El reciente adiós a Matthew Perry (inolvidable por Friends, pero también por su brutal sinceridad acerca de la lucha contra las adicciones) ha dejado al descubierto un vacío en varias generaciones que disfrutaron y se emocionaron con una serie de época. Sin previo aviso, la partida de un tipo al que sólo habíamos visto por la tele ha producido una inexplicable sensación de desazón, como si formara parte de nuestro círculo, como si lo hubiéramos conocido de algo. De mucho. Ese síntoma, que podemos traducir como efecto Friends, es la conexión emocional que se establece de manera natural y profunda con determinados sujetos a los que consideramos como nuestra familia emocional, esa que se escoge. Algo así vive en el corazón de los madridistas con Modric.
El Efecto Friends es la conexión emocional que se establece de manera natural y profunda con determinados sujetos a los que consideramos como nuestra familia emocional. Algo así vive en el corazón de los madridistas con Modric
Perry protagonizó, junto al resto del afamado reparto (Jennifer Aniston, Lisa Kudrow, David Schwimmer, Courtney Cox y Matt LeBlanc) 236 capítulos durante diez temporadas de Friends. Cada uno tiene un papel estelar y complementario con el resto, fueron galácticos a base de audiencias millonarias, pero es el personaje de Chandler, interpretado por Perry, el que, sin duda, destacó sobremanera en pantalla. Y no sólo por su ácido sentido del humor, sino, sobre todo, por su humana vulnerabilidad. Todos quisimos ser Chandler al igual que, sobre el césped, a todos nos gustaría ser Modric. El madridista ha compartido vestuario con rutilantes astros (Cristiano, Ramos, Benzema…), pero interpreta el juego con otra partitura y así lo ha sabido apreciar el mundo del fútbol.
Luka Modric, como Friends, nunca pasará de moda. En su última renovación dejó claro que no la quería como premio por su pasado, sino que cada año firmado lo justificaría con su rendimiento sobre el césped. La serie, por muchas veces que sea repuesta, nunca perderá su esencia, esa capacidad de desconectarte de tus vulgares preocupaciones para trasladarte junto al grupo de amigos que siempre quisiste tener.
Es muy fácil identificarse con el 10 blanco. Enemigo de la derrota, rápidamente entró por el ojo más exigente, el de la afición del Bernabéu, que ya le perdona casi todo. Si tiene un día desacertado, al igual que si un capítulo de Friends baja un punto el nivel, no se censura, pues ambos han demostrado tanto que pueden permitirse esa licencia.
Luka Modric, como Friends, nunca pasará de moda
También es sencillo admirar a Modric fuera del campo. Cuando cumplió una década como madridista, declaró: “Jugar aquí es un sueño del que no me quiero despertar”. Por su trayectoria y brillo, podría sufrir el mal de los cracks con la azotea sin amueblar: los delirios de grandeza. Pero su pasado y filosofía de lo impiden. Es consciente de lo que cuesta llegar donde está y resulta un ejemplo diario para los jóvenes. Lo mismo sucede con Matthew Perry, que pasó gran parte de su afamada vida enfermo por sus adicciones. Sin embargo, en lugar de dejarse ir, no se escondió y fue más allá al afirmar que no quería ser recordado por el personaje de Chandler Bing, sino por su predisposición para ayudar a todos lo que caen en las garras de las sustancias de la perdición. Hay que ser muy valiente y generoso para desnudarse de ese modo.
Modric es uno de esos jugadores que no pueden faltar ni un día a clase, porque se nota su ausencia y el equipo le echa de menos. Está sucediendo esta temporada, en la que uno de los debates es el tiempo que Ancelotti concede al croata. Consciente de su edad, lo mima… pero el aficionado no soporta que le escatimen al mejor actor del reparto.
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