Ramón Monchín Triana fue un jugador de otro tiempo, un futbolista que supuso el primer gran trasvase entre Atlético de Madrid y Real Madrid a finales de los años 20. En su etapa merengue fue una de las estrellas del conjunto blanco y siempre destacó por su deportividad en el terreno de juego. Víctima de la guerra, fue uno de los fusilados en Paracuellos del Jarama.
Nacido en Fuenterrabia el 28 de junio de 1902, comenzó a destacar en el balompié, primero en los marianistas de El Pilar y más tarde con los jesuitas en Areneros. Con 19 años firmó por el Athletic de Madrid y además de jugar al fútbol también lo hacía al hockey, al tiempo que estudiaba para ser notario. Podía desempeñarse como interior o extremo derecho y sobresalía principalmente por su magia en el regate: un desborde rápido, en corto y zig zag y muy eléctrico. Además, poseía una gran imaginación, un fantástico dominio de las dos piernas, una enorme técnica con el cuero y mucha habilidad en espacios reducidos. Entre sus apodos se encontraban ‘El rey del regate’ y ‘El Kopa de los años 20’, que comenzó a sonar ya en la década de los 50.
Monchín Triana podía desempeñarse como interior o extremo derecho
En el cuadro colchonero sentó cátedra durante casi una década, desde 1918 a 1928, tiempo en el que conquistó como títulos principales tres Campeonatos Regionales Centro, disputó dos finales de Copa e inauguró el mítico Stadium Metropolitano en 1923. Sin embargo, problemas con el presidente rojiblanco Luciano Urquijo, que no le quería pagar por jugar, le hicieron tomar la decisión de fichar por el gran rival de la ciudad, el Real Madrid, que sí le ofreció un salario.
Aquel curso también llegaron a la entidad madridista grandes jugadores como Lazcano o Morera, a los que había que sumar al fenomenal Gaspar Rubio, fichado recientemente. Triana debutó en noviembre de 1928, aunque con anterioridad ya había jugado para el equipo merengue. Fue concretamente en la gira veraniega por Sudamérica, en 1927, donde marcó ante un combinado de Buenos Aires y la selección Chalaca de Lima y en la que también viajaron en la expedición futbolistas de otras entidades como Vidal y Travieso del Athletic de Bilbao, Urquizu de Osasuna o su compañero colchonero Luis Marín.
Su estreno liguero se produjo en la recién creada competición doméstica, y el rival no podía tener más enjundia: el Barcelona en Les Corts. Los merengues asaltaron el fortín blaugrana y vencieron por 1-2, aunque los primeros goles del artista del dribbling no fueron hasta la siguiente jornada contra su ex equipo en Chamartín. Triana logró un doblete y acabó con las esperanzas colchoneras, que se adelantó a la media hora de juego en el marcador. Fijo en los esquemas de Quirante, marcó otros dos tantos más y jugó 12 partidos de los 18 del calendario en una campaña donde el Real Madrid finalizó subcampeón.
Meses antes sí se había conquistado el Campeonato Regional que daba paso a disputar la Copa. Triana fue fundamental con su rendimiento en las eliminatorias previas ante el Real Oviedo, el Logroñés o el Athletic Club, al que le hizo dos dianas en San Mamés para que su club alcanzase la gran final. En ese partido, que ha pasado a la historia como ‘La final del agua’, el Real Madrid de los Quesada, Peña, Lazcano, Rubio o el propio interior guipuzcoano sucumbió en un terreno de juego encharcado frente al Español de Zamora, Saprissa o Bosch. El duelo concluyó 2-1 y con cinco expulsados, Triana y Rubio por filas madridistas, y González, Broto y Tena en el cuadro periquito.
Con la llegada del magiar Hertzka al banquillo blanco, Triana perdió mucho protagonismo en el equipo y se convirtió en un habitual suplente. En las siguientes tres campañas únicamente actuó en ocho partidos de Liga, cuatro del curso 29-30, uno de la temporada 30-31 y tres en la 31-32, donde se logró el primer título de la historia. Aunque su papel fue escaso, en ese triunfo sí resultó fundamental al convertir tres tantos, un doblete en la victoria en casa frente al Alavés y un gol en la visita a Ibaiondo, el campo del Arenas.
Su bagaje fue algo más extenso en el Campeonato Regional que se ganó en 1930 y 1931 y en las ediciones correspondientes de la Copa del Rey. En la primera, de nuevo el Real Madrid llegó hasta la final, pero volvió a caer, esta vez contra el Athletic Club en Montjuic. Triana forzó la prórroga, aunque un gol de Lafuente dejó sin el entorchado copero a los merengues. Un año después, el tope del equipo fueron los cuartos de final, donde no pudieron remontar el 3-0 que se trajo el Betis de Sevilla.
Triana, que había sido internacional en una única ocasión contra Portugal en Sevilla en 1929 y uno de los ídolos de Bernabéu que dijo de él que “quien se quisiera divertir fuera a verle jugar”, se fue alejando poco a poco del fútbol hasta que fue noticia con el estallido de la Guerra Civil. Residente en el barrio Salamanca en una familia muy religiosa, la casa de la calle Serrano fue registrada en numerosas ocasiones por los milicianos buscando a Ramón y sus dos hermanos. Finalmente los tres se presentaron a las autoridades en un error fatal que les condenó a la muerte.
Triana fue internacional en una ocasión
El 7 de noviembre de 1936, Monchín salió en camión de la cárcel Modelo y apenas una hora y media después fue fusilado en Paracuellos del Jarama. Sus hermanos, que se encontraban en la cárcel de General Díaz Porlier, sufrieron el mismo destino fechas más tarde.
En su honor, el Diario Marca y el Arriba crearon el 'Trofeo Monchín Triana' en 1952 al futbolista que hubiese destacado a lo largo de su trayectoria por un gran espíritu deportivo. El primer ganador fue Puchades, del Valencia, y también lo lograron otros mitos como Basora, del Barcelona, Gaínza, del Athletic, Gento, del Real Madrid o Yarza, del Zaragoza, que fue el último premiado en 1968.
La Galerna trabaja por la higiene del foro de comentarios, pero no se hace responsable de los mismos
Es un gusto leer sus reportajes!!!
Un saludo
Muchas gracias Richard,
Seguiremos con ello 😉
Un abrazo
Buen reportaje.