Que Catar ha comprado o está comprando el fútbol gracias al dinero obtenido por el petróleo no es ningún secreto. Pero, en este caso, el asunto es muy grave y va más allá de que al PSG de Al-Thani y Al-Khelaïfi le permitan saltarse a la torera el Fair Play Financiero para poder pagar a Ramos, Messi, Donnarumma, Wijnaldum, fichar a Achraf y retener a Mbappé rechazando una oferta de 200 millones. Y si el dinero pudiera rejuvenecer a Pelé, lo harían. Para comenzar este texto, obviamente, lo primero que he tenido que buscar es el número de víctimas mortales que se han cobrado las obras de las infraestructuras necesarias desde que FIFA otorgó la organización de la Copa del Mundo al país árabe. Según el último estudio realizado por The Guardian, ya son más de 6.500 vidas las que se han perdido. Personas procedentes de India, Pakistán o Nepal que han fallecido mientras trabajaban en los distintos proyectos de Catar, un país que no respeta en absoluto los Derechos Humanos, ni de la mujer, ni muchísimos otros.
Pues ahí, en ese escenario antidemocrático y tirano (espero que no lo lea Xavi Hernández) se va a disputar el próximo invierno de 2022 el Mundial de selecciones. A la FIFA parecen importarle muy poco las perversas prácticas que se llevan a cabo allí, de las que conocemos poco y seguramente las cifras sean inexactas, dado el ínfimo nivel informativo de aquel gobierno y de sus medios de comunicación afines. Al máximo organismo de selecciones solo le conviene sacar tajada, y cada vez más, de sus torneos, por ello ahora proponen celebrar mundiales cada dos años. Pero ese es otro tema.
El caso es que la gente no es tonta, todo el mundo sabe lo que acontece en Catar y en esas obras, la cantidad de vidas que han costado, pero las federaciones callan por miedo a quedarse fuera de la porción de tarta que reparte FIFA y porque no quieren tener al emir como posible enemigo. Y los jugadores, por ende, también callan, adoctrinados por sus federaciones.
Por suerte, países como Suecia o Finlandia han alzado la voz. No han sido las instituciones, tampoco pidamos peras al olmo, pero menos da una piedra. Tim Sparv, capitán de la selección finesa, ha sido el primero en pronunciarse. Reflexiona en una carta escrita en The Players Tribune sobre la posición privilegiada de la que disfruta él y sus colegas de profesión en comparación con los obreros migrantes que tuvieron que acudir a Catar a jugarse la vida. Un texto dirigido a “cualquiera que se preocupe por los Derechos Humanos” y en el que lamenta “jugar en tan solo unos meses en estadios de fútbol donde ha muerto gente”. “Si hubiésemos despertado antes, quizás podríamos haber salvado vidas”, sentencia. Y no le falta la razón. El alegato no deja de ser un pensamiento en voz alta, sin más pretensión que dar a conocer que, al menos, se ha interesado por la situación en el país. Ni de lejos desliza la opción de plantarse y no jugar. Algo es algo.
El ejemplo sueco es, quizás, algo más contundente. El combinado nórdico lleva años con la tradición de llevar a los jugadores inactivos en enero (la liga sueca termina a principios del mes de diciembre) a una pequeña concentración en Doha para seguir entrenando y no perder la forma física. Este año no será así en señal de protesta por las nefastas condiciones ofrecidas por la nación del Golfo Pérsico y por las denuncias recibidas por parte de decenas de organizaciones defensoras de los Derechos Humanos. La federación sueca (¡oh, milagro!), instada por los clubes del mismo país, ha anunciado que buscarán otro destino para esta ocasión. Un gesto que no va a tener consecuencias, puesto que todo el programa del torneo mundialista va a seguir su curso, pero que sí debería ser imitado por otras selecciones.
La nuestra, tras un parón más fructífero en cuanto a resultados que en lo que a juego se refiere, se encuentra ahora primera de su grupo en la fase de clasificación y depende de sí misma para estar en Catar el próximo invierno. Desde la Eurocopa de 1992 España no se pierde un gran torneo de selecciones. No parece que este vaya a ser el caso (o sí, quién sabe, con este equipo y este seleccionador) pero una cosa tengo clara: si nos tenemos que perder un Mundial, que sea este.
Fotografías: Imago
Lo de la FIFA viene de antiguo, no se porque alguien se sorprende.
En 1934 se juega un Mundial en Italia, gobernada por el fascismo, con Mussolini presidiendo el evento. La FIFA se puso de perfil.
En 1970 se juega en Mejico con un gobierno presidido por Díaz Ordaz , que 2 años antes habia llevado a cabo la matanza de Tlatelolco o de la plaza de las tres culturas, que causó 400 muertos y más de mil heridos. La FIFA miró para otro lado.
En 1978 el Mundial fue en la Argentina de la junta militar , con Videla en el palco, cuyo plan Cóndor ocasionó 15.000 muertos y más de 30.000 desaparecidos. A la FIFA le dio igual.
Si algo ha caracterizado a esta organización ha sido su corrupción económica y moral. Qatar es solo un capítulo más.
Magnífico resumen histórico de lo que es la FIFA. Magnífico
Amén.
Todo lo que no hubiera sido plante general nada más conocerse la imposible sede, y persecución judicial y encarcelamiento de los responsables, es ya no hacer nada y consentir cada vez una más gorda que la anterior.
Totalmente de acuerdo, veré, s.e.v., partidos de barrios.