Modric sonríe

Como suele decirse, siguen las espadas en todo lo alto, queridos galernautas. El Barcelona ganó (arrolló) en Coruña, el Atleti sacó los tres puntos en Bilbao y el Madrid desplegó un recital de compromiso, presión alta y juego fluido para vencer con claridad al Villarreal en el Bernabéu. Si obviamente la situación preferida del Madrid es el liderato, la segunda preferencia del equipo blanco es estar donde ahora mismo está: agazapado en una esquina, maquinando el asalto, salivando ante el posible error de sus presas, afilando cuchillos, respirando profundo, susurrando desafíos a la nuca de unos rivales que no quieren ni mirar a esa esquina que tan bien conocen y tanto temen.

Efectivamente, como dice la portada de Marca, "no se rinde nadie". Imposible hacerlo si Luka Modric sonríe. No hay lugar alguno para la rendición si el mejor centrocampista del mundo hace un despliegue de baile de salón (otro más) en el partido de ayer. El madridismo solo puede esperar lo mejor si el croata se empeña en seguir demostrando que el don de la ubicuidad no es cosa de magia, sino de Luka Modric. Fue enorme su partido contra el Villarreal, perfecta clave de bóveda sobre la que pivotó todo el equipo, alfa y omega de todas las jugadas relevantes, deleite de pases con el exterior para abrir espacios donde no los había, y sonrisa, mucha sonrisa, queridos galernautas. Acaso para decirnos que a esto se gana no solo con el ceño fruncido de la tensión competitiva y de la intensidad 'cholista', sino sobre todo con la certeza de que sabemos bailar muy bien aun sobre el alambre. Lucas Vázquez conoce de sobra ese mensaje y así lo transmite desde su patio de colegio. También Marcelo, quien adivina playas en Madrid y se divierte en Copacabana. Y también Keylor, quien además cuenta con la fe necesaria para creer, siempre creer. Modric, Lucas y Keylor, tres modos diferentes de disfrutar para ganar y de ganar disfrutando. No nos digan que no transmiten una importante lección estos chicos.

No parece haber aprendido la lección el diario As. No acusa recibo de lo demostrado ayer en el Bernabéu por los chicos de Luka. Mientras que en Coruña hubo una "exhibición de Suárez" y en Bilbao "Torres sigue en racha y tira del Atlético", en Madrid "Cristiano se fue lesionado en el 90'". Así queda resumida la jornada de los tres de arriba en la portada de Relaño. Mayúsculo desequilibrio, ¿no creen? Peculiar selección de las noticias, según la cual -como es costumbre de la casa- todo lo bueno pasó ayer fuera del Bernabéu.

Tal vez sea que cuando el Madrid baila no convenga destacarlo en exceso y arriesgarnos a que se nos caigan los relatos forjados durante años: ya saben, el único baile que aquí tiene cuño oficial y denominación de origen es el azulgrana, mientras que su alternativa prosaica, ruda y no menos meritoria es la que practica el populismo del Cholo. El Madrid ganó, sí, y sigue con posibilidades de asaltar la Liga, sí; pero ojo, que de ayer lo reseñable en portada es que Cristiano se retiró lesionado al final del partido. Tupido velo sobre la brillantez de un equipo que, a medida que pasan los partidos, parece pleno de fe, de ganas y también de fútbol. No miren ustedes la sonrisa de Modric, no vaya a ser que caigan prendados de ella y entonces haya que destacar no solo que el Madrid sigue ganando, sino que también sabe hacerlo con gran brillantez ante un equipo como el Villarreal, al menos hasta ayer fuente de constante y merecido elogio. Pero en fin, ya se sabe que la realidad es tozuda, pero tal vez lo sea más el diario As.

En la prensa catalana ya no se aferran al relato de los mundos de Yupi, acaso porque a la hora de la verdad sucede que el crujir de dientes no quiere cuentos chinos, sino números más contantes que sonantes. Es lo que tiene el estado de excepción, que borra de un plumazo todo lo accesorio, que coloca en su sitio las fruslerías y las propagandas para centrarse en la primera necesidad de salvar el pescuazo, esa cosa antaño tan simple, tan poco elevada y tan cavernaria para el entorno culé.

Ya que hablamos de crujir de dientes, no sabemos si es lo más adecuado hacer que Luis Suárez sea el protagonista de las portadas, y menos aún con la boca abierta, mostrando todo el esplendor de su ya icónica dentadura. Se ve que en Barcelona quieren provocar temor a sus rivales y para ello no dudan en sacar sus mejores armas, más o menos como si estuviéramos en uno de esos documentales de leones que tanto contribuyen a la siesta. Cuatro zarpazos dio el león ayer contra el Deportivo, el primero de ellos previa falta por empujón, pero a quién le importa si luego cayeron otros siete goles más; o mejor, a quién le importa un simple empujón cuando el formidable delantero uruguayo tiene un demostrado repertorio en lances selváticos aún de mayor enjundia.

Así que 0-8 y "golpe de campeón", dice Mundo Deportivo. Así que "¡viven!", dice Sport. Ya nos disculparán si nos parece pelín inadecuado ilustrar precisamente con dientes el titular de Sport, y ya nos disculparán si percibimos que hay más ganas de creerse los lemas de portada que verdadera creencia. No en vano, en Barcelona conocen bien la esquina desde la que el Madrid observa, espera y maquina. Que exhiban sus dientes y ya no su mala literatura de toque y posesión es un reconocimiento de debilidad. El Madrid lo sabe y Luka no enseña los dientes. Modric sonríe.