Psicofonías cataríes

El análisis de las portadas de los periódicos deportivos de hoy

Buenos días, amigos. Pase que de repente se pare la competición para disputar unos partidos clasificatorios para un Mundial erigido sobre las vidas de 6000 trabajadores en régimen de semiesclavitud. Pase que tengamos que tragarnos el coñazo de ese anticlímax con resignación cristiana. Pase incluso que hayamos de asumir el riesgo de que se lesione alguno de los nuestros para mayor gloria (?) y enriquecimiento de Ceferin e Infantino. Pero lo que hoy nos cuenta Marca en portada pasa de castaño oscuro.

Usted perdone, Marca, pero ya no tenemos edad para eso. La última vez que jugamos un partido fue un solteros contra casados en el seno de la redacción de La Galerna que ganaron los solteros merced a la gran forma de Alberto Cosín y el olfato goleador de Jorgeneo. Fue hace tres años y medio y este humilde portanalista tuvo que pedir el cambio por lenguafuerismo —lesión muy común en los portanalistas— en el minuto 7, en homenaje a Juanito. Ahora mismo, este humilde portanalista no sería capaz de disputar ni el calentamiento del partido, imagínense el partido entero, ¡imaginen dos partidos, como marcialmente ordena Marca que nos toca hacer en el día de hoy!

Resulta que hoy tenemos que jugar un Kosovo-España y un Grecia-Suecia, nada menos. No sabemos cuánto tiempo de descanso hay entre los primeros 90 minutos y los segundos. Este portanalista se va a borrar descaradamente. Ya le he dicho al técnico que tengo molestias y que, infelizmente, no seré de la partida.

No sabemos por qué se nos ha colado esa foto, pedimos disculpas. Decíamos que ya hemos comunicado al entrenador que nuestras molestias, si bien son vagas, difícilmente descriptibles, no terminan de remitir. Juancho, no estoy para jugar ni medio partido (dejemos dos aparte) por mucho que me lo exijas en portada.

En La Galerna comprendemos la importancia de que la Roja se clasifique para un Mundial erigido sobre las vidas de 6000 trabajadores en régimen de semiesclavitud. Sería indigno no poder jugar en estadios entre cuyos vomitorios se escuchan aún psicofonías tétricas. Agua, por favor. Tengo mucho calor. No quiero subir ahí, no es seguro. No hay que preocuparse, son voces en árabe macarrónico y no se entiende nada, aunque a fuerza de ser sinceros impresiona el tono desesperado de que están imbuidas. Ignoradlas. España tiene que estar en ese Mundial. Su dignidad está en juego.

Oh, pero ahí están de nuevo. Cesad ya, voces fantasmagóricas. Dejad de reverberar en las gradas de Doha. Por favor, necesito parar. Por favor, hace mucho calor. Me siento muy débil. Cuidado, me caigo. Callad, por Alá, callad. Abandonad vuestro lúgubre retumbar. No queremos oír vuestro mensaje del pasado. Queremos que se clasifique España. Es lo que nos importa. Hoy jugamos dos partidos.

Hay quien sigue enredando con lo de las psicofonías, pero ni caso. Tim Sparv, el capitán de la selección de Finlandia, por ejemplo, está embarcado en una cruzada personal para que la comunidad futbolística mundial se haga determinadas preguntas sobre el modo en que esos estadios han sido construidos, sobre qué hay detrás, sobre qué hay debajo. En una emotiva carta, ha urgido a los futbolistas destinados a jugar ese Mundial a “que sean valientes” y se planteen si quieren disputar una competición acerca de la cual existen tantas dudas éticas. ¿Dijimos dudas? Más bien habría que decir certezas.

Sparv se lamenta de no haber comenzado sus investigaciones cinco años antes, pues por el camino se han perdido miles de vidas. “Fuck. Quizás habríamos salvado vidas. Nos hemos despertado demasiado tarde. Me he despertado demasiado tarde. No soy un experto, pero como capitán de la selección de Finlandia sé que pronto podríamos estar jugando en estadios que han causado la pérdida de vidas de trabajadores inmigrantes. Nosotros, los jugadores, vamos a ser la cara visible de un torneo sobre el que no tenemos control”.

Sparv, que en el curso de los últimos meses ha hablado con trabajadores inmigrantes, se hace eco en su misiva de las evidencias. “The Guardian publicó que unos 6.500 trabajadores inmigrantes habrían perdido la vida en las obras cataríes desde que se le concedió el Mundial en 2010, y esos trabajadores eran de cinco países: India, Nepal, Pakistán, Bangladesh y Sri Lanka. Por lo visto muchas de estas muertes estaban directamente relacionadas con el Mundial. ¿Cómo puedes leer esto y sentirte indiferente?”

Si bien en 2015 Catar aprobó un decreto para mejorar las condiciones de trabajo de los inmigrantes, Amnistía Internacional ha concluido que se han producido muy pocas mejoras, y que dichos inmigrantes siguen trabajando en condiciones de esclavitud. “Tuve una conversación con una mujer que rompió mi corazón”, continúa Sparv. “(...) Me contó que trabajaba 16 horas seguidas sin días de descanso. Me dijo que si había alguna denuncia a la policía, esta siempre se ponía del lado del empleador, y hablamos de acusaciones de violación. (...) Fue brutal escuchar eso”.

Sparv finaliza su exhortación invocando la valentía de los jugadores internacionales que potencialmente pueden disputar el Mundial de Catar. “Conozco a jugadores que saben que tendrían problemas si hablaran de lo de Catar. Tienen miedo. (...)”. Aun así clama a sus colegas: “Si puedes reunir el coraje, infórmate, involúcrate, habla. Habla con un periodista, pon un tuit, pon un post en Instagram. Ponte en contacto con los trabajadores”. El llamamiento, de momento, parece haber caído en saco roto.

¿Habéis leído en la prensa española algo que le dé a esto la importancia que merece?

Pero no hagáis caso de la voz de Sparv, tan inconveniente. No hagáis caso de los psicofonías que silban entre los muros de los estadios cataríes en las noches sin luna. No, por caridad, eso no. Tengo sed. Por favor, tenga piedad, me muero.

Hay que clasificar a España.

Pasad un buen día.