muy arraigado en ambos: “tengo una posición envidiable para hacer del mundo un lugar mejor y voy a hacer lo que esté en mi mano”.
También como el Real Madrid, Muse llenan estadios y traducen esos arreones contra la portería contraria que enfervorecen al público por un espectáculo de luces y sonido, siempre a la vanguardia musical y tecnológica, que también levanta a los fans de sus asientos, les sacude y les hace experimentar sensaciones que nadie más consigue
Además, hay un vínculo directo entre Muse y el deporte: compusieron la canción oficial de los JJOO de Londres 2012. En Survival, un himno soberbio, trepidante y con unos coros que ponen los pelos de punta, la banda inglesa nos dice que “La vida es una carrera (…) Da igual lo que haga falta, no me tomarás la delantera. Seguiré el ritmo y revelaré mi fuerza a toda la raza humana. Sí, voy a ganar”. Matt Bellamy es del Chelsea y el bajista del grupo, Chris Wolstenholme, directamente un loco del fútbol. En las giras es habitual verle jugando partidos con los periodistas o con los fans cada vez que tiene un rato y, de hecho, en la de 2004 tuvo que ser sustituido al partirse un brazo durante uno de esos partidos. Es habitual leerle tuitear sobre las jornadas de Liga de Campeones aunque dice ser del Roterham United, el equipo de su ciudad. Ya. Sin embargo, al batería Dominic Howard no le gusta tanto el balón. Aunque en 2019, en el concierto que dieron en el Wanda Metropolitano (al que, como siempre que pasan por aquí, no dudé en asistir), tuvo el desliz de tocar durante un rato con una camiseta del Atlético de Madrid. Quizá es por eso por lo que no le gusta tanto el balón.
Por supuesto, todas las bandas de rock tienen una actuación mítica, que les encumbra definitivamente y queda para siempre en la retina de los fans. La de Muse, como no podía ser de otra forma, tuvo como escenario un templo futbolístico como Wembley los días 16 y 17 de junio de 2007. Justo el finde siguiente al Tamudazo, como queriendo celebrarlo. Además, su primer contrato profesional lo firmaron en 1998 con Maverick Records, unos meses después de La Séptima. ¿Son madridistas o no?
Entre las muchas funcionalidades que poseerá el nuevo Bernabéu, se contará con la posibilidad de que un viernes pueda haber un concierto masivo y el domingo, un partido del Madrid. Para esto tendrá ese césped retráctil, que se mantendrá a salvo durante el show. Poder albergar estos eventos durante todo el año, cuando la dichosa pandemia lo permita, será una notable fuente de ingresos extra para el club, aunque no la única en esos 150 millones anuales que, se calcula, se van a generar respecto a la anterior versión del estadio. Con esta cifra, se podrá cubrir seis veces el importe anual del crédito a devolver por las obras. Y sí, Muse, por todo lo expuesto, sería la mejor banda para levantar el telón y cortar la cinta de esta nueva era madridista.
Muse, por todo lo expuesto, sería la mejor banda para levantar el telón y cortar la cinta de esta nueva era madridista
Ya me los imagino bajando al escenario en drones gigantes, manejando robots o con cualquier otra invención de esas con las que no dejan de sorprendernos. Entonces Bellamy, con su guitarra colgada característicamente a la espalda mientras espera su momento, micro en mano, se dirige hacia el centro del campo a través de la pasarela. Y una vez allí, comienza a cantar ‘Uprising’. Entonces, cuando llega el estribillo, el Bernabéu se viene abajo:
No nos forzarán
Dejarán de degradarnos
No nos controlarán
Saldremos victoriosos
¿Qué equipo gana una, y otra, y otra vez, a pesar del relato o de los estamentos oficiales y poderes fácticos que intentan minimizar sus éxitos y rebajar su dimensión mientras a su vez intentan hacerse con el control de la entidad?
Pues eso. Real Madrid, Muse y nada más.
Fotografías Imago.
Anteriores capítulos de la serie:
-Julio Iglesias en el nuevo Bernabéu
-Queen en el Bernabéu (One vision)
He ido a la wikipedia a mirar quien es (son) Muse.
Es más, al principio creí leer Messi en el nuevo Bernabéu.
Soy fan de la Muse de chocolate
Yo digo que Miguel Rios,
1. Bienvenidos
2. Banzai
3. El rock de una noche de verano
4. El Blues del autobus
Sale Placido Domingo
Y cantan juntos:
Santa Lucia
Himno a la alegria
Sale Julio Iglesias
Hey
Me va, Me va
Cantan juntos:
El himno del Real Madrid
Y para finalizar
El himno de la decima.
Entre humo de colores y fuegos artificiales! Retransmitido a la humanidad!
"De hecho, voy más lejos: en estos tiempos, todo lo que no sea reguetón es aceptable. Hemos llegado desgraciadamente a ese punto."
Puix sí, así es. Es una muestra significativa del nivel de degradación y decadencia alcanzado por nuestra sociedad. De la que no lo olvidemos, no eludamos responsabilidades, todos formamos parte. Pobres hijos, el legado que les hemos dejado. Reguetón, drogas, precariedad laboral, deuda económica, dificultad de acceso a la vivienda , libertad condicionada y restringida, pandemia, estructura sanitaria deficiente...la verdad es que ilusiona tener más hijos. Mucho.
https://www.youtube.com/watch?v=scQzB82oRUE
Me uno a tu peticion Paul. Solo pensar en Uprising sonando en el Bernabeu me vengo arriba, efectivamente como nos pega a los madridistas (they will not degrade us, we will be victorious). Eso sí, que vengan sin drones y con una puesta en escena mas sobria que el último del Wanda...
Es verdad que todos son grandes artistas para un soberbio escenario como será nuestro estadio, como lo hubieran sido Prince o Pink Floyd o como lo pueden ser, todavía, ACDC o IRON MAIDEN, por poner dos ejemplos de super espectaculos de !¡¡Heavy metaaaaal! The BEST of The BEST! Long live rock! Saludos!
Yo también me uno a tu petición. Muse es un grupo mastodóntico en sus espectáculos y encajarían perfectamente en el nuevo y futurista Bernabéu.
Yo he tenido la suerte de desplazarme a Madrid para verlos en el viejo Calderón en 2010 (ese mismo día vimos la derrota inaugural de la selección en el mundial de Sudáfrica delante del Bernabéu) y en el patrocinado Wanda. Ya es hora de verlos tocar en un estadio de primera categoría.
Voto por iron Maiden
Gracias, hombre de Riotinto! Un saludo!
Hola Paul, saludos desde Elche, no soy "merengón" pero, estoy totalmente de acuerdo con tu elección para esa inauguración del "nuevo Bernabeu", intentaria estar allí, ya que al Wanda no asistí, y no me lo perdono, excelente artículo, un saludo Paul, Visca Muse!!
Perdón, pero al final no he podido resistirme:
Muse es un Pedri de la música. Innegable técnica, pero al final poca chicha. Más publicidad que otra cosa, como demuestra esa comparación con Mozart: solo se le ocurriria a un publicista.